«… Este año, tenemos algo muy especial para mostrar. En una tienda de antigüedades, hemos descubierto 93 maravillosos pequeños negativos de cámara de c. 1897, todos los disparos en el Medio Oriente (Jerusalén, Palestina, Egipto. […], Etc), que formaría un programa ideal 80 [minutos] de lo que podría ser una de las primeras películas rodadas en la región todavía en existencia.» anunciaron Lobster Films.
Y contaron que los pioneros de cine franceses hermanos Auguste y Louis Lumière enviaron camarógrafos a Palestina en 1896 para rodar las primeras imágenes en movimiento de la vida en la región.
En este momento, Palestina era un remanente del Imperio Otomano con alrededor de 500.000 habitantes, 30.000 de los cuales vivían en Jerusalén. 85% de la población es musulmana, el 10% cristianos y el 5% eran judíos. Todos eran súbditos del sultán de Constantinopla, donde no hay fronteras sino divisiones administrativas. Todos eran semitas.
El semitismo es una cualidad que puede aplicarse a los pueblos y lenguas semitas, es decir, personas procedentes originariamente de la zona comprendida entre Siria, Egipto, Iraq y la península arábiga. En la actualidad, en Palestina, la mayoría de los judíos no son semitas, ya que proceden de Europa central y oriental, Argentina, Sudáfrica, Canada, etc… mientras que la mayoría de los árabes sí lo son. En realidad, al contrario de lo que se cree, “antisemita” sería también “antipalestino” o en un sentido más amplio “antiárabe” tanto como “anti-hebreo”.
Y llegó el colonialismo. («Se han repartido el mundo. Ya nada me asombra.» canta Tiken jah Fakoly.)
Francia e Italia se apropiaron de África del Norte.
Inglaterra se apropió de Egipto, Adén, y Kuwait.
El imperio otomano está ahora acorralado y ahogado por deudas.
Mientras, el zar ruso Alejandro II es asesinado. El régimen zarista culpabiliza a los judíos. Decenas de millares de ellos fueron masacrados. Cientos de miles huyen a América, otros se quedan resistiendo, y otros soñadores crean el sionismo, el sueño de una patria para el pueblo judío en una tierra llamada Tierra de Israel (en Jerusalén, donde se ubica el Monte de Sión)
A partir de entonces, llegan a Palestina miles de colonos judíos, campesinos con el afán de crear una comunidad fuerte física y de espiritualmente, los «amantes de Sión». Los árabes les reciben sin temor. Viven bajo un feudalismo, las tierras no les pertenecen, viven de su trabajo y en sus aldeas.
Pero hombres como Theodor Herzl tienen otra idea:
«Si hasta la Francia ilustrada busca la muerte de los judíos, debemos tener nuestra tierra, un estado donde seamos los amos»
En Francia, el caso Dreyfus conmocionó a los judíos. Se trató
de un acusamiento de espionaje en falso hacia un judío sobre un transfondo fuerte de antisemitismo, que acabó por avivar las llamas del semitismo más radical. Herzl se fija un plazo no mayor de 50 años para fundar un estado judío. Los sionistas tienen ahora su propio banco, prensa, organización mundial, y un objetivo puesto en Palestina.
Estos compradores judíos no se parecen en nada a los judíos campesinos que ya viven en Palestina: pagan al contado y sin regatear, compran toda la tierra que pueden sea fértil o infértil, y en ellas sólo dejan trabajar a otros judíos.
Así, nace el primer kibbutz, comuna agrícola judía inspirada por una ideología sionista socialista, en la que la idea es que un pueblo no puede ser libre si no produce su sustento por sí mismo, empezando por la producción agrícola. En Europa, los oficios agrícolas les estaban prohibidos a los judíos, y donde no lo estaban no eran prácticos, ya que los judíos eran frecuentemente expulsados de sus países o regiones y el trabajo agrícola requiere un alto grado de arraigo. Por eso, los judíos se dedicaron principalmente al comercio. Ahora, el pueblo sin tierra tenía ya una patria. Aún así, sólo eranel 10% de la población.
En la I Guerra Mundial, los turcos prometen fidelidad a Alemania, una excusa perfecta para que losbritánicos y franceses se lanzaran a acabar con el Imperio Otomano. Así, comenzaron a pedir fidelidad a grandes hombres árabes, con las promesas de darles el reinado y poder de esas futuras nuevas tierras, un reino árabe unido e independiente. Lawrence de Arabia, por su parte, prometió a Faisal el reinado de Siria. Pero mientras los árabes luchan contra los turcos, Francia e Inglaterra ya se reparten las tierras de Líbano, Siria e Irak en su sillón de un hotel de París: El francés dibuja en azul su parte del pastel, y el inglés en rojo. Palestina la pintan en negro: será una zona internacional, hasta que los británicos la añadan a su plato.
Y al plato de los judíos sionistas.
La Declaración Balfour fue una manifestación formal del gobierno británico en la que el Reino Unido se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en Palestina.
«El gobierno de Su Majestad en Inglaterra prometió trabajar en el establecimiento de una patria para el pueblo hebreo. En el entendimiento de que no se haría nada que comprometiera los derechos civiles y religiosos de las comunidades no hebreas existentes en Palestina. En ese tiempo, se asumió que dicho objetivo podría cumplirse con el consentimiento y cooperación de esos pueblos. El tiempo ha demostrado que esa suposición fue incorrecta.» confesó un representante inglés años más tarde en la ONU.
La declaración decía:
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.»
