La alemana Gabriele Kuby, nacida en Constanza el año 1944, madre de tres hijos, es una socióloga de profesión y autora de ensayos relacionados con la educación y la sexualidad. Su largo compromiso con el movimiento estudiantil alemán surgió el año sesenta y ocho. Luego Gabriele Kuby se convirtió y entró en la Iglesia católica recibiendo el sacramento del bautismo el 12 de enero de 1997, fiesta del Bautismo de Jesús. Su primer libro ( Mein Weg zu Maria – Von der Kraft lebendigen Glaubens , Mi camino hacia María – Por la fuerza de la fe en la vida) fue un best -seller.
Como analista centra su atención en los callejones sin salida visibles en la sociedad moderna, señalando una vía abierta hacia una nueva conciencia de la experiencia cristiana. Su único libro publicado en Italia es La Revolución de Género. ConRelativismo en acción (Cantagalli, 2008) lanzó un grito de alarma a los Estados miembros de la Unión Europea: en todo ámbito de la vida pública debe ser reconocida como fundamento de la familia, la diferencia sexual entre hombre y mujer. Su último libro publicado en Alemania hace un año atrás, “La revolución sexual global”, da el contexto a la entrevista que presentamos. En él la socióloga alemana establece reflexión sobre la destrucción de la libertad en nombre de la libertad.Iniciando su entrevista con Tempi (Italia) señala: “El 31 de septiembre 2012 tuve el privilegio de entregar personalmente una copia del libro al Papa Benedicto XVI, y para mí fue un gran estímulo oírle decir «Agradecemos a Dios por lo que dice y escribe»”.
Sra. Kuby, comencemos con la denuncia de su último libro “La revolución sexual global”: ¿Cuál es la razón que le ha llevado a escribirlo?
Constatar que la liberalización de las normas sexuales es hoy la primera línea de lucha cultural. Yo pertenezco a la generación del ‘68, y participé activamente en aquel movimiento. Pero después de mi conversión cayó la venda de mis ojos. Después del libro publicado el 2006, dedicado a la revolución del “género”, continué recogiendo material y en ese momento sentí la necesidad de exponer la evolución de esta ideología, porque todo el mundo está sintiendo los efectos de la inversión de valores, como la destrucción de la familia. Pero son pocos los que están conscientes de que detrás (de la ideología) se esconde una estrategia de la élite del poder, que opera desde las Naciones Unidas, la Unión Europea y las altas finanzas.
Concretamente, ¿cuál es el mensaje que intenta transmitir?
La desregulación de las normas sexuales conduce a la destrucción de la cultura. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dice que la familia es el núcleo de la sociedad y que para permitir su existencia, es necesaria una regulación moral. Pero hoy con todas las agresiones que los niños reciben a través de los medios de comunicación, Internet y el tipo de educación sexual obligatoria que se imparte en las escuelas, es difícil que puedan convertirse en adultos maduros, capaces de asumir la responsabilidad de ser madres y padres.
¿Por qué en el subtítulo del libro acentúa la libertad y la destrucción que en nombre de ella se hace?
La exaltación filosófica del individualismo proviene desde la Ilustración y en el siglo XX nos imponen la dictadura de considerar la libertad, o más bien la libertad absoluta, como el valor más importante; sin embargo, en nuestro mundo, que está condicionado por los límites, eso no existe. La desregulación de las normas sexuales se le presenta al ser humano como una parte de esa libertad. ¿Pero qué sucede realmente cuando el impulso sexual está fuera de control?… Que el otro es considerado simplemente como un objeto de la propia gratificación sexual. Los datos señalando que en nuestra sociedad una de cada cuatro niñas y uno de cada diez niños son agredidos sexualmente, muestran lo que ocurre como resultado del hecho de que ya no se enseña el autocontrol. El caos social resultante exige un constante mayor control por parte del Estado… Lo indicó Platón,hace 2.400 años, que esta situación conduce a la tiranía.¿Por qué en el libro se refiere tanto a la novela de Aldous Huxley publicada el año 1930, Un mundo feliz?
Es fascinante leer hoy esa obra profética, en la que los hombres son productos de laboratorio y formados a través de los medios de comunicación y los psicofármacos para ser felices; donde los niños se entretienen con el sexo a la par de los adultos y donde todo está controlado por “Ford”, “nuestro Señor”. Originalmente Huxley había pensado que su “fantasía” ocurriría 600 años después, pero ya en 1949 ese futuro se había reducido a un centenar de años. Sin embargo no era aún posible todo lo que está permitido hoy (selección prenatal, maternidad subrogada, la manipulación genética, progenitor 1 y progenitor 2); pero Huxley era muy consciente de que la verdadera revolución ocurre en el corazón y la mente de la persona.
