¿Máquinas de otros mundos en el siglo XIX?

Aquella mañana, de abril de 1897, Julio Verne se había levantado temprano. Una extraña sensación le rondaba la cabeza desde hacía muchos días. Rompió su rutina habitual de trabajo, y decidió leer la prensa mientras observaba el gentío a través de la ventana de su despacho. Al repasar las primeras páginas de Le Figaro, no pudo evitar murmurar en voz baja. Allí entre noticias políticas y las notas diarias sobre la creciente tensión internacional entre Estados Unidos y España, por el contencioso de la Isla de Cuba, apareció un reportaje que atrajo poderosamente su atención. La crónica hablaba de unos extraños sucesos que venían acaeciendo al otro lado del Atlántico y que tenía desconcertada a toda la población. Desde hacía meses, enigmáticas aeronaves sobrevolaban los aires del Nuevo Continente, desplegando una tecnología desconocida hasta la fecha. Verne sonrió en silencio mientras dirigía su mirada al cielo despejado. El genial escritor galo guardaba, desde hacía más de diez años, un secreto que, poco a poco, se estaba desvelando…
Pero será mejor que vayamos por partes y veamos qué estaba sucediendo en los Estados Unidos y qué sabía de todo ello nuestro singular protagonista.

La oleada «imposible»

La misteriosa oleada de la que tanto hablaban los periódicos norteamericanos, y que recogían incluso hasta los noticiarios europeos, comenzó en noviembre de 1896, con el multitudinario avistamiento de una enorme aeronave en forma de puro sobre la ciudad de Sacramento (California), que pudo ser contemplada, con gran asombro, por casi toda la población. Días después, desde diferentes Estados se reportaron noticias similares que hablaban, sin lugar a dudas, de unas estrafalarias e imponentes naves aéreas que estaban surcando los cielos impunemente. Los cronistas de la época, describían a estos artefactos voladores, como parecidos a enormes dirigibles, con cabina en su parte inferior y armados con unos potentes «reflectores» con los que gustaban asustar a los desprevenidos testigos.

Cientos de periódicos recogieron en sus páginas
las increibles manifestaciones celestes

Investigadores contemporáneos como Robert G. Neely Jr., Donald Hanlon o Jacques Vallée, han podido hallar mas de dos millares de noticias de periódicos, comprendidas entre los años 1896-1897, referidas todas ellas, a la aparición de curiosas e imposibles aeronaves aéreas en los Estados Unidos, bautizando a aquellos hechos, como la Oleada Air-Ship. Hay que tener muy en cuenta, antes de continuar, que nos situamos al final del siglo XIX, y que el primer vuelo efectuado por el hombre lo consiguieron en este caso, los hermanos Wright, el 17 de diciembre de 1903 y el primer dirigible norteamericano, el California Arrow de Thomas Baldwin no voló hasta 1904. Por lo tanto, se supone que en 1896-97 ningún aparato humano, excepto eventuales globos, interrumpían el delicado vuelo de las aves. Expertos aeronáuticos como Charles Harvard Gibbs-Smith, perteneciente al Museo Victoria y Alberto de Londres, han descartado la posibilidad que tras la Air-Ship se hallara la mano humana.

Los dirigibles de finales del Siglo XIX y principios del XX,
no pudieron causar los extraños avistamientos de la Air-Ship

Sin embargo, y fuera de toda lógica, durante los dos mencionados años, se produjeron abundantes avistamientos de «dirigibles» que surcaban los cielos a una velocidad estimada entre 5 y 340 Km/hr. Tal y como afirmaba certeramente el investigador galo Jacques Vallée; «la nave aérea se entregaba a todas las actividades típicas de los OVNIs: se inmovilizaba en el aire, lanzaba sondas, cambiaba de rumbo bruscamente, o de altitud, yendo a una gran velocidad, describía círculos, aterrizaba y despegaba, y barría la campiña con poderosos reflectores». Pero aquellos artefactos, al contrario que nuestros modernos OVNIs, parecían estar a la vanguardia de la tecnología de finales del siglo XIX. El estudioso sevillano Ignacio Darnaude, en su artículo La misteriosa Oleada de 1896-1897 decía al respecto:
«Numerosas máquinas voladoras de muy variado tamaño, aspecto y características montaron un vasto despliegue histriónico en los cielos de la emergente potencia mundial, mostrando destartaladas alas móviles que batían el aire como las de las aves, velas de lona para captar el viento, hélices propulsoras, norias circulares como las de los navíos fluviales, aerostatos de gas, colas estabilizadoras, timones de dirección, máquinas de vapor, motores eléctricos y de gasolina, reflectores, luces multicolores y otros dispositivos mecánicos simulados, susceptibles de ser atribuidos a la primitiva tecnología punta en boga a finales del novecientos».
Pero lo que pocos sabían, en esos momentos, es que años atrás, un sensacional escritor ya plasmó, veladamente, en un libro estos sorprendentes acontecimientos. De nuevo nos encontramos con un Julio Verne convertido en magistral visionario…

