“Mamá, apaga ese teléfono”. Esa es mi hija hablándome, y sólo tiene tres años.
Ella me regaña, pero también los regaña a ustedes.
Entiendo que tu trabajo paga las cuentas y sólo tienes tiempo para conectarte con la gente a través de tuits sobre tu estado de ánimo o leyendo la última actualización de tu primo en Facebook. Realmente lo entiendo. Mi teléfono está haciendo hoyos en mis jeans favoritos.
En cuanto a mí, me temo que el jefe me pueda acusar de estar completamente equivocada en mi último proyecto si no respondo su correo electrónico inmediatamente.
Sin embargo, sé que mi adicción a mi aparato portátil es mala. Revisar mi teléfono mientras hablo con mi hija y cocino la cena está dañando mi capacidad de mantener una idea por más de 140 caracteres.
Y unos investigadores de la Universidad de Stanford me respaldan. Encontraron que las personas que brincan de una fuente electrónica de información a otra no se enfocan y no recuerdan tan bien como la gente que trabaja en una sola tarea a la vez.
Todas estas multitareas también pueden ser perjudiciales en la capacidad de mi hija para aprender. En otro estudio de Stanford a punto de ser publicado se sugiere que la multitarea puede ser dañina para la capacidad de desarrollar habilidades emocionales y sociales.
“La gente que pasa mucho tiempo en línea no desarrolla las habilidades sociales y emocionales que necesita”, dijo Clifford Nass, un profesor de comunicación de la Universidad de Stanford e investigador en ambos estudios. “Pensamos que la razón es que tienes que aprender a leer las emociones y a entender las emociones de la gente”.
Mi iPhone fue un regalo de cuando tenía ocho meses de embarazo y no me podía mover. Comencé entonces a enviar las fotografías de nuestra hija recién nacida a cada pariente. (Y no he parado. Acabo de agregar los videos. ¿No es adorable?).
Ahora odio alejarme del teléfono. Soy una adicta. Yo realmente amo, amo, amo mi teléfono.
Mi teléfono también es mi herramienta auxiliar de negación de que vivo en el mundo real, lleno de platos sucios, pañales, ropa que lavar y lodo en el piso de casa.
El problema es que mi hija me ve con el teléfono y no piensa en los problemas del mundo real. Ella no me da una licencia. En ese momento, ella puede creer que mi teléfono es más importante que ella.
Ahora sé que si no me concentro en ella, quizá no aprenda a leer las emociones en los gestos de los demás y a interactuar con otros, por eso elaboré esta guía.
Consejos para padres adictos a la tecnología
Pasas mucho tiempo asegurándote que tus niños coman bien, tengan todas sus vacunas y hagan sus tareas escolares para el día siguiente. Su desarrollo social y la capacidad para conectar con la gente son igual de importantes para su supervivencia.
Realiza un esfuerzo consciente para dedicar unos minutos cada día para concentrarte en lo que tus hijos te están diciendo —sin que haya algún medio electrónico que los distraiga—.
Tiempo frente a frente
Pasa algo de tiempo con tus hijos, hablando y viéndose a la cara. Habla con tus hijos y no hagas nada más. Insiste en que tu hijo te mire. Si el tiempo frente a frente se entiende como sagrado, los niños y los adultos se concentrarán y aprenderán en lugar de ver hacia cualquier otro lado.
Apaga los medios
Apaga los televisores, los teléfonos, las computadoras, los videojuegos o cualquier aparato electrónico que pueda ser un distractor cuando estás hablando con tus hijos. ¿Recuerdas cuando era considerado mala educación dejar la televisión encendida mientras hablabas con otra persona? Ahora considera que eso también podría ser un peligro para la salud emocional y social.
Equilibra el uso de los medios
Está bien que tus hijos interactúen a través de internet, si también tienen interacción cara a cara y libre de tecnología con sus amigos.
“Los usuarios asiduos de medios que también tienen una comunicación frente a frente rica y activa donde no están desempeñando tareas múltiples se desarrollarán emocionalmente”, explica Clifford Nass, profesor e investigador de comunicación de Stanford.
Cenen como familia
Este es un consejo antiguo, pero vale la pena repetirlo: Toda la tecnología debe ser apagada en la mesa. Si te sientas a la mesa y envías mensajes de texto cuando estás comiendo, no te estás conectando con ellos.