Escribe Gustavo Duch en El Periódico unos meses antes de la epidemia de E. coli hubo también en Alemania una crisis alimentaria por la aparición de dioxinas en algunas granjas. ¿Recuerdan? La explicación se dirigió hacia la alimentación del ganado: piensos contaminados seguramente por la utilización de residuos procedentes de la elaboración de agrocombustibles. Los sobrantes después del procesamiento del maíz o la soja para elaborar etanol son, desde un punto de vista nutritivo, semejantes a las harinas de dichos cereales. Conocido como granos húmedos de destilería, este subproducto se utiliza como un ingrediente barato del pienso que se destina a la alimentación de la ganadería industrial.
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Pues bien, repasando información al respecto, en primer lugar en el documental Food, Inc. (2008) se puede ver cómo un investigador veterinario, con las manos dentro del rumen de una vaca, explica que una alimentación excesiva de las vacas con granos en lugar de pasto o forrajes, como harían en su estado natural, es un factor que favorece la presencia de cepas de la bacteria E. coli en los estómagos de esos animales, y por lo tanto en sus excrementos.
Con más concreción, en segundo lugar averiguamos que desde el 2007 científicos del Servicio de Investigación Agrícola de EEUU han estudiado qué les ocurre a los animales alimentados con los granos húmedos que los coches y la industria desechan. En su centro Roman L. Hruska de Investigación de Animales para Carne, en Clay Center, Nebraska, han determinado con 608 vacunos que los animales alimentados con estos subproductos mostraron niveles significativamente más altos en sus excrementos de E. coli O157:H7. Es decir, niveles más altos de una de las variantes graves de E. coli, perteneciente a la misma familia que la detectada en Alemania.
Cuando las vacas industriales que malviven encima de sus excrementos llegan a los mataderos con las patas y los cueros sucios, el salto de la bacteria a la carne es viable. Y ya tenemos carne picada con posibilidades de estar contaminada, como ocurrió en 1982 en EEUU. Desde entonces se estima que cada año hay en ese país 73.000 casos de infección y 61 muertes por esta variante de la bacteria E. coli.
Otro amigo, Vicente Boix, que escribió un libro magnífico sobre los tóxicos en la alimentación y los daños que producen en las personas -su título es El parque de las hamacas– escribe con razón:
«Pasarán los meses, la E. Coli se olvidará (hasta que deje más muertos por ahí) y la «crisis de los pepinos» será historia. Y cuando esto suceda la bacteria sistémica del mercado libre seguirá campando a sus anchas para que los agricultores sigan sin cubrir costes, abandonando la tierra y claudicando ante los intermediarios y distribuidores. Todo para que estos últimos se enriquezcan y para que muchos ciudadanos que ahora se rasgan las vestiduras por los agravios que han recibido nuestros pepinos, puedan ahorrarse hasta el último céntimo al comprar un kilo de melocotones y así poder sufragar la hipoteca, los muebles de diseño, el coche guapo, el crucero en el Caribe, las cuotas del gimnasio y la cirugía estética para unos decaídos pechos«.
Y como esto va de amigos, cito a Josep Pàmies que tuvo el gusto de invitarme hará ya tres años a la primera feria ecológica de Balaguer (Lleida), que organizaron Som lo que sembrem, para dar una conferencia sobre los traficantes de salud. Él en su blog expone dos tesis sobre el posible desarrollo de las bacterias recombinadas de E. coli. La primera no me va pero la segunda apunta cosas interesantes:
No pueden o no quieren reconocer que la actual crianza de animales , basada en el actual sistema económico donde el máximo beneficio es su razón de ser, está llevando a alimentar a la población con carnes defectuosas. Nadie se cree ya que el problema son los pepinos o los germinados de soja. Precisamente el foco inicial fue en Hamburgo, la ciudad que ha dado nombre a las hamburguesas. Quizas es en las actuales hamburguesas industriales hechas con carne basura, donde está el problema.
Al servirse medio crudas, la bacteria E. Coli O104:H4 resistente por mutación, provocada por el cóctel de antibióticos que reciben los pobres animales engordados de formas inhumanas en granjas insalubres, infecta nuestro organismo, al cual ya no le sirven los actuales antibióticos (los mismos que aplican a los animales), porque dicha bacteria ya se ha hecho resistente a ellos en el intestino de dichos animales, al usarlos de forma abusiva, incluso preventivamente».
http://es.sott.net/articles/show/7186-La-E-coli-que-comen-los-animales-que-comemos