Si comparamos la mitología celta con otras cómo la egipcia, la griega o la romana, de la céltica tenemos poca información. Al llegarnos tan poca información de esta cultura, su mitología es poco conocida en nuestros días.
Aunque hay diversas razones para explicar el porqué no han llegado hasta nuestros días más informaciones sobre esta cultura, la principal es que los celtas desconfiaban de la escritura. Según los celtas, escribir un texto lo paralizaba y los mitos deben vivir. Por ello, los druidas pasaban una gran parte de su formación aprendiendo largos poemas de memoria para poder luego enseñar.
Otra razón para explicar la poca información que nos ha llegado es que no existía sólo un pueblo celta, sino varios. La mitología celta es, por tanto, múltiple y cada región poseía dioses locales (aunque muchos de ellos fueron reconocidos comúnmente). El pueblo celta fue invadido primeramente por los romanos que trataron de hacer corresponder los dioses romanos con los dioses celtas. Sin embargo, los dioses celtas no estaban tan limitados en sus atributos como lo estaban los dioses romanos.
Posteriormente, los celtas fueron cristianizados, aunque los mitos celtas no desaparecieron. De hecho se agregaron a la religión cristiana y todavía hoy perduran en muchos cuentos y leyendas de las regiones célticas. No obstante, algunos monjes irlandeses cedieron a la tentación de transformarles y darles un “toque” más cristiano, más acorde con la religión cristiana.
Entre los mitos que se transformaron a la religión cristiana, encontramos a la diosa Brighid. Esta diosa pasó al cristianismo como Santa Brígida, con los mismos atributos de fertilidad y la capacidad de infundir terror en los ejércitos enemigos.
Entre los grandes mitos de la mitología céltica encontramos el mito de Arturo, aunque este mito ha llegado a nuestros días, reducido a la historia de Arturo y la mesa redonda.
Diosa Brighid
La mitología céltica presenta la particularidad de tener sólo una única divinidad femenina. Conocida como Brighid, Brigantia, esta diosa es, a la vez, madre, esposa, hermana e hija de los demás dioses. Podemos encontrar su nombre en diferentes grafismos, y Brighid se manifiesta bajo la forma de innumerables transformaciones.
A Brighid se la compara frecuentemente con la diosa Minerva romana, con la que comparte cierto número de funciones. Es la diosa-madre, diosa de las artes, la magia, la guerra y la medicina. Es también la diosa de los druidas, de los bardos, de los vates y de los herreros.
En Irlanda, Brighid es la hija de Dagda, madre, esposa y hermana de Lug, Dagda, Ogmé, Nuada, Diancecht y Mac Oc, los dioses del Tuatha Dé Danann. También es la diosa asociada a la fiesta de Imbolc, la purificación del 1 de febrero, ya que se cree que Brighid protege los rebaños y favorece la fecundidad. La importancia de su culto entre los celtas condujo a los evangelizadores cristianos a substituirla a una santa: santa Brígida.
Druidas
Los druidas constituían la élite intelectual de los celtas: Dirigían los sacrificios públicos y privados, regulaban las prácticas religiosas, los jóvenes se instruían cerca ellos,… Eran los druidas los que resolvían casi todos los conflictos entre estados o entre individuos. También eran los jueces, los administradores,…
A un individuo o un pueblo que no se sometiera a sus decisiones, se le prohibía los sacrificios, lo cual era la pena más grave que un celta podía recibir. Los que recibían este castigo, eran impíos y criminales, la gente no se acercaba a ellos, no quería ningún tipo de contacto con ellos,…
Todos estos druidas obedecen a un jefe único, que goza entre ellos de una gran autoridad. A su muerte, si uno de ellos se distingue por un mérito fuera de lo común, éste le sucede. Cada año, a fecha fija, los druidas asistían a un lugar consagrado, en el bosque de los Carnutes, que se suponía era el centro de la Galia. Allí acudían todos los druidas celtas, y exponían sus logros o sus desacuerdos y se sometían a las decisiones del druida máximo.
Los druidas no van a la guerra y no pagan impuestos como los demás: Además, están exentos de hacer el servicio militar y de toda carga. Se cree que los Druidas se aprendían de memoria muchísimos versos. De hecho, éstos creían que la religión no permitía confiar a la escritura las materias de sus enseñanzas. Para todo lo demás, para las cuentas públicas y privadas, utilizaban el alfabeto griego.
Actualmente sólo conocemos a un druida por su nombre: El druida Diviciacos, protagonista de la Guerra de las Galias. Cicerón lo habría conocido en Roma y menciona su cualidad de druida que, de otro modo , nos habría quedado desconocida.
Tûatha Dé Dânann
Esta raza de seres divinos, habitantes míticos de Irlanda antes de los celtas, afirmaba descender de la diosa ancestral Danu. Ellos aportaban a Irlanda cuatro talismanes poderosos: La piedra de Fâl, que gritaba cuando quien debía ser rey la tocaba, la lanza de Lug, que garantizaba la victoria, la espada de Nûada, de la cual nadie podía escapar, y el caldero de Dagda, que lograba saciar a todo el mundo.
Muchos dioses ejercían una función particular: Ogme se especializó en el arte de la guerra, Lug en las artes y las técnicas, Goib-niu era el dios de la forja, Diancecht el dios de la medicina,… Un montón de mitos y cuentos se relacionaban con los dioses más importantes del Tûatha Dé Dânann y con su función. Dagda, el dios padre tribal, era el dios de la abundancia y de la regeneración. Este Dios poseía dos dones: una porra, en la que una de las extremidades mataba y la otra devolvía la vida, y un caldero enorme e inagotable.
Pero todos estos elementos pertenecen al simbolismo de la fecundidad. Varias leyendas relatan su unión con diversas diosas. Su asociación con la temible furia de las batallas, Morrigan, era lo que le garantizaba la seguridad a su pueblo.