¿Cuáles son en su opinión las razones de la crisis de nuestra civilización?
La diferencia decisiva se produjo con la Revolución Cultural de los setenta. Promovida por estudiantes, hijos de la burguesía, la rebelión se basó en tres impulsos: los jóvenes se sintieron atraídos por las teorías marxistas (a pesar del muro de Berlín y los tanques soviéticos en Praga, en contra de la democracia); en segundo lugar estuvo el feminismo radical, que buscaba liberar a las mujeres de la “esclavitud de la maternidad” (éstas son las palabras utilizadas por Simone de Beauvoir ); el tercer impulso fue el de la “liberación sexual”. Las palabras de moda en este sentido fueron: Cuando tu sexualidad sea “liberada”, habrás derrumbado cualquier tipo de condicionamiento moral, entonces se podrá construir una sociedad libre de la opresión. Esa generación, la mía, falló en el intento de involucrar al “proletariado”, realizando una verdadera “carrera dentro las instituciones”. Tanto es así que lo que antes era un movimiento de oposición, hoy es la política oficial de las grandes organizaciones internacionales, de muchos gobiernos nacionales, no sólo de la izquierda. Y los medios, que marcan pauta, siguen esta “agenda”.
En sus conclusiones realiza una referencia interesante al libro del erudito belga Marguerite A. Peeters, La globalización de la revolución cultural occidental…
No sólo interesante, sino fundamental, porque me abrió los ojos. Por mi parte, me he centrado en el núcleo de esa revolución: la desregulación de las normas morales sobre la sexualidad. La revolución sexual global está promovida por las élites en el poder. Ya he mencionado a la ONU y la Unión Europea, pero al hablar de estas hay que referirse también a toda una impenetrable red de otras organizaciones ocultas: las que forman parte de los grupos industriales globalizados, las grandes fundaciones como la Rockefeller y Guggenheim, la gente muy rica como Bill y Melinda Gates, Ted Turner y Warren Buffett, o las organizaciones no gubernamentales de gran tamaño como la Federación Internacional de Planificación de la Familia (Planned Parenthood Federation) y la Unión Internacional de lesbianas y gays (ILGA). Todos estos individuos trabajan en los niveles superiores de la sociedad disponiendo para ello de enormes recursos económicos. Y todos tienen un interés común: reducir el crecimiento de la población en este planeta. El aborto, el control de la natalidad a través de los anticonceptivos, la destrucción de la familia: todo esto sirve para el propósito de crear un nuevo orden mundial.
¿Cuál es entonces el papel de “La perspectiva de género” en este contexto “revolucionario” globalizado?
El concepto de “Género” presupone que cualquier orientación sexual -heterosexual, homosexual, bisexual y transexual- es equivalente y debe ser aceptada por la sociedad. El objetivo es la superación de la “heterosexualidad forzada” y la creación de un hombre nuevo, que se permita la libertad de elegir y disfrutar su identidad sexual, con independencia de su sexo biológico. Cualquier persona que se opone a esto, individuos o estados, se les discrimina rotulándolos como “homofóbico”. Se trata de un ataque mundial contra el orden de la creación y, así, a toda la humanidad. Esto destruye las bases de la familia, entregando al déspota de turno a la persona que ya no es capaz de reconocer si es hombre o mujer.
En su último libro usted ataca fuerte a la pornografía y a quienes la toleran.
Sí, porque la pornografía es una droga y, como tal, es adictiva. Una droga que destruye la capacidad de amar y de asumir la responsabilidad de ser padre y madre. Además constituye un plano inclinado en el que es fácil caer hacia el abismo de la criminalidad sexual… que termina por involucrar también a los niños y a los jóvenes. Al respecto, en Alemania las cifras son alarmantes: el 20 por ciento de los adolescentes entre 12 y 17 años “consumen” a diario pornografía, el 42 por ciento por lo menos una vez a la semana. ¿Qué personas se pueden formar en estas condiciones? Y es difícil entender el por qué la Unión Europea ha demostrado ser tan agresiva contra el tabaquismo, pero no hace nada para evitar el embrutecimiento que causa la pornografía.
En esta situación de “revolución sexual global”, ¿cuál es la tarea de los cristianos?
Esto es obviamente un asunto que nos concierne a todos. Nos guste o no, lo primero es poner orden en nuestra propia vida sexual, pues la vocación humana se eleva en el amor verdadero, el amor que da la felicidad. De lo contrario usted ni siquiera podrá encontrar la motivación para hacer frente a una batalla como ésta, que es por la dignidad humana, por la familia, por nuestros hijos, por el futuro.