El Egipto antiguo es una tierra llena de misterios. Ninguna otra civilización ha cautivado tanto la imaginación de especialistas y de profanos. Sus orígenes, su religión y su arquitectura monumental están rodeados de un halo de misterio.
Los dioses egipcios eran la personificación de los elementos naturales, acontecimientos de la vida y de los sentimientos. El Panteón egipcio fue uno de los más imponentes del mundo. Para los egipcios, los dioses vivían sobre la Tierra, en los templos, y había que honrarles para que continuaran residiendo allí. Por esto ellos rezaban, bailaban, cantaban y les aportaban ofrendas de alimento y de objetos preciosos.
Cada ciudad – Heliópolis, Tebas, Memphis – tenía su propia leyenda sobre la creación. Pero, el fundamento era el mismo: el orden divino se lo llevó sobre el Caos. Las divinidades, universales o abstractas, constituyen los elementos naturales de base: el Cielo, la Tierra, el Agua y el Aire. De estos elementos nació la vida vegetal, animal y humana.
Hacia mediados del IVº milenio aparecieron las primeras representaciones de divinidades. Perdiendo su carácter abstracto, éstas se encarnan en animales (zoomorfismo), en seres humanos (antropomorfismo) y una mezcla de los dos: cuerpo de hombre y cabeza de animal o lo inverso, silueta de humano a la que le salen cuernos de cuernos, etc.
La religión ocupaba un papel importante en la vida de los egipcios. La religión egipcia no se limitaba al culto de la muerte, sino que poseía varios ritos diarios: la magia medicinal, la observación del calendario, el culto de los animales, las peregrinaciones, la interrogación de los oráculos, etc. Los dioses ocupaban cada instante de la vida de los egipcios.
Amuletos y fórmulas mágicas
Los amuletos fueron llevados por los antiguos Egipcios en colgantes o en correas. Estos amuletos adornaban también a los muertos porque su poder se extendían en el más allá.
Los amuletos podían tener formas diversas: Escarabajos, ojos, cruces, cetros. Éstos llevaban muchas inscripciones: nombre del portador, fecha de nacimiento, fórmula mágica, etc.
El uso de la magia era muy admirado y muy apreciado por todas las clases de la sociedad. Cada acontecimiento desgraciado era contraatacado por la magia. El Estado apelaba a la magia para protegerse de los invasores. El común de los mortales apelaba a la magia para conjurar las enfermedades.
Las fórmulas mágicas eran tan complejas que existían verdaderos especialistas que se ocupaban de ellas.
Los textos sagrados
Encontramos textos grabados en las paredes de los lugares funerarios y de las estelas, inscritos dentro de los sarcófagos que contenían a las momias o sobre papiros. Los textos sagrados que se encontraban en las paredes interiores de las pirámides, eran textos que representaban encantamientos y fórmulas mágicas que debían guiar el viaje del faraón en el mundo subterráneo y ayudarle a purificarse con el fin de acceder a la vida eterna.
Encontramos estas inscripciones en todas las tumbas de los soberanos y las soberanas del Antiguo Imperio. Según la creencia egipcia, el espíritu debe atravesar la noche para poder alcanzar el mundo del más allá, en el cual renace purificado y rejuvenecido, siguiendo el modelo de viaje que cumple cada día y cada noche el dios del sol: Râ.
Amon
Al principio, Amon era el dios local de las tribus de Tebas. Cuando los tebanos conquistaron el trono de Egipto, Amon se hizo una divinidad universal y fue considerado como el padre de los dioses. Luego será asimilado al dios solar Râ, indispensable para la vida, bajo el nombre de Amon-Râ.
Según la leyenda, Amon se habría sido creado a sí mismo y luego habría creado al resto de los dioses con el fin de darle vida al mundo. La esposa de Amon era Mout, “la madre”. Ambos tuvieron un hijo llamado Khonsou “el dios la luna”.
Entre sus santuarios principales, podemos citar: Karnak, el edificio religioso más grande nunca construido, situado en Tebas, su ciudad santa.
Anubis
Es el dios egipcio de los muertos. Su papel principal era velar por la momificación, el embalsamiento y por el acompañamiento de los muertos hacia el reino eterno. Es él quien lleva el difunto a la habitación de “Las Ambas Verdades”, en el “Juicio de los muertos” con el fin de que sufra la prueba de la balanza. Además, Anubis es el presidente de esta ceremonia.
