Los resultados arrojados por una reciente investigación, realizada por un equipo de psicólogos de la Universidad de Búffalo (EEUU), confirman una vez más lo que predicaba el maestro: Lo que no nos mata, nos fortalece. A continuación colocamos un artículo de prensa sobre el mencionado estudio psicológico, cuyas conclusiones sugieren que enfrentarse a cierta cantidad de adversidad en la vida puede “beneficiar la salud mental y aumentar el bienestar personal, al fortalecer la adaptabilidad a las circunstancias y ayudar a desarrollar la resistencia psicológica”.
Por: Omar R. Goncebat
EFE-REPORTAJES
“Lo que no me mata, me hace más fuerte” afirmó el filósofo, poeta y filólogo alemán Friedrich W. Nietzsche en el siglo XIX, y las últimas investigaciones psicológicas avalan la tan original como certera afirmación del autor de “Así hablaba Zaratustra”.
Aunque para la persona que lo está pasando francamente mal o a quien las cosas le están yendo como en una pesadilla resulta muy difícil ver el lado bueno de dicha situación adversa, la percepción de los reveses puede cambiar favorablemente si se los observa desde una perspectiva más amplia.
Al menos es lo que se desprende de una nueva investigación de la Universidad de Búffalo (UB), en Nueva York (Estados Unidos), que concluye que a la larga los golpes de la vida pueden ser beneficiosos para la salud psicológica de quien los padece.
En la vida, enfrentarse a una cantidad moderada de adversidad puede beneficiar la salud mental y aumentar el bienestar personal, al fortalecer la adaptabilidad a las circunstancias y ayudar a desarrollar la resistencia psicológica, según sugiere el estudio de un equipo de psicólogos de la UB.
Los investigadores analizaron los datos de 2.398 personas y comprobaron que aquéllas con una historia personal de cierta adversidad tendían a experimentar una angustia emocional más baja, así como menos impedimentos en su funcionamiento cotidiano, una reducción en los síntomas de estrés postraumático y una mayor satisfacción vital, comparados con aquellos que sufrieron muchos reveses o prácticamente ninguno.
El doctor Mark Seery, profesor de psicología de la UB y su equipo, también encontraron que las personas con antecedentes de cierto infortunio a lo largo de su existencia parecen manejar mejor que otras personas los eventos adversos recientes.
LAS DEFENSAS NATURALES DEL ALMA
“Para algunos expertos el ser humano al igual que dispone de un sistema inmunológico que lo protege de las enfermedades, alergias, alteraciones y agentes agresivos tanto de su propio interior como de fuera de su organismo, también posee unas defensas naturales que lo protegen de las amenazas en el terreno psicológico y emocional”, señala José María Doria, escritor, psicoterapeuta y asesor de formadores de Crecimiento Integral.
Según este experto, “así como la exposición moderada a diversos virus, bacterias y elementos alergénicos no letales ayuda a que las defensas orgánicas se estimulen, mantengan activas y fortalezcan, creando anticuerpos y un mejor escudo defensivo, se podría afirmar que estar en contacto con un cierto nivel de adversidad ayuda a reforzar las defensas psico-emocionales y estar más preparado para afrontar los reveses futuros”.
Este fenómeno también puede compararse con las vacunas o inmunizaciones farmacológicas, que al poner a la persona en contacto con un determinado agente infeccioso producen una reacción inmunológica que después se mantiene y los protege de esos elementos patógenos.
“De alguna manera, los reveses pueden considerarse como vacunas que nos hacen más resistentes ante las futuras adversidades”, según Doria.
Yendo un poco más allá del paralelismo entre las realidades orgánica y el psico-emocional del ser humano -que es una de las interpretaciones que se puede hacer del estudio de la Universidad de Búffalo – y situando las adversidades en un contexto más amplio, Doria señala que “el Universo escribe recto con líneas torcidas, a veces muy sinuosas”.
Según Doria, que dirige la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal (EEDT), “nada de lo que nos pasa es estéril, y en realidad todos los acontecimientos tienen su intencionalidad evolutiva, por contradictorios, inútiles o adversos que parezcan”.
“La vida es aprendizaje y desde esa perspectiva no hay noticias esencialmente buenas o malas, ya que su aprobación o condena parte de una interpretación no sólo parcial sino también transitoria”, señala el director de la EEDT.
De acuerdo a este experto, “lo primero que nos llega es la superficie y la piel de las cosas, pero tras la apariencia subyace una experiencia que nos hace evolucionar”.
“La pérdida de un ser querido a veces pone en marcha un gran cambio cuyo camino madura a la persona y abre su consciencia. La pérdida de un trabajo puede suponer la liberación de unos moldes aprendidos y el comienzo creativo de una visión más amplia. Una enfermedad a menudo traer una renovación de muchas costumbres y el cambio de vida que uno anhelaba”, señala José María Doria.
“Ante la llegada de la supuesta desgracia, hay que suspender el juicio y mantener plena atención a lo que llega, a la vida que fluye, a las aperturas que alivian la presión del alma, confiando en la acción inesperada. Pronto comprobamos que tras la perturbación, habiendo roto el viejo orden, el Universo pone en nuestra vida posibilidades insospechadas”, explica.
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