Robur el Conquistador

Lo verdaderamente desconcertante de la Air-Ship de 1897 -escribía el decano de la ufología Antonio Ribera es su carácter juliovernesco. Quien quiera hacerse una idea de su apariencia, de acuerdo con los relatos de los testigos, puede acudir a dos obras de Julio Verne muy poco conocidas: Robur el Conquistador y el Dueño del Mundo. Y es que en estas citadas obras del escritor francés, se describe minuciosamente una aeronave denominada Albatros que se asemeja extraordinariamente a los dirigibles observados en el sudoeste norteamericano. Hay que señalar que los libros de Verne salieron a la luz publica diez años antes de los sucesos de la Air-Ship (1886). ¿Cómo pudo el novelista anticiparse a estos futuros acontecimientos?, ¿quiénes eran los tripulantes de aquellas imposibles máquinas voladoras?, ¿qué intenciones tenían?. Intentemos arrojar luz al asunto repasando algunas de las profecías que ocultó Verne en el texto de su novela…
En Omaha, capital del Estado de Nebraska, se sucedieron decenas de avistamientos de la admirable maquina voladora que parecía estar desplazándose, desde su punto inicial, California, hacia el este, causando el furor y la expectativa entre miles de improvisados espectadores. La prensa se limitó a recoger el pulso de la calle, trasladando a todos sus lectores las inquietudes originadas por la súbita aparición nocturna. Tal y como reflejan las decenas de recortes de prensa recopilados, la ciudad de Omaha, fue un objetivo esencial en las continuas idas y venidas de la aeronaves fantasmas, y así lo plasmaron diversos reporteros. Un suceso que tuvo amplia repercusión, fue el reportado el 28 de marzo de 1897, cuando un gran gentío se reunió en la calle para ver una enorme luz que volaba a poca altura. Casi toda la población de Omaha fue testigo de este inexplicable incidente, que fue referido en casi todas las tertulias de la región.
En la novela Robur el Conquistador, el autor galo inserta la siguiente precognición: los habitantes de Omaha debieron distinguir el extraño aparato (el Albatros) (…) un hecho que los periódicos de la unión iban a comentar. De hecho en este párrafo el escritor galo, cita por un lado la ciudad de Omaha y por otro el seguimiento periodístico del que fue objeto su aeronave, el Albatros, que al igual que el asunto Air-Ship, fueron continuas portadas de periódicos y diários. Julio Verne aclara aún más éste concepto cuando detalla: Como es de suponer, todos los periódicos hablaron de la cuestión (los avistamientos del Albatros), y la trataron bajo todas sus formas, la aclararon y la oscurecieron, contaron hechos verdaderos o falsos, llenaron de alarma o tranquilizaron a los lectores…

El 11 Abril de 1897 en Chicago, un fotógrafo de nombre Walter McCann logró obtener, mientras paseaba por el parque Rogers, dos fotografías de un extraño dirigible que volaba sobre los suburbios de la ciudad a unos 500 pies de altura. Como el objeto se hallaba a corta distancia del objetivo de McCann, éste consiguió plasmar nítidamente la silueta de la fantasmal aparición que traía de cabeza a todos los norteamericanos. Una de las instantáneas sirvió para realizar una ilustración que acompañó al sensacional reportaje periodístico, para deleite de miles de lectores. El articulo venía avalado por la firma de otros testigos, como el Sr. G. A. Oversocker, William Hoodles y E. L. Osborn. Desgraciadamente las fotografías se esfumaron mientras crecía una ardua polémica sobre su autenticidad entre varios periódicos rivales.

