Black Mirror es una serie británica creada por Charlie Brooker, para channel 4 y conformada por capítulos unitarios, esto es, que no son consecutivos: uno pude ver la cantidad de capítulos que quiera, en el orden que guste sin que esto afecte la comprensión de los mismos. Recuerda en cierto sentido a la enigmática serie de La Dimensión Desconocida, creada por Ron Serling, pero sobre todo en su versión de los años ochenta. Nada más que a diferencia de ella, la ironía de Black Mirror tiene un propósito de crítica punzante contra la tecnología.
Así, en esta compilación dramática de ciencia ficción, por lo general los personajes estarán atrapados en infiernos de paredes metálicas de chip o silicona, programados o programando tramas macabras.
Comencemos hablando de algunas líneas argumentales, y así intentemos generar el interés del lector. En una sociedad futurista donde uno está atrapado en un cuarto de televisores con entretenimiento constante (eso sí, en pantallas planas gigantes) casi sin descanso, a reserva de perder algunas de las fichas ganadas con duro empeño durante el día. Porque no existe más camino que generar puntos en el trabajo diario, el cual consta de pedalear en un juego de video infinito. Partículas digitales coloridas en un mundo gris. A lo único que se puede aspirar en forma de excelencia, consiste en ser aceptado en un juego de búsqueda de talento, mucho más grotesco que American Idol, si esto fuera posible.
En otro lugar del mismo universo, los consumidores, pobladores de este nuevo orden pueden grabar lo que miran. Así, existe la posibilidad de darle play back, en caso de ser necesario un cúmulo de videograbaciones, biblioteca de imágenes excitantes para poder llegar al clímax, cuando se sostienen relaciones sexuales con sus parejas. Al igual, se puede aclarar algún argumento, como cuando los árbitros de un partido tienen que recurrir a la repetición instantánea.
En este mundo también existe una solución ante la pérdida de un ser querido, si es que este pasa a mejor vida antes que uno. Un robot idéntico a él; que mucho recuerda ese reciente éxito del cine comercial, Her (Spike Jonze, 2013); pero con sus debidas connotaciones necrófilas.
Identidades animadas son creadas, avatares cómicos, animados y mediatizados, como la única solución social aparente para competir con un candidato político.
Black Mirror no presenta solución ante ninguna problemática, sino que cuestiona nuestro sistema desde el poder que la tecnología rápidamente desarrolla. No estamos lejos de presentar condenas de prisión, castigos sociales virtuales que pudieran ser controlados por medio de redes sociales. Como el autor Charlie Brooker comenta sobre este episodio:
Me pregunté qué pasaría si en lugar de una cinta de zombies, tienes una historia en la cual 90% de la población simplemente se convierte en voyeurs sin emociones. Se dedican a graban con su celular lo que sea que sucede frente a ellos, especialmente si fuera horrible. ¿Qué le pasaría al 10% restante? Algunos enloquecerían y empezarían a hacer terribles cosas para divertir a la AUDIENCIA.
La serie es una experiencia en gran parte lúdica, sobre todo en los primeros actos de cada capítulo. Pero también está llena de espacios de horror que surgen de la grotesca concientización del espectador, una anagnórisis inmediata. Uno reconoce fácilmente el camino que estamos tomando, y sus prontas consecuencias. En algunos casos, como les decía, son cosas que están sucediendo y simplemente se dramatizan como si de una fábula digital se tratara, con lo que varios sucesos actuales quedan mucho más claros para una audiencia común.
¿Donde podría haber una solución? Donde no la hay, en la tendencia que tiene la serie para caricaturizar el complejo carácter humano. Las situaciones son completamente reales, o por lo menos posibles en todos sus casos. Pero el hombre fuera de la racionalización de máquina biológica, arma filosófica, tiene un carácter social que lo diferencia de cualquier sistema operativo. La palabra tecnología etimológicamente proviene del griego tekhné que significa “técnica” en un sentido de oficio, hacerlo con la técnica adecuada. El sufijo -logía es el estudio de cualquier cosa. Una manera científica de resolver a través de la técnica problemas de necesidades humanas. El problema es que esas necesidades han pasado a ser invenciones para capitalizar a empresas, no hay un bien común, sólo ganancia. Esas necesidades no son las necesidades humanas, sino los caprichos de la parte de la humanidad que se encuentra en un estado de exceso económico, no sabe qué hacer con esa utilidad. Pero bajo las reglas de mercado libre, ese dinero no puede estar ahí detenido, se debe convertir pronto en mayor ganancia, aparentando un progreso. La velocidad ya no es humana, la mente del hombre no pude alcanzar la velocidad de su creación, la máquina. Entonces, por desequilibrio, desigualdad y crueldad, tiene que venir un balance nuevo. Somos carne, polvo, pero también partículas mismas que pueden ser lámina, aluminio.
Pareciera que el hombre tiene el destino de desaparecer, si no es capaz de utilizar esa tecnología por un bien común y si la compasión no puede ocupar algún lugar cercano al hedonismo. Si pudiésemos encontrar el placer en el dar, que en mucho tiene que ver con la creación artística, sería la misma pulsión del libido que por el momento no tiene una máquina.
Puedes ver la serie completa aquí
http://pijamasurf.com/2014/04/suenos-recurrentes-sobre-la-serie-black-mirror/