El discurso más esperado de Artur Mas en un debate de política general ha dejado un poso de decepción generalizada. En contra de su costumbre de los últimos dos años, el presidente de la Generalitat no ha lanzado grandes anuncios ni se ha aferrado demasiado a palabras épicas. Lo más destacado es un ruego al Gobierno central: que permita celebrar la consulta soberanista del 9 de noviembre. Y la reiteración de que, pase lo que pase, quiere apurar la legislatura hasta 2016.
En este sentido, Mas ha añadido una frase significativa a su discurso, una que no aparecía en la transcripción que se ha repartido a los periodistas. Cuando hablaba de su voluntad de terminar el mandato «cuando toca, a finales de 2016, si se puede», ha dicho: «Pese a que está sobre todo en mis manos, no sólo está en mis manos. Para que pueda ser así se tiene que votar el 9 de noviembre con plenas garantías democráticas».
Es decir: por un lado, fía la consulta a que el Tribunal Constitucional (TC) no se pronuncie en contra de su celebración, algo que a día de hoy parece muy difícil. Y por otro, asume que no podrá contar con el apoyo parlamentario de Esquerra a partir de esa fecha si no se salta la legalidad española, una posibilidad a la que no ha hecho ninguna referencia.
El mensaje de Mas se ha parecido más a las célebres «lecturas del listín» de su mentor político, Jordi Pujol, que al de hace dos años -cuando anunció, a caballo del éxito de la Diada, unas elecciones anticipadas que a la postre le llevaron a perder 12 escaños- o el de 2013, en el que el president acabó citando a Salvador Espriu.
Mas ha desgranado en poco menos de una hora las actuaciones de su Govern en ámbitos como el adelgazamiento de la estructura de la Generalitat o los esfuerzos para contener el déficit público y salir de la crisis; los proyectos en marcha que deben servir para «ayudar al progreso económico y al bienestar social con bases más justas»; la defensa del sistema educativo catalán; la transparencia y la calidad democrática; o en el de la función pública: ha reiterado que su intención es que los funcionarios catalanes recuperen la paga extra que les falta en 2015.
En resumen, en palabras de Mas: «Hay más de 70 proyectos que están en marcha. No sólo trabajamos en un frente, el de la consulta, como se dice con mala intención«.
Pero era inevitable que lo que centrara la atención fuera precisamente el 9-N, al cual dedicó apenas 15 minutos. En su opinión «el espíritu de la Transición y el pacto constitucional se han evaporado«, por lo cual «Cataluña está en una vía muerta, que no lleva a ningún sitio» desde la sentencia del TC de 2010 sobre el Estatut.
«La mayoría de catalanes habíamos pensado que lo que el Estado español se reservaba para decidir a nivel central se decidiría contando con Cataluña, y no casi siempre contra Cataluña o al margen de Cataluña», se ha quejado.
Tras situar a Cataluña como el más grave de los problemas que le genera a España su «crisis constitucional», ha añadido: «En el fondo no hay choque de trenes, sino alejamiento de los trenes, porque Cataluña y el Estado van por vías diferentes y en direcciones diferentes».
Ha defendido la pregunta que ha pactado para el 9-N, ha defendido su legitimidad -emanada según él de las urnas el 25 de noviembre de 2012- para llevar adelante el proceso soberanista y ha interpelado al Gobierno español a permitir la consulta, siempre subrayando que quiere hacerla «con garantías democráticas», como le exige Josep Antoni Duran Lleida.
«Votar el 9-N con garantías democráticas también es bueno para España. Significaría que España entierra definitivamente la vieja España para redescubrirse tal y como es realmente: plurinacional. De repente, España aparecería como un país de alta calidad democrática, tolerante, capaz de escuchar», ha dicho, después de hacer referencia a la situación en Escocia, que el jueves vota su autodeterminación.
Antes de despedirse, en un discurso donde apenas ha dedicado una frase alusiva al ‘caso Pujol’ -y ni lo ha citado: ha dicho que «la determinación del Govern contra la corrupción es clara»-, ha lanzado otro mensaje que augura que no estará de acuerdo con su socio, Oriol Junqueras, en la voluntad del republicano de desobedecer al TC. Según Mas, la consulta hay que «hacerla bien». Mañana habrá respuesta desde la tribuna del líder de ERC
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