13 de abril de 1897. El periódico Saint Louis Globe-Democratat, publicó que el maquinista de la locomotora 950 del servició de correo, el Sr. F. L. Bullard había observado estupefacto el paso de una de estas naves que se acercó al convoy para rebasarlo con facilidad, aun yendo el tren a todo vapor, y desaparecer en la lejanía. No fue la única vez que un tren de pasajeros observó el fugaz paso de un Air-Ship, que parecía disfrutar adelantándose al vehiculo terrestre más rápido de la época. Leemos ahora en las páginas de Robur una cita esclarecedora: obedeciendo una orden dada en secreto, el Albatros descendió mas todavía, de suerte que pudiera seguir al convoy que marchaba todo vapor. Al punto lo distinguieron, y algunas cabezas salieron de las portezuelas de los vagones, y después de eso, numerosos viajeros se trasladaron a los puentes que unen a los vagones americanos. Algunos no vacilaban en saltar sobre las imperiales a fin de ver mejor esta maquina voladora.

20 de abril de 1897, sobre las 2 de la madrugada en la localidad del Paso (Texas) un aterrorizado testigo declaró haber visto una enorme maquina voladora, en forma de puro con ventanillas circulares iluminadas, que con la ayuda de dos potentes faros iluminaba todo a su paso como si fuera de día. Un caso parecido ocurrió en Okland pero un año antes, donde se denunció la presencia de un objeto provisto de alas que proyectaba un potente haz de luz sobre el suelo.

Como vemos, era muy frecuente que la Air-Ship desplegara unos poderosos focos para alumbrar la oscura noche y de paso sorprender a los testigos, que jamas imaginarían que aquella fenomenal luminosidad podría venir de las estrellas. ¿Añadiría Verne este sustancial detalle a su profética novela?.

La aeronave imaginada por Verne también gustaba de alumbrar y asustar a
la gente mientras volaba sobre sus cabezas (ilustración de la edición original)

Dos faros brillantes se pasearon sobre plazas, los muelles, los jardines, los palacios y sobre las sesenta mil casas de la ciudad, arrojaron rayos de luz del uno al otro horizonte… detalla el galo en la visita de su dirigible a París, pues la tripulación del Albatros, como no podía ser de otra forma, también gustaba de asustar a los testigos con su potente foco..

Encuentros cercanos con los tripulantes de la Air-ship

En contra de lo que pudiera parecer, fueron decenas las oportunidades en las que los sorprendidos testigos pudieron acercarse a las Air-Ship, y observar tranquilamente a sus tripulantes. La mayoría de las veces los pilotos eran iguales que nosotros, tanto mujeres como hombres, incluso hay varios incidentes en los que se vieron a niños y ancianos en estas aeronaves. ¿Llegaron los tripulantes de estas aeronaves a entablar conversaciones con los testigos tal y como ocurre con el Fenómeno OVNI?
Por norma general, el ocasional testigo se aproximaba a la aeronave posada en tierra y comprobaba que había varias personas a su alrededor. Cuando se aproximaba hacia los tripulantes, estos hablaban un correcto inglés (exceptuando varios casos en los que se advirtió un lenguaje desconocido), y decían ser inventores probando sus nuevos prototipos aéreos, por lo que no levantaban demasiadas sospechas. Decían llevar muchos años experimentando con sus artefactos aéreos y muy pronto lo patentarían para grandeza de la Unión. Para justificar su parada en tierra, estos extraños personajes se excusaban de varias ágiles maneras; pidiendo agua, explicando que era una parada para descansar o decían estar reparando la aeronave. También muchas de estas situaciones han sido observadas con los ufonautas en la actualidad. ¿Imitarían los tripulantes el texto de Verne?…
12 de abril de 1897, Girard cerca de Green Ridege (Illinois). Un numeroso grupo de mineros vieron aterrizar un objeto desconocido tres kilómetros al norte de Green Ridege y cuatro kilómetros al sur de Girard. El maquinista nocturno del ferrocarril de Chicago y Alton, Paul McCrame, declaró que se acercó tanto al aparato, que vio salir de él a un hombre para reparar la maquinaria. Se encontraron huellas en toda una amplia zona. El objeto era alargado como un barco y tenía techo y un doble dosel. Partió hacia el norte. Robur, el protagonista de Verne, también sufre las inclemencias de las averías en su aeronave para reparar por lo menos la hélice de proa (…) el personal de Albatros, sabiendo que no había tiempo que perder, puso inmediatamente manos a la obra.
En una ocasión, el 22 de abril de 1897, tras el aterrizaje de unos de estos artefactos en Rockland, un ocupante de nombre «Smith» le dijo al sorprendido testigo: necesito algo de aceite lubricante y un par de cortafríos si me los puede conseguir, y algo de sulfato de cobre. Supongo que en el molino cercano tendrá los dos primeros artículos y el operador de telégrafo tendrá el sulfato de cobre. Aquí tiene un billete de diez dólares; ahora cójalo y cómprenos estos artículos y guárdese el cambio por las molestias. John M. Barkclay, que así se llamaba nuestro competente protagonista, le preguntó a «Mr. Smith» de donde procedían y obtuvo esta esquiva frase como respuesta; de todas partes, pero estaremos en Grecia pasado mañana. El testigo fue avisado por su perro que ladraba furioso en el exterior de la casa ante la presencia del Air-Ship.
De todos es sabido que en multitud de ocasiones los animales, y sobre todo los perros parecen predecir la llegada de los OVNIs, pues bien con la Air-Ship, como hemos visto ocurría un tanto de lo mismo, pero es que Julio Verne también añadía este esclarecedor dato: ¡Singular instinto!. Estos seres (los perros) sentían la máquina voladora (el Albatros) pasar por encima de ellos y lanzaban gritos de espanto ante su proximidad.
14 de abril de 1897, Cleveland (Ohio), Joseph Singler, capitán del Sea Wing, estaba pescando con S. H. Davis, de Detroit, cuando vieron en el lago lo que les pareció que era un barco de unos 13 metros de largo, con un dosel. Un hombre de unos 25 años, con chaqueta de cazador y gorra, estaba pescando desde el puente del objeto. A su lado se veían una mujer y un niño de unos 10 años. Al momento que el Sea Wing se acercó más al aparato, un enorme globo de colores se elevó del objeto, que a su vez remontó el vuelo con él hasta una altura de unos 150 metros y describió varios círculos antes de alejarse. En la novela se describía el siguiente episodio: El personal del Albatros, imaginando la diversión que podría proporcionar la pesca a la vida ordinaria del aparato no podían ocultar su satisfacción(…) Una hora de pesca bastó para llenar de provisiones la aeronave, que volvió hacia el norte.