Su nombre quiere decir “chacal “, y por ello es representado como un chacal o como un perro negro, a menudo acostado sobre una maqueta de capilla funeraria o sobre un naos, con una venda roja alrededor del cuello y el látigo entre las patas posteriores; En ocasiones también aparece representado bajo una apariencia humana, con una cabeza de perro, sosteniendo en una mano la cruz Ankb y en la otra el cetro.
Râ
El dios egipcio del sol cuyo principal lugar de culto fue Héliopolis. Le consideraban los egipcios como el dios creador del universo, el dios del Estado y de la justicia. Se creía que durante el día recorría el cielo sobre la Mândjet.
Según la leyenda, se dice que Râ se creó a sí mismo en una flor de loto. No es sino después cuando creó a Shou y Tefnout. Ellos mismos luego dieron origen a las divinidades de la tierra y del cielo, Geb y Nout. Es así, a partir de Râ, que se creía que el mundo fue creado.
Horus
Horus es venerado en todo el territorio egipcio. Es una de las divinidades superiores y ciertamente una de las más antiguas. Es el dios del cielo, puede ver a través del sol y de la luna. Podemos encontrarlo bajo dos formas: la de un niño que chupa su pulgar o bajo un dios poderoso con forme de halcón. Junto a Osiris e Isis, forman “la trinidad egipcia”.
Es el hijo póstumo de Osiris y de Isis. Cuando Seth mató a su hermano Osiris y le recortó en numerosos pedazos para diseminarlos por todo Egipto, Isis tuvo el coraje de reunir todos los trozos de su marido para resucitarle de los muertos y posteriormente su hijo Horus nació. Más tarde, Horus se vengó de Seth por la muerte de su padre. Además, Horus también quería convertirse en el gobernador de Egipto.
En oposición de Seth que representa el mal, Horus encarna el Bien. Durante su combate con Seth, Horus perdió un ojo, que encontró más tarde gracias a Thot. Llamado “Oudjat”, este ojo representa la victoria del bien sobre el mal. Y llevado en forma de amuleto, convertía a su portador en invencible y le aportaba clarividencia.
El libro de los muertos
El más antiguo de los textos funerarios grabados en una pirámide faraónica se encuentra en Saqqarah. Estos textos grabados sobre las paredes de los pasos interiores y las paredes de la habitación funeraria, debían ayudar a los faraones a viajar al más allá, para asegurar así la regeneración y la vida eterna del rey. Los Textos de las pirámides están considerados como el conjunto más antiguo de escritos religiosos de la historia de la civilización.
Hacia el final del tercer milenio a. c., aparecieron nuevos textos funerarios recalcando más la vida después de la muerte y la ayuda que hay que aportar al difunto para que éste encuentre su camino al más allá. Estos textos fueron inscritos dentro de los sarcófagos de altos funcionarios del Imperio Medio y comprendían más de 1000 fórmulas dando indicaciones sobre la vida bajo la tierra, en el reino de Osiris. Allí los difuntos trabajaban en los Campos de las ofrendas y de los juncos. En estos textos se nos habla por primera vez del juicio de los muertos, medio de alcanzar una vida nueva.
Los difuntos eran llevados delante de Osiris y su corazón era pesado sobre una balanza frente a una pluma que representaba a Maât, la diosa de la verdad y de la justicia. Los que eran buenos accedían a la vida nueva como espíritus transfigurados. Los que eran juzgados como malos, eran lanzados a la diosa Amémet, “la tragona”, que fue representada con la parte posterior de hipopótamo, la parte anterior de león y con cabeza de cocodrilo.
Durante el Nuevo Imperio, el cuerpo entero de los textos funerarios fue llamado “Fórmula para salir al día”. Lo que hoy en día se conoce como “el Libro de los muertos”. Este libro contiene cerca de 190 capítulos de fórmulas mágicas y rituales, ilustradas con dibujos para asistir al difunto en su viaje hacia la eternidad.
