El presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, advierte en una cumbre contra la violencia extremista celebrada en Dublín del peligro creciente de arrestos y torturas al que los trabajadores de su empresa se enfrentan en países donde la censura del contenido publicado en Internet es pan de cada día, especialmente aquellos en que la compañía del buscador ha mostrado una oposición frontal a las peticiones gubernamentales de limitar sus servicios.
Schmidt está convencido de que este problema “va a empeorar”, especialmente tras ver el éxito de las revoluciones en el mundo musulmán que, en gran medida, tuvieron su principal apoyo en la red:
La razón es que conforme la tecnología se hace más omnipresente y la ciudadanía se vuelve completamente conectada y el contenido se localiza en el idioma del país, se convierte en un asunto como la televisión.
El principal responsable de Google hace así referencia al control total que existe en la televisión de estos países, sabedores los líderes de los mismos del poder que sustenta sobre la población. Un Internet controlado al 100% por el Estado supondría el monopolio de la información, creando ciudadanos maleables y fieles a estos regímenes.
Schmidt recuerda que “hay países donde es ilegal hacer cosas que Google fomenta. En esos países, hay una posibilidad real de que los empleados vayan a prisión por motivos que no son culpa suya”. El ejecutivo señaló especialmente el caso de China, donde las tensiones con la empresa del buscador se suceden desde que esta se retirase de este mercado de forma parcial el pasado año 2010.
De hecho, este rifirrafe se mantiene tras el reciente intento de robo de contraseñas de usuarios GMail entre los que se encontraban activistas chinos, periodistas y funcionarios estadounidenses. En este caso, no obstante, Google evitó acusar al gobierno chino de estar implicado en este delito informático, si bien todo parecía indicar que así lo fuera.
Una delicada situación, la de la censura en la red, que no afecta únicamente a Google, sino que puede determinar el futuro de Internet y sí, como menciona Schmidt, esta se convierte en una nueva televisión (donde unos pocos mantienen el monopolio informativo) o sigue siendo paradigma de libertad en el que nos movemos hasta ahora.