vania DE LA POLARIDAD A LA UNIDAD

Aquí tenemos un dibujo muy conocido, en el que cualquiera puede experimentar claramente el problema de la polaridad que aquí se plantea en primer término/segundo término, o, concretamente, caras/copa. Cuál de las dos formas vea dependerá de sí pongo en primer término la superficie blanca o la negra. Si interpreto como fondo la superficie negra, la blanca se sitúa en primer término y veo una copa. Esta apreciación cambia cuando considero que la superficie blanca es el fondo, porque entonces veo como primer término la superficie negra y aparecen dos caras de perfil. En este juego óptico se trata de observar atentamente nuestra reacción fijando la atención en una u otra superficie. Los dos elementos copa/caras están presentes en la imagen simultáneamente, pero obligan al que mira a decidirse por uno o por el otro. O vemos la copa o vemos las caras. A lo sumo, podemos ver los dos aspectos de la imagen sucesivamente, pero es muy difícil verlos simultáneamente con la misma claridad.
Este juego óptico es una buena vía de acceso a la consideración de la polaridad. En este grabado el polo negro depende del polo blanco y viceversa. Si suprimimos del grabado uno de los dos polos (lo mismo da el negro que el blanco), desaparece toda la imagen con sus dos aspectos. También aquí el negro depende del blanco, el primer plano depende del fondo, como la inhalación de la exhalación o el polo positivo de la corriente del polo negativo. Esta absoluta interdependencia de los contrarios nos indica que, en el fondo de cada polaridad, existe una unidad que nosotros, los humanos, no podemos aprehender con nuestra conciencia, incapaz de percepción simultánea. Es decir, tenemos que dividir toda unidad en dos polos, a fin de poder contemplarlos sucesivamente.

 

¿Existen algunas palabras en los evangelios que haga referencia al tema tratado?
Jesús les dijo:
Cuando de los dos hagáis uno y cuando hagáis lo de dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro y lo de arriba como lo de abajo y de lo masculino y lo femenino hagáis uno, para que lo masculino no sea masculino ni lo femenino sea femenino, cuando hagáis ojos en vez de un ojo y una mano en vez de una mano y un pie en vez de un pie y una imagen en vez de una imagen, entonces entraréis en el Reino.
TOMÁS. Evangelios Apócrifos, cap. 22.

Jesús enseñaba únicamente este camino que lleva de la polaridad a la unidad —y ni sus propios discípulos le comprendieron del todo (con excepción de Juan)—. Jesús llamaba a la polaridad este mundo y a la unidad, el reino de los cielos o la casa de mi Padre, o simplemente el Padre. Él decía que su Reino no era de este mundo y mostraba el camino hacia el Padre. Pero sus palabras se interpretaban de un modo concreto, material y mundano. El Evangelio de san Juan muestra, capítulo tras capítulo, esta mala interpretación: Jesús habla del templo que reconstruirá en tres días —y los discípulos creen que habla del templo de Jerusalén—; pero Él se refiere a su cuerpo. Jesús habla con Nicodemo de renacer al espíritu, y Nicodemo cree que se refiere al nacimiento de un niño. Jesús habla a la samaritana del agua de la vida y ella piensa en agua potable. Podríamos dar muchos más ejemplos de que Jesús y sus discípulos tienen puntos de referencia totalmente distintos. Jesús trata de dirigir la mirada del hombre hacia el significado v la importancia de la unidad, mientras que sus oyentes se aferran convulsa y angustiadamente al mundo polar. No tenernos de Jesús ninguna exhortación, ni una sola, de mejorar el mundo y convertirlo en paraíso, pero con cada frase trata de animar al ser humano a dar el paso que conduce a la salvación, la salud.

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