Como se pudo ver en una anterior entrada: La mariposa más antigua no ha evolucionado, la mariposa es un maravilloso insecto que refuta por sí solo la hipótesis de la evolución, cabe recordar entre otras cosas por el proceso de metamorfosis, que demuestra durante sus fases una planificación trascendente, y también por que cada especie de mariposas tiene su propio diseño de vasos capilares en su juego de alas (entre otros).
Pues bien, el hallazgo de este “supergen” pone en entredicho la hipótesis de la evolución (una vez más), en especial a la teoría de las polillas negras y blancas de Gran Bretaña que enseñan en los colegios como una evidencia de selección natural, (que ya de por si estaba desechada). Sin embargo, este “supergen” va más allá de las polillas, y que “permite a ciertas mariposas imitar los colores y las estructuras de las alas de otras especies tóxicas”.:
Lámina de Bates (1862)1 que ilustra el mimetismo batesiano entre especies deDismorphia (primera y tercera hileras) y varios Ithomiini (Nymphalidae) (segunda y cuarta hilera).
El primer punto a tener en cuenta es el lenguaje de la naturaleza, el cual es un código natural, como lo puede ser las señales de tráfico para el código de circulación. Es decir los colores que los animales reconocen y consideran como tóxicos, como lo son el negro y el amarillo de las avispas. Es imposible que por selección natural o dicho de otro modo por una mutación accidental en un gen se desarrolle un cambio que favorezca a la mejora su código natural. ¿Qué sabe el azar evolucionista sobre el código de colores de los animales? , ¿Acaso un gen tiene ojos o inteligencia para observar un complejo código conceptual de colores y formas e imitarlo?
Sin embargo la maravillosa habilidad de este “supergen” que contempla la habilidad del “Mimetismo batesiano”, permite a una mariposa cambiar el color de sus alas, denota una complejidad y una trascendencia que escapa a cualquier escenario Darwiniano. Según Wikipedia se trata de un “fenómeno por el cual dos o más especies son similares en apariencia, pero sólo una de ellas está armada con mecanismos de defensa frente a los depredadores (espinas, aguijones, químicos tóxicos o, incluso, sabor desagradable), mientras que su doble aparente, carece de estos rasgos. La segunda especie no tiene otra defensa más que el parecido a la primera, lo que le confiere protección, ya que los depredadores asocian el parecido con cierta mala experiencia previa.”
Viéndolo de otro modo, si en este “supergen” llamado doublesex se produjera una mutación, ¿produciría alguna mejora en el mismo?, acaso se puede mejorar esta gran habilidad, además también cabe preguntarse, como por selección natural puedo llegar a desarrollarse este gen también relacionado con la sexualidad. Vamos que como con todos los genes, una mutación en el doublesex sería similar a dar un martillazo con todas tus fuerzas sobre un reloj de engranajes suizo, ¿mejoraría el reloj?
Por otro lado hay un factor muy a tener en cuenta que multiplica exponencialmente el hecho de que este gen haya llegado a ser tan bueno mediante selección natural, ¡ya que varias especies de insectos poseen el gen con esta habilidad! Y como todos sabemos, no existe ni un solo eslabón perdido de fósil de insecto que demuestre que unos descienden de otros, es más, los fósiles muestran que cucarachas, ¡moscas o mariposas fueron así desde el principio!. En efecto, varios insectos de distintas especies desarrollaron la misma habilidad, esto es probabilisticamente imposible en un escenario darwiniano, donde la posibilidad de que una sola especie de insecto encadene mutaciones accidentales hasta llegar a este instrumento de camuflaje es de muchos, pero que muchos ceros.
Como se puede comprobar una vez más la ciencia pone en evidencia la obra de Dios, porque Dios es la verdad más pura, la ciencia más pura, el conocimiento más puro.
Hebreos 11:3 Por fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía.