Vamos hacia una extinción oceánica masiva

La combinación de todas las amenazas que se ciernen sobre los océanos están creando las condiciones asociadas a una extinción masiva de especies como los que se dieron en el pasado de la historia de la Tierra.

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Un grupo internacional de expertos mundiales en vida marina advierte en un informe que los océanos terrestres corren un alto riesgo de entrar en un evento de extinción masiva sin precedentes en la historia de la humanidad.

Este informe preliminar se basa en el primer estudio internacional e interdisciplinar que tiene en cuenta el impacto acumulado de todos los factores que afectan a los océanos. Han considerado las últimas investigaciones realizadas en las distintas áreas de las ciencias marinas y los efectos combinados de la contaminación, acidificación, calentamiento, sobrepesca, perdida de habitats e hipoxia.

Los expertos concluyen que la combinación de todas estas amenazas o síntomas están creando las condiciones asociadas a cada una de las extinciones masivas de especies que se dieron en la historia de la Tierra en el pasado, antes de que aparecieran los humanos.

La velocidad y ritmo de degeneración en los océanos es, de lejos, más rápida de lo que nadie había predicho. Muchos de los impactos negativos previamente identificados son más graves que la peor de las predicciones. Aunque es difícil de evaluar debido a la velocidad de cambio sin precedentes, los primeros pasos hacia una extinción global significativa pueden darse con un aumento en la extinción de especies marinas, como las que forman los arrecifes de coral.

Alex Rogers, director del Programa Internacional sobre el Estado del Océano (IPSO), afirma que los hallazgos son impactantes. “Si consideramos el efecto acumulativo que la humanidad ejerce sobre el océano, las implicaciones terminan siendo mucho peores de lo que individualmente habíamos pensado. Esta situación es muy grave y demanda una acción inequívoca a todos los niveles. Estamos contemplando unas consecuencias para la humanidad que impactarán en nuestra vida presente, y lo que es peor, a nuestros hijos y a las generaciones posteriores”, añade.

Bajo los auspicios de IPSO y de IUCN (“Unión” Internacional para la Conservación de la Naturaleza) muchos científicos de las ciencias del mar recalaron en la Universidad de Oxford para un congreso o taller en el que analizaron los últimos datos. Encontraron pruebas de los efectos negativos del cambio climático que están además acoplados a otras consecuencias generadas por el ser humano y que ya están causando un dramático declive de la salud de los océanos.

El aumento de la hipoxia (bajos niveles de oxígeno en el agua) o zonas muertas marinas, combinados con una océanos cada vez más cálidos fueron factores que se dieron en cada extinción masiva que hubo en la historia de la Tierra. Hay fuertes pruebas científicas de que estos factores combinados se están dando ahora de nuevo. Este grupo de investigadores concluye que una nueva extinción masiva es inevitable si la actual trayectoria de daños se mantiene.

Se puede mencionar que el ritmo al que el carbono está siendo absorbido por los océanos es ya mucho mayor que en la última extinción global significativa de vida marina acaecida hace 55 millones de años, que es el evento más parecido al que estamos provocando en la actualidad y denominado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno. En ese evento se emitieron 2,2 gigatoneladas de dióxido de carbono anuales a la atmósfera en el transcurso de un milenio. La consecuencia fue que el 50% de todos los grupos biológicos de la vida marina de entonces desaparecieron para siempre.

Ahora estamos emitiendo 55 gigatoneladas anuales (un ritmo no visto en el registro geológico), pero además la sobrepesca ha reducido las poblaciones de las especies comerciales en un 90%, o se puede mencionar como ejemplo que en un sólo evento de blanqueamiento del colar ocurrido en 1998 se eliminó el 16% de todos los arrecifes mundiales.

Entre los problemas más graves está la acidificación de los océanos según éstos van absorbiendo dióxido de carbono producido en nuestras emisiones. Al parecer, esto está ocurriendo a un ritmo superior al que se pensaba.
Las zonas muertas por hipoxia se deben a la contaminación con aguas que han arrastrado los fertilizantes artificiales de nuestros cultivos en tierra. Estas zonas aumentan cada año en tamaño.

Los contaminantes químicos, que incluyen los retardantes del fuego o los perfumes sintéticos de los detergentes, ya se pueden encontrar en los osos polares. Estas sustancias pueden ser absorbidas por las partículas de plástico que ya contaminan todos los mares del mundo, ser ingeridos por distintas especies marinas y propagarse por la cadena trófica.

Los expertos están de acuerdo en que la suma de éstas y otras amenazas significa que los océanos y los ecosistemas que albergan son incapaces de recuperarse de este ataque múltiple.

El informe propone una serie de recomendaciones y hace un llamamiento a los estados, regiones y a las Naciones Unidas para que jueguen el papel de conservar los ecosistemas oceánicos. En particular demandan la adopción de medidas urgentes y un mejor control de las regiones marinas que han estado sin proteger hasta ahora y que constituyen la mayoría de los océanos del mundo.

Dan Laffoley, de la Comisión Mundial para la Áreas Protegidas del IUCN y coautor del informe, afirma: “Los mejores expertos mundiales en los océanos están sorprendidos por el ritmo y magnitud de los cambios que estamos viendo. Los desafíos para el futuro del océano son inmensos, pero, a diferencia de las generaciones previas, sabemos qué es lo que se necesita hacer. El tiempo de proteger el corazón azul de nuestro planeta es ahora, hoy, y es urgente.”

Estos expertos afirman que cuanto más retrasemos la reducción de nuestras emisiones mayor será el coste al que lo tengamos que hacer de todos modos. Los retrasos aumentarán los daños medioambientales y éstos producirán un mayor impacto socioeconómico y un costo elevado en emigración y adaptación.

En definitiva, nos dirigimos hacia una extinción masiva en los océanos terrestres que veremos ya con nuestros ojos si no hacemos nada para impedirlo.

Quizás llegue un día en que los mares hayan muerto y sobre ese cementerio se desplacen con sus yates aquellos que más contribuyeron a su asesinato. La belleza del mar, como la que se puede apreciar en la foto de cabecera, habrá desaparecido para siempre, al menos en lo que al ser humano respecta. Las medidas para impedir esa terrible estampa está en nuestras manos y la factura la pueden pagar perfectamente aquellos que más tienen.

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