El más allá
Desde el III milenio, los textos funerarios recalcan la posible existencia de una vida después de la muerte en el reino iluminado de Osiris. El sol era una divinidad importante cuyo paso en el cielo simbolizaba el ciclo eterno de la vida: El nacimiento, la muerte y el renacimiento. Los faraones fueron considerados como los dioses, representantes divinos sobre la tierra que, gracias a los ritos, aseguraban la perpetuación de la vida. Después de su muerte, ellos se hacían inmortales, reuniéndose con los dioses en el más allá.
Los egipcios también creían que el cuerpo y el alma eran importantes para la existencia humana, tanto en la vida como en la muerte. Sus usos funerarios, por ejemplo la momificación y el amortajamiento en tumbas, pretendían ayudar al difunto a encontrar su camino hacia el más allá. Las tumbas eran rellenadas de alimentos, de herramientas, de artículos caseros, de tesoros,…todas las cosas esenciales para garantizar la vuelta del alma en el cuerpo con el fin de que el difunto viva feliz durante toda la eternidad.
El más allá en la mitología egipcia
Las doce cavidades del Más allá
Cuando la noche cae sobre Egipto, el Sol, engullido por Noût, la diosa del Cielo, efectúa un viaje largo y nocturno. Pasa el primer pórtico guardado por serpientes y penetra bajo el horizonte.
En cada una de las puertas, el Sol es acogido por los muertos a quienes el halo divino despierta a la vida durante una hora. Los difuntos, esperando obtener un sitio en la barca solar (llamada Mândjet ó Mesektet) halan a la embarcación divina de una puerta a la otra.
Cuando el sol alcanza la última cueva, cuatro babuinos se encargan de abrir el último pórtico antes de anunciar al mundo terrestre que el astro divino está a punto de brillar de nuevo.
Existe otra región del más allá, más profunda, en la que los rayos del sol no alcanzan: el hetemit (lugar de destrucción). Es aquí donde las potencias destructoras aniquilan a los enemigos de los dioses.
El castigo
Los difuntos que han sido condenados por el tribunal de Osiris, se exponen a una pena terrible.
Confinados en lugares de castigos, son decapitados, quemados, y su corazón es arrancado por una letanía de criaturas espantosas armadas con cuchillos: así, su Bâ desaparece y los difuntos quedan en un estado de “no ser” que los priva para siempre de una vida después de la muerte.
Osiris
Una de las grandes divinidades egipcias, fue adorado como el dios de la vegetación, de la agricultura y de la fertilidad. El centro más importante de su culto era Abydos. Está representado bajo forma humana, con la cara pintada de verde (color de la regeneración) y con abrigo estrecho que moldea su cuerpo y le da el aspecto de una momia. Además, está representado con atributos reales: el espectro, el látigo, el cayado y la corona blanca del Alto Egipto, flanqueado de plumas.
Se convirtió posteriormente en el dios de los muertos y de la accesión a la vida eterna. Estaba considerado como el protector y el juez del difunto.
Osiris era el hijo de Nout y de Geb. Él tenía un hermano, Seth, y dos hermanas Isis y Nephtys. Isis era también su mujer. De su unión nació Horus.
Según la leyenda, Osiris era el que gobernaba el mundo de los hombres antes de que su hermano, celoso, decida asesinarle. Es por la fuerza del amor y la magia de Isis que éste revivió. Osiris será vengado por su hijo Horus que lo reemplazará en el gobierno del mundo de los hombres. Y Osiris se convertirá en dios de los muertos y de la vida eterna.
Isis
Isis es una de las principales divinidades. Protectora del bienestar de los nacimientos, de los navegantes y del Estado. Ella desempeña un papel fundamental en el mito de Osiris, su esposo asesinado y desmembrado por su hermano Seth. Isis consigue reunir todos sus miembros, devolverle a la vida y concebir con él a su hijo Horus, que vengará su asesinato.
A esta divinidad se le representa a veces como una mujer que lleva el disco solar entre dos cuernos de buey o con su jeroglífico en la cabeza y el nudo de Isis sobre el traje. Como esposa de Osiris, Isis se hace el símbolo de la compañera y de la madre ideal. Ella es el perfecto símbolo de la diosa-madre.
Aunque hasta la llegada de los romanos Isis no fuera objeto de un culto propio y que no tuviera ningún templo dedicado a ella, Isis fue venerada hasta fuera de Egipto incluso después de la decadencia de la civilización egipcia. Por otra parte, parece claro que las imágenes de Isis y de Horus influyeron sobre la concepción cristiana de María y Jesús.
