Terremoto de divisas. El dinero es ficticio en el capitalismo

Todos los fenómenos están encadenados y si no vamos al inicio de la cadena causa-efecto-causa no podremos nunca salir del atolladero.

En las últimas semanas se ha vuelto a producir una sucesión de terremotos en los valores de las monedas de los países “emergentes” como Argentina1, Turquía2, Sudáfrica, India, Rusia y ello contagia a países como Brasil o México3.

Esta devaluación hace perder el valor invertido por las multinacionales en esos países que exportaron los capitales producidos en sus países de origen: BBVA, Santander, Telefónica, Repsol, Iberdrola, o Mapfre. El 80% del beneficio de la gran banca está expuesto en Latinoamérica4,

La pérdida de valor, devaluación o depreciación de estas monedas es fruto de la especulación que es inseparable a la economía de mercado o, lo que es lo mismo, el capitalismo.

El mercado de divisas o monedas es otro mercado más donde se compran o venden las monedas de un país u otro. En función de la cantidad de dinero que se compra o se venda el valor de la moneda correspondiente subirá o bajará. Y esto a su vez repercutirá en los precios de todas las otras mercancías en el país correspondiente a la moneda con la que se comercia.

Las monedas son el mercado más grande y más líquido del mundo especulativo. En total se mueven 5.3 billones de dólares en el mercado de divisas por día en 20135.

Hay que pasar por ese mercado para realizar cualquier transacción internacional aunque en la práctica sólo el 9% de esas operaciones se debe al comercio de mercancías propiamente dichas6. El resto son operaciones financieras donde se compran y venden deudas de los estados, fondos de pensiones, hipotecas de todo tipo,… Los intercambios de activos financieros pasaron de cinco billones de dólares en 1980 a 83 billones en 2000 (tres veces el PIB de la OCDE)

En ese mercado en el que participan las empresas, bancos y gobiernos se puede vender algo que no se tiene, como es el caso de las “ventas en corto” con deudas de los Estados.

Los Bancos Centrales en Europa o la Reserva Federal en EEUU intervienen en el mercado comprando bonos del Tesoro y títulos hipotecarios para tratar de estimular el crecimiento económico. Lo que hace al adquirir deuda del Estado y de las empresas es inyectar dinero a bancos y empresas, confiando en que den más crédito y eleven su inversión en la economía.

Es lo que ha hecho la Reserva Federal de EEUU desde que salíó al rescate del sistema financiera en 2008 cuando inyectó casi 2 billones de dólares. Desde entonces ha estado comprando bonos por valor de 75.000 millones de dólares al mes7.

Es así como EEUU se endeuda más que todos los países en vías de desarrollo juntos y evita la quiebra una y otra vez aumentando el límite de deuda. Como acaba de hacer esta semana suspendiendo ese tope hasta 2015 ante la posibilidad de no poder hacer frente a una simple tormenta de nieve por una suspensión de pagos del Estado federal8. Hasta 1979 Estados Unidos hizo cinco suspensiones de pago9.

La potencia imperialista que lidera el capitalismo en el mundo pende de un hilo de confianza de cobrar algún día los dólares que les han comprado. La mitad de toda esa deuda (12 billones de dólares) está en manos de gobiernos y bancos centrales extranjeros. China y Japón son los mayores acreedores con más de un billón de dólares cada uno.

¿Y de dónde sale tanto dinero se preguntará el común de los mortales? Pues imprimiéndolo. Así de fácil. El sistema monetario internacional hoy en día está basado en el dinero “fiduciario”, es decir, en la fe o confianza de la “comunidad” de que algún día será cambiado por el valor correspondiente de oro o plata. Pero ese dinero no está respaldado por nada que no sea la promesa de pago por la entidad emisora.

En un principio existía un equivalente entre el dinero que circulaba con las reservas de oro de cada país de tal manera que los precios de las mercancías expresados en dinero tenían su equivalente en una cantidad proporcional de oro. De esta manera se mantenía una unidad de medida igual para todas las mercancías y así se podían cambiar unas por otras a través del dinero.

Es una vez que se desarrolla el comercio sobre todo a nivel internacional que se hacen insuficientes las reservas de oro y no hay más remedio que imprimir papel moneda o billetes sin que hubiera un respaldo material en oro.

Así ocurrió en la Primera Guerra Mundial cuando los países imperialistas abandonaron el “patrón oro” para financiar sus guerras. Y así hizo de nuevo EEUU en 1971 para costear la guerra del Vietnam estafando al mundo entero dándoles “fe” y “confianza” a cambio de oro.

Pero vayamos por fin al meollo de la cuestión y hagamos por tanto un análisis marxista y revolucionario de la cuestión para no quedarnos en el análisis superficial y reformista de que hay un capitalismo “productivo” y “real” y otro capitalismo “especulativo” y “salvaje”.

