Gracias a los volcanes, la temperatura global media de la superficie y de la troposfera terrestres han sufrido sólo un ligero aumento desde 1998, revela un estudio
A pesar del continuo incremento de los niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero y de la energía absorbida por los océanos, las temperaturas medias globales de nuestro planeta han mostrado un aumento relativamente escaso desde 1998. Según un estudio, esto se debe a que los aerosoles que han depositado los volcanes en la atmósfera en los últimos lustros han reflejado la luz solar entrante y la han enviado de vuelta al espacio. De esta forma, la actividad volcánica ha enfriado la superficie de la Tierra y su atmósfera inferior. Por Yaiza Martínez.
Este enfriamiento habría contrarrestado en parte el calentamiento producido por los gases de efecto invernadero, publica dicho Laboratorio.
A pesar del continuo incremento de los niveles atmosféricos de gases de efecto invernadero y de la entalpía o energía absorbida por los océanos, las temperaturas medias globales de la superficie del planeta y de la troposfera (capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra) han mostrado un aumento relativamente escaso desde 1998.
Esta ralentización del calentamiento ha recibido una atención política, científica y popular notable. La contribución de los volcanes a ella ha sido objeto de esta investigación, que aparece detallada en la revista Nature Geoscience.
La causa del enfriamiento
Las erupciones volcánicas inyectan un gas, el dióxido de azufre, a la atmósfera. Si son lo suficientemente potentes como para añadir dióxido de azufre a la estratosfera (capa de la atmósfera situada sobre la troposfera), el gas forma pequeñas gotas de ácido sulfúrico, también conocidas como “aerosoles volcánicos”. Estas gotitas reflejan una parte de la luz solar entrante de vuelta al espacio, enfriando la superficie terrestre y la atmósfera inferior.
“En la última década, la cantidad de aerosol volcánico en la estratosfera ha aumentado, por lo que mayor cantidad de luz solar se ha reflejado hacia el espacio”, explica el científico del clima del Lawrence Livermore Laboratory, Benjamin Santer, autor principal del estudio.
“Esto ha provocado un enfriamiento natural del planeta y ha compensado en parte el aumento de la temperatura en la superficie y en la atmósfera, derivado de la influencia humana”.
Entre los años 2000 y 2012, las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera han aumentado, al igual que viene sucediendo desde la Revolución Industrial.
Este cambio inducido por el hombre por lo general hace que la troposfera se caliente y la estratosfera se enfríe. Por el contrario, las grandes erupciones volcánicas enfrían la troposfera y calientan la estratosfera.
Los investigadores informan de que las erupciones volcánicas a principios del siglo XXI han contribuido a este reciente “hiato en el calentamiento”, y que la mayoría de los modelos climáticos no han registrado con exactitud este efecto.
Los científicos realizaron dos pruebas estadísticas diferentes para determinar si las recientes erupciones volcánicas habían tenido efectos distinguibles en la variabilidad intrínseca del enfriamiento del clima.
Descubrieron evidencias de correlaciones significativas entre las observaciones sobre aerosoles volcánicos y las estimaciones basadas en datos de satélite de la temperatura de la troposfera inferior; así como la luz solar reflejada de vuelta al espacio por las partículas de esos aerosoles. “Esta es la evaluación observacional más completa del papel de la actividad volcánica en el clima en la primera parte del siglo XXI”, asegura otra de las autoras del estudio, la especialista en química atmosférica Susan Solomon.
Volcanes e invierno volcánico
En términos generales, los aerosoles son sustancias sólidas o líquidas presentes en la atmósfera que pueden afectar al cambio climático e incluso, según los expertos, ocasionar un ‘invierno nuclear’, un enfriamiento generalizado del planeta por el oscurecimiento de la atmósfera.
Aunque el estudio sobre este fenómeno surgió en los años 60 por el temor a un intercambio nuclear entre las grandes potencias, no hace falta que haya una explosión nuclear para que ocurra este fenómeno, pues una erupción volcánica de alta intensidad también podría enviar grandes cantidades de aerosoles a la estratosfera, provocando el mismo efecto. En ese caso estaríamos hablando de un “invierno volcánico”.
Según ha explicado recientemente a Tendencias21 el catedrático de Física de la Universidad de Valladolid y director del grupo de Óptica Atmosférica de dicha Universidad, Ángel M. de Frutos Baraja, en la historia ya ha habido casos de “inviernos” provocados por explosiones volcánicas. Se han conocido por los relatos de los presentes, que tienen más o menos fiabilidad en función de la cercanía o lejanía del evento.
En 2002, un especialista de la Universidad de Cambridge sugirió que un invierno volcánico se habría producido hace entre 71.000 y 73.000 años tras una súpererupción en el lago Toba, en la isla indonesia de Sumatra. Los seis años subsiguientes se concentró la mayor cantidad de azufre volcánico de los últimos 110.000 años, causando, probablemente, una deforestación significativa en el sudeste asiático y enfriando la temperatura global de la Tierra en 1 °C.
Benjamin D. Santer, Céline Bonfils, Jeffrey F. Painter, Mark D. Zelinka, Carl Mears, Susan Solomon, Gavin A. Schmidt, John C. Fyfe, Jason N. S. Cole, Larissa Nazarenko, Karl E. Taylor, Frank J. Wentz. Volcanic contribution to decadal changes in tropospheric temperature. Nature Geoscience (2014). DOI: 10.1038/ngeo2098.
Clive Oppenheimer. Limited global change due to the largest known Quaternary eruption, Toba ≈74 kyr BP? http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379101001548. Quaternary Science Review (2002). DOI: 10.1016/S0277-3791(01)00154-8.