¿Sirven para algo las primarias?. En España, con la estructura de partidos que padecemos, para muy poco. Los ingenuos podrán decir que son más democráticas que el dedazo anterior, que la imposición en esos congresos “a la búlgara” porque los militantes eligen a su dictador por votación , entre varios jerifaltes del partido (nótese que necesitan un número significativo de “avales”). O quizás, si son abiertas, porque los eligen entre simpatizantes que van más allá de la propia militancia, lo cual puede propiciar los pucherazos que se ven a pequeña escala. Sería, no obstante, un simple cambio estético (lo cual no está del todo mal) pero sin contenido programático alguno. Pero, en definitiva, estarían eligiendo al caudillo que dirigiría su formación hasta que caiga derrotado en unas elecciones o decida dimitir por voluntad propia o ajena. Pero vayamos al meollo de la cuestión.
Las elecciones primarias para elegir al Secretario General de un partido de masas (el PSOE ahora) o el candidato a las elecciones, es decir, el número uno de la lista (atención a esto: de una lista) no garantizan que ese señor, una vez en el poder, actue democráticamente dentro de su partido, es decir, que tome las decisiones por votación, por mayoría, libremente, en su dirección ejecutiva. Porque podría darse la paradoja de que un candidato “elegido democráticamente” se comporte como un auténtico tirano (hasta ahora así ha sido), imponiendo las decisiones sin ni siquiera someterlas a votación de sus bases o ejecutiva. Y no digamos ya a la hora de decidir manu militari el lugar que ocupe cada uno en las listas electorales.
De hecho es imposible, sí, imposible, que el elegido “por la voluntad democrática de los militantes” pueda actuar democráticamente. Y ello es así porque pronto tendrá que tomar las decisiones que le corresponden dentro del sistema de partidos que nos impusieron con el régimen del 78 . El antes elegido por un congreso, también controlado por las federaciones del partido a través de unos delegados con mandato imperativo, tendrá que elegir a su ejecutiva y empezar a hacer las listas, que configuran el control absoluto del poder dentro y fuera del partido tras las elecciones.
No podemos negar que es una auténtica chorrada, una bufonada copiar hasta el nombre “primarias” de los EE.UU. pero sin utilizar su sistema político. Las primarias en USA son un proceso de largo recorrido que desemboca en un candidato a Presidente. Pero ese candidato no va a controlar nada dentro de su partido. De hecho, el presidente de un partido norteamericano no es conocido, ni siquiera es diputado en muchas ocasiones. Sencillamente porque allí, los partidos no son instrumentos estatalizados, burocratizados y controlados jerárquicamente. Gracias a su larga trayectoria democrática y al sistema mayoritario (que no necesariamente es el mejor) el partido tiene un papel poco relevante. Porque el papel relevante lo tienen las personas, los candidatos individuales que no pertenecen a la burocracia del partido. Ahí está el quid de la cuestión. Se podrá discutir cómo financian sus campañas, si sabemos qué empresas o lobbies apoyan a tal o cual candidato (algo que por cierto es bastante público) pero no se puede discutir que el proceso es democrático. Y en comparación con España, es que da sonrojo o vergüenza ajena todo intento de comparación.
Por no saber, en estas falsas elecciones primarias, aquí no sabemos con qué presupuesto cuenta cada candidato, si se permite que se financie con aportaciones externas (es todo opaco), por qué un candidato ha recibido más dinero que el otro ( si es así), por qué los debates son ridículos e inexistentes, o porqué no se retransmiten por televisión y, en definitiva, por qué no interesan a nadie. Todas estas preguntas prefiguran el fraude, porque no es otra cosa más que eso. El escándalo de afiliaciones masivas en una agrupación local y que obligó a dimitir al secretario general del partido en una ciudad levantina no es más que uno de los ejemplos de que ni siquiera ellos mismos se creen la trola que tratan de representar.
Los partidos mayoritarios, en España, jamás podrán ser democráticos si no hay una ruptura total en la que se imposibilite que la dirección del partido tome todas las decisiones y que los candidatos a diputado sean elegidos en listas. Podemos discutir qué sistema electoral es más democrático pero de lo que no cabe duda es de que el que hay no lo es. Y hacer primarias en un ente cerrado, opaco, oscuro, que no rinde cuentas a la ciudadanía es un sinsentido. En ese aspecto el PP es más coherente con su estructura piramidal, típica del antiguo régimen, no cambiando el sistema. Para qué perder el tiempo en unas falsas primarias se dirán. Fraga nombró a Hernández Mancha y después a Aznar y Aznar nombró a Rajoy. Fin de su democracia. Directamente dictadura, como debe ser en toda partidocracia.
En resumen, todo este espectáculo no da sino pena, mucha pena. La dan los medios que se prestan a dar cobertura sin ningún atisbo de crítica al proceso y la dan los propios partidos que ponen en marcha la pantomima. Ver como nuevamente tratan de engañar a la población consupuestas medidas de regeneración que no son sino más de lo mismo, humo, vacío, caras nuevas para una política vieja. ¿Cómo pretendemos copiar el sistema de primarias si los candidatos pertenecen al aparato del partido?, sería otra cuestión a debatir.
Para empezar a ser creibles, debería de prohibirse a cualquier candidato pertenecer al organigrama del partido, a la ejecutiva o a la dirección. Así lograríamos partidos desburocratizados y que fueran simples plataformas de apoyo a candidatos de la sociedad civil. Entonces podríamos empezar a hablar de primarias y de que los partidos están dispuestos a abrirse, a democratizarse. Hasta entonces, las primarias son un engaño más de la partitocracia española, acostumbrada a mentirnos y manipularnos desde hace más de tres décadas. Y las aventuras de los nuevos partidos minoritarios con vocación de mayoritarios que utilizan la demagogia, quizás sea la única salida visible a esta dictadura de los imbéciles.
¿Primarias?. Mejor secundarias, en votación terciaria y con aparatos del partido del cuaternario. Tomémoslo a guasa, es la única salida en este país. Y después prefiramos la verdad cruda a la mentira vil. Mejor las viejas caras que las nuevas-viejas caras bien maquilladas, los culiparlantes de escaño y media pluma. Al menos no podremos llamarnos a engaño, no tratarían de tomarnos el pelo con nuevas hornadas, las generaciones perdidas de la burocracia partidaria.
¡jajaja! Muy bueno, Maestro. Estoy de acuerdo. A mí me parece lo mismo: operación maquillaje -una más- para lograr un objetivo: que el PP, llegado el caso, tenga con quien pactar para «garantizar la estabilidad del sistema», como dijo don Flipe. En resumen: para apuntalar el sistema económico. ¿Qué sistema? En lenguaje llano, en «Voy a saco y llevo mucha prisa».
Quien se llame al autoengaño con esta parafernalia, peor para él/lla. Adivinanza: ¿quién ocupó un puesto en el consejo de administración de Cajamadrid? Pues eso.
La España profunda es cada casa, oficina, iglesia, calle y bar en el que pensar es un lujo y la educación un derroche. Sigue más vigente que nunca lo que escribiera A. Machado:
en España de cada diez cabezas nueve embisten y una piensa.
La España profunda es un espacio virtual más o menos ubicado en las partes pudendas de aquellos españoles que renuncian a usar su cabeza.
«En España, de cada diez cabezas nueve embisten y una piensa». Antonio Machado. ¡Qué bueno! No lo conocía.