Dejando a un lado el macabro mundo de las finanzas que tanto asusta y aterra a nuestros amigos de la izquierda “transformadora” (IU, PODEMOS,…) nos vamos a centrar en las mercancías puras y duras.

Supongamos que no existe el dinero “ficticio”, los banqueros, los “especuladores”,… y que sólo hay mercancías, bienes materiales o espirituales, que se intercambian entre sí.

No existe comercio “justo” en la economía de mercado

Todas esas mercancías a su vez se pueden descomponer en una materia, en una sustancia común: el trabajo social, colectivo invertido en producirlas. Pues bien, en todo comercio, en toda transacción mercantil (pues estamos hablando de la economía de mercado inherente al capitalismo) existe una especulación y un robo de ese trabajo social.

El capitalista o empresario dueño de los medios de producción vende las mercancías por el valor de ese trabajo, medido en tiempo de trabajo, en jornadas que cuesta producirlas. Pero al ejecutor de ese trabajo, al asalariado no le paga por ese trabajo, sino por lo que cuesta mantenerlo en pie durante un día, una semana o un mes. Es decir, lo que cuestan los bienes o las mercancías que necesita ese asalariado para alimentarse, formarse, mantener a su familia par aque se reproduzca el ejército de proletarios,… Así está calculado el salario o el precio de su fuerza de trabajo en función del coste de vida y siempre después de que este cambie. El salario no es por tanto el precio de su trabajo si no el precio de la fuerza de trabajo, del alquiler de la capacidad física y mental por las horas, días o meses que marca un contrato de partida.

Es ahí donde reside el meollo del capitalismo y donde reside el robo y la estafa central de dicho sistema. El empresario paga la fuerza de trabajo del asalariado (el coste de mantenerlo) pero vende el trabajo que realiza echando éste más horas de las que necesita para reponer el coste de las mercancías que consume para mantenerse. Ese trabajo de más, ese “plus-trabajo”, es el que producía el valor de más que vende el empresario, la famosa “plusvalía” que tanto capitalistas como sus aliados de la aristocracia obrera (dirigentes sindicales, dirigentes de la izquierda,…) ocultan de manera fraglante en todos sus discursos públicos.

Y así tenemos que esa burbuja hinchable por entero que es el capitalismo se basa en la acumulación desde hace varios siglos de esa parte del trabajo no remunerada a las clases trabajadoras. Por supuesto a eso se añade otros mecanismos que permiten mayores ganancias al capitalista como devaluar las monedas (con el mismo salario el trabajador podrá comprar menos bienes) o el simpre desarrollo de las fuerzas productivas que al aumentar la cantidad de mercancías que se producen en el mismo tiempo de trabajo permite así extraer más plusvalías por cada asalariado.

Pongamos colofón a esta concatenación de causas efectos con unas inspiradoras palabras del genial Karl Marx que nos permitió a los obreros desenmascar el misterioso mérito de los hombres de éxito que pretenden ser nuestros “queridos” explotadores los capitalistas:“¿De dónde proviene ese hecho peregrino de que en el mercado nos encontramos con un grupo de compradores que poseen tierras, maquinaria, materias primas y medios de vida, cosas todas que, fuera de la tierra virgen, son otros tantos productos del trabajo, y, de otro lado, un grupo de vendedores que no tienen nada que vender más que su fuerza de trabajo, sus brazos laboriosos y sus cerebros?

¿Cómo se explica que uno de los grupos compre constantemente para obtener una ganancia y enriquecerse, mientras que el otro grupo vende constantemente para ganar el sustento de su vida? La investigación de este problema sería la investigación de aquello que los economistas denominan «acumulación previa u originaria», pero que debería llamarse, expropiación originaria. Y veríamos entonces que esta llamada acumulación originaria no es sino una serie de procesos históricos que acabaron destruyendo la unidad originaria que existía entre el hombre trabajador y sus medios de trabajo […].

Una vez consumada la separación entre el trabajador y los medios de trabajo, este estado de cosas se mantendrá y se reproducirá en una escala cada vez más vasta, hasta que una nueva y radical revolución del modo de producción lo eche por tierra y restaure la unidad originaria bajo una forma histórica nueva.”10

Comisión de Relaciones Internacionales del Partido Comunista Obrero Español

http://www.diario-octubre.com/2014/02/18/terremoto-de-divisas-el-dinero-es-ficticio-en-el-capitalismo/

Un comentario en “Terremoto de divisas. El dinero es ficticio en el capitalismo

  1. El talento humano es el que habría de desplazar al dinero del centro de atención social, ser el protagonista de los eventos que movilizan y orientan a la civilización.

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