Los ocupantes de la Air-Ship en muchos de los incidente imitaron
el comportamiento de los personajes creados por Julio Verne

6 de mayo de 1897, Dos agentes de la ley, llamados Sumpter y McLenore, iban a caballo al noroeste de Hot Springs (Arkansas) cuando vieron una luz brillante en el cielo. Cosa de 7 Km mas adelante volvieron a ver la luz, que esta vez descendía hacia tierra. Un Km mas adelante, los caballos se negaron a avanzar. Vieron a dos hombres provistos de lámparas. Los testigos empuñaron sus rifles, llamaron a los desconocidos y estos le dijeron que viajaban por el país en un aparato volador. En el claro se distinguía la silueta de la maquina, de unos 20 metros de largo. Junto a ella estaba una mujer con un paraguas. Llovía, y el mas joven de los dos hombres se dedicaba a llenar de agua un enorme odre. El mayor llevaba barba e invitó a los agentes a darse una vuelta en su nave, hasta un lugar donde no llueve. Los testigos volvieron a pasar por el mismo sitio 40 minutos después y no vieron nada. Retomemos por enésima vez a Verne para comprobar sus aciertos. Los tripulantes del Albatros; habían descendido a 10 metros del río, donde quedó estacionado. Entonces merced a un tubo de goma que sacaron de la aeronave (…) Se ocuparon en aprovisionarse de agua.

Cuatreros del espacio

Uno de los incidentes mas destacados y documentados de la oleada Air Ship, ocurrió en Le Roy, Kansas, y fue ampliamente divulgado por los periódicos de la zona. El ufólogo británico John Spencer así lo relata: El 20 de abril de 1897, el granjero Alexander Hamilton declaró que, a principios de semana, había visto un gran objeto deslizándose en la oscuridad y descendiendo hasta su campo, situado a 183 m de su casa. Junto a su hijo y uno de los mozos de la granja se aproximó hasta 46 m del objeto, al que describe de la longitud aproximada de un campo de fútbol americano y de un color algo más oscuro que el rojo. Su forma era la de un enorme cigarro puro y además tenía un habitáculo de cristal donde el granjero y sus acompañantes pudieron ver a seis ocupantes que describieron como los seres más extraños que se hayan visto jamás.