Ka: La energía espiritual
Según los antiguos egipcios, el cuerpo abrigaría varias entidades o formas de estado.
El Ka
Representa, según las interpretaciones, el doble vital espiritual del individuo, su esencia divina, su personalidad limpia.
Es la energía espiritual que anima y da vida a los hombres y a los dioses. ¿Podemos considerar que es la réplica inmortal del individuo, o sea, nuestra alma? El Ka es estático e inmutable. Los dioses pueden poseer varios, según su potencia, o su rango en la jerarquía teogónica.
El Akh
Fuerza inmortal insuflada por los dioses, y que permite al difunto cumplir su viaje hacia las estrellas. Descrito como una chispa luminosa, a menudo lo representamos por un ibis.
El Bâ
Espíritu encerrado en el cuerpo desde el nacimiento, recupera su libertad después de la muerte. Su símbolo es un pájaro en cabeza humana.
El Shout
Sombra inmaterial, es indisociable del cuerpo. Acompaña el difunto en el momento de su viaje en Más allá.
El pájaro Benu
Pájaro sagrado que se parece a una garza cenicienta, adorada en Heliópolis y asociada con el culto solar. Cuando aparece este pájaro en el cielo egipcio, es portador de alegría y de última esperanza, la de un renacimiento después de la muerte. El pájaro Benu es el equivalente al Fénix de los griegos, parecido a un águila
En Egipto antiguo, la conservación del cuerpo era un símbolo muy importante. La destrucción de éste representaba un riesgo muy grave. Los Egipcios creían en la inmortalidad. La muerte, en los Egipcios, representaba la separación entre el soporte material y los elementos inmateriales: Bâ, que corresponde al alma, y Ka, que representa la energía vital. Hacía falta pues que Bâ y Ka, al despertar de su nueva vida, pudieran reintegrar el cuerpo, previamente conservado.
El origen de la momificación proviene de diversos países, pero podemos afirmar que la cuna de ésta se encuentra en África. En efecto, es en Egipto dónde la momificación alcanza su apogeo, tanto a nivel de perfección de las técnicas como en su arte. Los diferentes métodos empleados en la momificación permanecieron secretos, y lo que conocemos de ellos es gracias a los relatos de los escribanos de la época.
La momificación correspondía a una necesidad de orden religiosa, porque los egipcios creían en la inmortalidad del alma, y esta técnica permitía alcanzarla. Los orígenes de la momificación son difíciles de precisar. Existen diversas y variadas teorías sobre ésta. Entre ellas queremos presentarte la que afirma que la momificación tuvo como punto de partida las numerosas inundaciones del Nilo que, exhumando los cadáveres, fueron el origen de epidemias mortíferas
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Pero ya os decimos que no es más que una hipótesis. Los orígenes no son certeros ni están claros. A la época predinástica, hace alrededor de 6000 años, sencillamente enterraban los cuerpos dentro de hoyos en el desierto. La arena aseguraba una buena conservación del cuerpo por sus propiedades de desecación.
Es durante la tercera dinastía (2800 a.c) que la momificación comenzó a extenderse, aunque sólo era accesible para las clases superiores o pudientes. En el transcurso de esta época, los embalsamadores procedían a la incisión del cuerpo y la extracción de las vísceras. Es en esta época dónde encontramos el uso de los vasos funerarios. Las vísceras momificadas, envueltas con ropa blanca, son depositadas en cuatro vasos decorados con la cabeza de los cuatro hijos de Horus. Los cuatro hijos de Horus son Amset (cabeza humana), Hapy (cabeza de babuino), Douamoutef (cabeza de chacal) y Kebhsennouf (cabeza de halcón).
Durante el Imperio Medio (2050-1500 a.c.), las momificaciones son más minuciosas. Sin embargo, los métodos de conservación no son tan buenos. La momificación alcanza verdaderamente su apogeo durante el período del Nuevo Imperio (1500-1100 a.c). En esta época se llega a poder conservar incluso la expresión de la cara.
Las momias que fueron realizadas en el transcurso de las XVIII y XIX dinastías, son las más bellas que podemos encontrar en cuanto a la expresión de las mismas, su conservación y su riqueza. Las momias más famosas datan de esa era. La más famosa de todas es la de Ramsès II.