Los colonizadores no hacen caso de la sublevación de los árabe palestinos. Sólo se preocupan por la tarta. La liga de naciones vuelve a tener hambre:
Siria y Líbano para Francia.
Irak para los británicos, quienes lo ceden a Faisal.
Para su hermano, crean el nuevo Emirato de Transjordania.
Palestina, para los británicos.
A los árabes les prometieron un gran reino unido e independiente, pero crearon grandes Estados separados.
Ahora, Palestina está rodeada por fronteras.
Los judíos llegan a Palestina por oleadas, cien mil inmigrantes rusos y polacos. Ya son el 17% de la población. La propaganda vende Palestina como la tierra soñada, y Tel Aviv como la primera ciudad judía, pero no mencionan que esta ciudad se construyó a las puertas de una ciudad árabe, Jaffa.
Los británicos se preocupan cada vez más de la numerosa inmigración de
estos judíos, especialmente a partir de la subida del nazismo. Vienen de Alemania y de Europa Central, más que el total de judíos que había en todo el país 20 años antes.
Huelgas generales y levantamientos se suceden por parte de los árabes, contra la ocupación británica y judía.
«Los árabes hemos decidido hacer una huelga general hasta que la inmigración judía se detenga de manera total e inmediata y hasta que el gobierno introduzca un cambio esencial es sus políticas, que si continúan, resultarán en el reemplazo de los árabes por los judíos.» auguraban con acierto.
Los británicos sofocaron a través incluso de bombardeos estos levantamientos, y los judíos mientras construyeron murallas, torres de guardia, e instruyen a su población en lo militar,con ayuda de los británicos. Todos aprenden a usar un rifle. Es el nacimiento de unsionismo fuertemente militarizado.
Pero la Segunda Guerra Mundial se aproxima, y los británicos prefieren afianzar sus alianzas con los árabes, así que limitan la inmigración judía. Pero los judíos siguen llegando clandestinamente ante el genocidio nazi.
Ya no hablan de un hogar, sino de independencia. Los británicos siguen rechazando las masas de inmigrantes, expulsando, encerrando y asesinando a los judíos que llegan. Palestina se ha vuelto una carga demasiado pesada. Remiten el problema a la ONU.
Cara a cara, un sionista y un palestino, ante una comisión política, con el mismo turno y tiempo para hablar.
Abba Hillel Silver, rabino reformista, vive en Nueva York, y les recuerda que
«El pueblo hebreo fue aliado de ustedes en la guerra y unió sus sacrificios a los suyos. para alcanzar una victoria común.»
Henry Cattan, palestino, abogado en Jerusalén, contesta orgullosamente,
«Vengo como representante del pueblo palestino, como un árabe cuyas raíces están hondamente enraizadas en esta tierra torturada. Los árabes de Palestina no reclaman su país con súplicas, porque les pertenece. Tampoco reclaman su independencia como promesa. Su derecho a tal independencia es natural e innegable.»
Miembros de la comisión Europea deciden quitarles a los británicos Palestina, ¿pero a quién dársela? Ocho diplomáticos deciden dividirla en dos Estados árabe y otro judío, una división de trazo complicado en la que los judíos recibirán más de la mitad del territorio aunque sólo forman un tercio de la población.
«Los Estatutos de la ONU dicen, no permiten la división de un territorio contra la voluntad de su gente. Palestina es árabe y así debe permanecer. Si los europeos quieren dar a los judíos un país, si sienten culpa por haberlos perseguido, que les den un territorio en Europa.»
«Lo que se ha escrito con negro en Nueva york, será borrado con rojo en Palestina.» advierte el pueblo árabe.
Los judíos amplían sus fronteras borrándolas con rojo. Los británicos se lavan las manos: su mandato acaba en seis meses.
En la aldea de Deis Yassin, todos sus habitantes son exterminados. 250 seres humanos. Los palestinos de otras aldeas huyen, y los judíos se establecen en su lugar. Los mandatarios árabes se dividen la poca parte del pastel árabe que queda y siguen llegando judíos exiliados, esta vez de África del Norte y Medio Oriente, que no entienden del antisemitismo pero sí del exilio.
Los Palestinos también se convierten en exiliados y refugiados en su propia tierra.
«Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como
siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.» Eduardo Galeano.
Stela Tzur, 86, co-fundadora de Mujeres de Negro y parte del grupo de Haifa, tiene un signo que dice «ojo por ojo hasta que todos van a ciegas»en hebreo.
Son las mujeres de Negro, 26 años de lucha contra la ocupación.
Todos los viernes desde 1988, estas mujeres se han instalado en las principales plazas de las ciudades de Haifa, Tel Aviv o Jerusalén o en los cruces de carretera con carteles que llaman a poner fin a la ocupación israelí. Tomaron el código de color negro de las Madres de Mayo como parte de un movimiento político en todo el mundo contra la violencia, la ocupación, la discriminación y el racismo.
El grupo está disminuyendo en número y también ellas están envejeciendo. No obstante, siguen de pie en un espacio público al mediodía, en el día más ocupado de la semana, en el centro de la ciudad. Quieren que las personas se dan cuenta de que la ocupación es errónea.
Fuentes:
Texto basado en el documental imperdible: «Palestina: histoire d’une terre 1880-1950» https://www.youtube.com/watch?v=czQXWuHw2Jg
http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/History/balfour.html
http://dangerousminds.net/comments/the_first_film_footage_of_palestine_circa_1896
http://alterglobalizacion.wordpress.com/2009/01/16/judaismo-semitismo-sionismo/
http://es.wikipedia.org/wiki/Kibutz