El enigma medieval de los tres muertos vivientes: un cuento zombie de una época más nihilista que la nuestra

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Por alguna razón cuyo origen se ha extraviado en los primeros años de nuestra historia como civilización, el número tres ha fascinado a la mente humana, en especial la mente esotérica, aquella parte de nuestro entendimiento entregada a explicar lo inexplicable, así sea por medio de lo enigmático.

El tres ha sido cifra de una misteriosa perfección. El día se ha dividido en tres partes, y en la adivinanza de la Esfinge a Edipo, dichas divisiones se ajustaron a su vez a las principales etapas en la vida de una persona. Tres eran las Parcas que también en la mitología griega determinaban cuándo nacía una persona, cuánto duraría su existencia y, finalmente, cuál sería el momento de cortar el hilo. Tres son las personas de la divinidad en el imaginario cristiano. O, como asegura Borges en la última de sus Siete noches:

Dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación. Una confirmación de orden ternario, una confirmación divina o teológica.

¿Será por eso que en estos grabados medievales son tres los muertos vivientes que figuran junto a nobles y personas de poder?

Como sabemos por motivos como la Totentanz (“danza macabra”) o El triunfo de la muerte, la Europa de la Edad Media tuvo una relación especialmente traumática con este elemento consustancial de la vida. Bajo la poderosa influencia de la doctrina católica, la presencia de la muerte se extendió por territorios y poblaciones en una mezcla de temor, reverencia y oportunidad para la humildad y el reconocimiento por doble partida de lo finito y lo infinito, lo menor de la vida humana y lo mayúsculo de la gracia divina.

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Así, por ejemplo, en las ilustraciones de estos manuscritos en los que tres cadáveres que conviven en un paralelismo ominoso con su contraparte humana. De acuerdo con el sitio de la British Library, se trata de representaciones de una posible fábula medieval conocida como “Los tres vivientes y los tres muertos”, la cual, en su versión más elemental, contaría este suceso:

Tres nobles están de cacería cuando de pronto se encuentran con tres cadáveres, cada uno de los cuales se encuentra en distinto estado de descomposición, y sin embargo se muestran como seres animados. Previsiblemente, los hombres quedan impresionados y conmocionados ante este espectáculo. Los cadáveres entonces los conminan a considerar la fugacidad de la vida y a mejorar su comportamiento antes de que sea demasiado tarde.

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En estas imágenes hay sin duda una mezcla de moralismo filosófico e iconografía cristiana. El motivo del memento mori ―ese “Recuerda que morirás” que, según la leyenda, proviene de laAntigua Roma y llegó hasta las representaciones de los santos en la pintura renacentista y barroca (véase, por ejemplo, el célebre San Jerónimo de Caravaggio)― combinado con cierto epicureísmo y también cierto nihilismo: recuerda que nada importa, porque todo morirá. No importa si eres señor de un castillo, rey, papa o campesino: al final también morirás. “Et nous, les os, devenons cendre et poudre”: “En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” (Villon/Góngora).

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Un comentario en “El enigma medieval de los tres muertos vivientes: un cuento zombie de una época más nihilista que la nuestra

  1. Disculpen la rudeza pero hablando en plata, el nihilismo es como aquel dicho que dice «una de cal y otra de arena, más yo añadiría otra de cal y otra de arena, hasta que al final no sabes la que toca poner si la de cal o la de arena.

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