La ternera fue levantada por los aires y
desapareció junto a la fantasmal Air-Ship

Una gran rueda colocada bajo la nave comenzó a girar hasta que se elevó a una altura de 92 m. Los granjeros observaron que un cable extendido hacia abajo desde la nave enganchó a una vaquilla que fue aprisionada contra la alambrada cercana. Cuando el objeto se elevó, tiró de la cría llevándosela con él y desapareció en la oscuridad dejando el rastro del animal detrás. Al día siguiente se encontraron los restos del animal en una granja cercana: las piernas, la cabeza y la piel. La credibilidad de Hamilton podría cuestionarse pero no podemos dejar de señalar que era miembro de la House of Representatives y la gente que le conocía desde hacía treinta años testificó que nunca habían oído de él una palabra que pudiera hacer dudar de su corrección. Además el testimonio fue firmado por el comisario, el suplente del comisario, un juez, el jefe de correos, un banquero, un abogado y Otros. Hamilton dice del encuentro: cada vez que me quedo dormido lo veo, rodeado de brillantes luces y gente. No sé si son ángeles o demonios… pero no quiero saber nada más de ellos…
Una nieta de Hamilton fue entrevistada en el año 1965 por el investigador Harry Fleenor, confirmando que su abuelo hasta el mismo día de su muerte (1912) mantuvo la versión de lo había sucedido aquella noche. Un incidente, por otro lado, que jamás había podido borrar de su mente y que le acompañó hasta su último aliento.

A modo de conclusión

Tras los meses de noviembre y diciembre de 1896 y marzo, abril y mayo de 1897, nunca mas se supo hasta la fecha de la extraña aeronave y sus insólitos inventores, dando paso a uno de los primeros enigmas relacionados con nuestros coetáneos platillos volantes. Pero lo más inquietante de toda ésta cuestión, o por lo menos la mas elogiable, es la brillantez del novelista francés para bosquejar entre líneas, casi a la perfección, lo que años mas tarde sucedería en los Estados Unidos. De nuevo queda de manifiesto que el novelista francés fue un hombre adelantado para su época o un perfecto clarividente. Muchos de los lugares descritos en la obra de Verne como escenario de los vuelos de su Albatros son los mismos que década después fueron sobrevolados por la Air-Ship, de hecho, casualmente el último punto de la geografía norteamericana visitado por Robur, es precisamente Sacramento (California), punto de arranque de la oleada Air-Ship. Recordar que la novela salió a la luz publica en el mes de noviembre de 1886, comenzando los masivos avistamientos en noviembre de 1896, diez años despues. Más exactitud no se puede pedir.
Lo que no deja de maravillarnos, ajenos al manuscrito de Verne, es la complejidad del Fenómeno OVNI que parece escudarse en mil y un disfraz para evitar a conciencia cualquier tipo de estudio al que queramos someterlo. Como dijo certeramente el investigador Jean Robin: Cada una de las manifestaciones de Fenómenos OVNIs -las aeronaves de Estados Unidos en los años 90 del siglo XIX, los aviones misteriosos de Escandinavia en los años 30, los cohetes suecos de 1946, los OVNIs de la actual era espacial- se han adelantado un paso a los avances técnicos de su época. El núcleo del problema es la proyección de un sistema de creencias falso, un poco más allá de las creencias existentes. Vallée también nos añade: podría decirse que, si estamos tratando con un tipo superior de conciencia, ésta nos está enredando en ciertos juegos (…) estamos ante la presencia de una forma de conciencia realmente notable, que tiene un gran sentido del absurdo y del humor.
Pero quisiéramos terminar este trabajo, como no podía ser de otra forma, con las enigmáticas palabras que pronuncia un soberbio Robur al final de la obra, antes de partir hacia lo desconocido al timón de su mítico Albatros: Mi experimento está hecho, pero mi opinión ahora es que no se necesita apresurarse aún para el progreso. La ciencia no debe adelantarse a las costumbres: son las evoluciones, no revoluciones lo que conviene hacer. En una palabra, es menester que llegue su hora. Yo llegaría aquí demasiado pronto hoy para tener razón sobre los intereses contradictorios y divididos. Las naciones no están todavía bastantes civilizadas para la unión. Parto, pues, y me llevo mi secreto conmigo. Pero no se perderá para la humanidad. Le pertenecerá el día en que este bastante perfeccionado para sacar provecho de él y bastante estudiado para no abusar de él…

Un comentario en “¿Máquinas de otros mundos en el siglo XIX?

  1. Decir que la obra de julio verne fue anterior a los avistamiento de las naves aerostaticas que relatan tanto jacques valle como otros investigadores es no decir la verdad, yaque verne nunca fue un visionario, si no un personaje muy preocupado con todas las teorias de la ciencia de la epoca, de hay a ser un vidente va un monton
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