Cuando Argentina dejó de pagar su deuda hace diez años, el país se convirtió en un paria a los ojos de los banqueros extranjeros y los tenedores de bonos; fue aislado de los mercados financieros internacionales, y vivió una profunda crisis interna. Sin embargo, su economía se recuperó rápidamente y experimentó un rápido crecimiento gracias al impulso de la competitividad que le dio el disponer de una moneda altamente depreciada. Lo mismo fue para Rusia en 1998 y para Ecuador el año 2000. Los impagos de deuda soberana, como se ven en la gráfica, han sido bastante frecuentes en la historia. Esta es una lección que se debe tener en cuenta a la hora de defender que un impago masivo puede ser la mejor opción cuando la única alternativa a la vista, son prolongados e inciertos años de austeridad, desempleo y crisis continua.
Es muy cierto que en el caso de Grecia, este escenario es muy complicado por la inserción de los griegos a la zona euro. Pero, aún así, a Grecia le sale más conveniente retirarse de la zona euro para recuperar la soberanía de su moneda, cortando de una vez el nudo gordiano que la oprime, y aceptar el shock de la devaluación que al menos le permitirá recuperar su soberanía económica, como hemos visto en el valiente documental Deudocracia. Esta moratoria griega puede crear serias hostilidades por parte de algunos socios europeos. Pero mientras más se alargue lo inevitable la crisis puede recrudecer aún más, y la violencia, como muestran estas imágenes de The Big Picture, puede subir de tono. El gran problema es que los grandes acreedores europeos, como lo son los bancos alemanes y los tenedores de bonos, presionan al BCE para que imponga mayor disciplina en los países con mayor incertidumbre.
¿Cuales podrían ser los efectos de una moratoria griega? Como señala este documento realizado por los economistas Eduardo Borensztein y Ugo Panizza el año 2008, y complementado en este artículo de VoxEu del año pasado, los costos de un impago masivo por parte de Grecia tendrían consecuencias fuertes “pero nunca más allá de uno o dos años”. Es decir que Grecia, si se hubiese retirado del euro apenas se inició la crisis, hoy tendría una economía mucho más sana que la que presenta.
Borensztein y Panizza investigaron a los países que llegaron al impago (o default), entre 1824 y 2004. En esta investigación de 180 años, los shock económicos producidos por un default, y los castigos aplicados por el sistema financiero no tuvieron un impacto real más allá de dos años. Mucho más cruda resulta ser la dilación de una agonía interminable. Y la experiencia en los últimos años de Argentina, Rusia y Ecuador (ver gráfica) así lo demuestra. Una de las razones para desconocer este hecho es la corta memoria de los mercados. Los mercados no tienen memoria y por eso suelen olvidar la historia.
Desde hace dos años que se conoce la dura realidad de la crisis griega y hasta el momento, la troika UE/FMI/BCE ha sido incapaz de elaborar un plan de rescate enfocado en ayudar a Grecia y al pueblo griego. En todo este tiempo la troika ha otorgado ayudas infinitas a los grandes bancos europeos justamente para protegerlos de este momento, como señala Joseph Stiglitz. La estrategia europea ha sido mezquina y se ha basado en la protección a la banca y los acreedores europeos, para que sean los trabajadores griegos, los jubilados y los contribuyentes quienes paguen la cuenta. Este es el verdadero suicidio político, que no tiene ningún sentido económico ni social, y que no funcionará ni siquiera por la fuerza.
Tarde o temprano, Alemania, Francia y los otros países acreedores, deberán pagar por los errores cometidos en el período de la burbuja especulativa, dado que fue un momento en el cual fueron incapaces de detectar los serios desequilibrios que se estaban incubando en la zonaeuro, con bajos salarios para el gran contingente de trabajadores, y altas remuneraciones para los ejecutivos de la banca y las grandes empresas. Esta forma de pseudo liberalismo olvidó uno de los puntos claves de Adam Smith, planteado en su Teoría de los sentimiento morales, “no concibo un mundo donde la producción económica se dedique a procrear mayor desigualdad”. Es lo que ocurrió en las últimas décadas, y es lo que tiene a la gente volcada en las calles, protestando en todas las ciudades de Europa.
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