El dolor que el alma siente, es tan profundo que hiere nuestro corazón, y ofusca nuestra mente, retrocede hacía el pasado, no quiere disfrutar el presente, y al futuro quiere llegar, antes de que el tiempo pase, va adentrándose en nuestro cuerpo, en nuestro cuerpo mortal, ya que, al ser ella inmortal, sabe que el dolor pasará, algún día ha de llegar que su dolor pase, de tal modo, que para ella es real el dolor que siente ahora, pero sabe que el cuerpo, el cuerpo que es su envoltura, siempre será mortal y que, cuándo sienta las heridas que le infligen las cosas de su alma, a otra esfera pasará, sin haber podido saber que el llanto que le regala, es para sí, por siempre jamás, porque siendo su envoltura, no descansará en paz, ya que el dolor que siente ahora, siempre le acompañará.
Si retrocede al pasado, contempla, para más daño, lo malo, se recrea en esta idea, y no quiere saber nada de lo bueno que hemos tenido, en nuestros tiempos de antaño, solo quiere lo que duele, lo que mata nuestro ánimo, no quiere ver alegrías en el pasado, ella no quiere fantasías, quiere llantos, no ilusiones, no quiere ver los dones que el cielo nos regaló en nuestra vida anterior, no quiere reconocer que lo pasado no vale, que la escuela que tuvimos, la que nos dio nuestros males, ya no es buena para nuestras necesidades, las pasadas, las presentes y las futuras, que el pasado ya ha pasado, que el presente es el ahora y, que el futuro, no ha llegado.
El presente no disfruta, no quiere reconocer, que el presente hay que vivirlo, el día a día ha de ser, nuestro lema para salir adelante, los problemas resolver, hacer frente a nuestras penas, a las que ella nos regala, no queremos el regalo que nuestra alma nos da, preferimos el minuto actual, en el que piensa nuestras mentes, quieren tener felicidad, ahora…, ya, no queremos regresar a sentir nuestros pesares, cuándo al pasado nos lleva, ni queremos adelantar un futuro que es incierto, lo que queremos es gozar del momento en el que estamos, y es real, y para en él tener felicidad, rechazamos el pasado y el futuro, y nos quedamos con nuestro tiempo de ahora, que no es un sueño ingrato, es el presente en nuestras vidas, el que manda, el que nos lleva por el sendero que en la felicidad culminará, y en buen puerto nos dejará.
El futuro, ¿por qué pensar en tal cosa?, el mañana no ha llegado, no sabes si llegará, si lo tendrás que esperar, ¿y si no tienes futuro?, ¿por qué llegar a otro tiempo tan incierto con la mente?, ésta nos engañará, cómplice del alma será, para que el dolor ingrato se recree en el presente, no quieren felicidad, nuestra alma y nuestra mente, no nos deja disfrutar de nuestro tiempo actual, de nuestro buenos momentos que la vida nos regala, el presente es un regalo, con el que la vida nos mima, no debemos rechazar lo que ahora tenemos, tenemos que dominar nuestros pensamientos, y llegar a la felicidad, venciendo nuestras mentiras, las mentiras que nos dan, ya que mienten, gozar de nuestros buenos momentos, con nuestros seres queridos, que nos llenan de alegría, de ganas de vivir, y, al fin y al cabo, son lo que, durante toda la vida nos acompañarán.
Y para finalizar, solamente destacar, que cuándo al pasado volvemos, hay momentos que podemos recordar con toda fidelidad ya sean buenos o malos, parece que los vivimos de nuevo, y si al pasado volvemos, es para que en nuestro presente, encontremos toda la felicidad que merecemos.
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http://demofila.blogspot.com.es/2009/05/el-dolor-del-alma_10.html
Dos anotaciones, es curioso pero publiqué hace una semana un ejercicio para precisamente rescatar los momentos felices del pasado que se mencionan en el último párrafo, es muy efectivo a pesar de lo simple que puede parecer: http://www.vueloalalibertad.com/2014/05/22/ejercicio-de-recapitulacion-22/
Por otra parte, el dolor del alma es algo más profundo que un simple asunto intelectual de cómo se mira la propia vida, el ejercicio que indico ayuda a cambiar la «sensación» general: Las personas «sensibles», en primer lugar, están más conectadas con el resto del planeta aún a nivel inconsciente, y en este planeta hay mucho dolor. Se sintonizan sin quererlo con eso porque lo que sucede a miles de kilómetros no tiene, como bien sabemos, en realidad distancia a nivel energético, por eso para estas personas es más necesario este ejercicio porque «carga» la balanza en energías menos dolorosas.
Por otra parte, este dolor del alma, perteneciendo prácticamente de forma exclusiva a personas sensibles, también les conecta a la parte más profunda de quienes en realidad son, y como dijo Hermann Hess (no es copy/past hablo de memoria): «Aquellos que se encuentran en el mundo están lejos de encontrase a sí mismos, pero aquellos que no se encuentran en el mundo están cerca de encontrarse a sí mismos».
¿Qué significa esto para el «dolor del alma»? Pues que lo que tienen la sensación del ese dolor es porque saben que están lejos de su casa, estando en realidad a un paso de volver a ella (al morir que puede suceder en cualquier momento) saben que eso tampoco les devolverá la libertad, la felicidad y todo lo que añoran, que este plano energético es una trampa mortal donde se consumen y se volverán a consumir en el futuro. Esto no es algo que «sepan», sino que sienten, de ahí ese dolor, porque muy posiblemente «algo» les haga volver, y no quieren en realidad volver (como siempre digo, miren los versos 153 y 154 del Dhammpada, no es algo que cualquier pueda comprender a la primera, pero ahí habla de ese mismo dolor y el deseo de librarse de e´l con otras palabras).
Esto no tiene porque ser consciente porque hay que profundizar mucho para «darse cuenta», ni tiene que ser así para todos, pero para una gran parte de las personas que sienten con profundidad y de una forma incomprensible este «dolor del alma» he visto que al final, cuando profundizas, tienen esos puntos en común prácticamente siempre.
Herman Hesse, un gran escritor siempre presente en mis estanterías. El lobo estepario, por ejemplo.