La crianza en diferentes culturas: Transmitiendo la cultura.

 «Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra.» Paulo Freire.

Siguiendo el saludo acostumbrado, los maestros inclinaron una rodilla, esperando en silencio a que el jefe hablase:
«¿Cómo va vuestra escuela?».
«Las clases están llenas y los niños están aprendiendo bien, Inkosi».
«¿Cómo se comportan?».
«Como niños ngoni, Inkosi».
«¿Qué aprenden?».
«Aprenden a leer y a escribir; aprenden las Escrituras, geografía y a cultivar plantas, Inkosi».
«¿Eso es la educación?».
«Eso es la educación, Inkosi».
«¡No! ¡No! ¡No! La educación es muy amplia,muy profunda. No está sólo en los libros, consiste en aprender a vivir. Soy un anciano. Cuando era un muchacho fui con el ejército ngoni contra los bemba. Entonces llegó la misión y fui a la escuela. Me hice maestro. Entonces fui jefe. Llegó el gobierno. He visto cambiar a nuestro país, y ahora hay muchas escuelas y muchos hombres jóvenes yéndose a buscar trabajo para conseguir dinero. Yo os digo que los niños ngoni deben aprender a vivir y a construir nuestra tierra, y no sólo a trabajar para ganar dinero. ¿Me escucháis?».
«Yebo, Inkosi» (Sí, oh jefe)

«Este capítulo trata de como los recién nacidos se convierten en miembros de grupos, enparticipantes de sistemas culturales.(…) de cómo acaban deseando hacer lo que deben para que se mantenga el sistema cultural en el que viven.» explica George D. Spindler. Y da algunos ejemplos de diferentes crianzas:

¿Cómo se educa en Palaos (Micronesia)?

El pequeño Azu de cinco años, se arrastra detrás de su madre que camina por el sendero que conduce al pueblo, lloriqueando y pegando tirones a su falda. Quiere que lo coja y se lo dice de un modo ruidoso y exigente. ¡para!, ¡para! Pero su madre no hace un solo gesto de atención. Ella mantiene el paso, mientras sus brazos se balancean libremente a sus costados. Para él ha llegado la hora de comenzar a crecer.
Ella se lo sacude sin hablarle ni mirarle. Enfurecido, se tira decididamente en el suelo y comienza a gritar. Cuando comprueba de que este gesto no produce respuesta, echa una mirada de alarma.
Finalmente, toma impulso para plantarse sobre sus pies y emprende camino a casa. Todavía solloza y se enjuga los ojos con sus puños. Mientras camina trabajosamente hacia el patio puede oír como su madre le grita a su hermana, diciéndole que no se ponga por delante del niño.
Esta ha sido la primera lección dolorosa sobre el crecimiento de Azu. Habrá muchas mas, a menos que comprenda y acepte rápidamente la actitud de la gente de Palaos, que considera los vínculos emocionales como complicaciones crueles y traicioneras y entiende que es mejor no cultivarlos que llegar a repudiarlos o a disolverlos.
Azu está aprendiendo que la gente no es de fiar, que cualquier vínculo

emocional tiene unos cimientos débiles; está adquiriendo una actitud emocional. Todos los niños de Palaos experimentan este rechazo repentino, una forma culturalmente pautada de hacer que el niño comprenda una lección. La madre de Azu no sólo le comunicó que dejase de depender de ella y que se abstuviera de emprender lazos emocionales duraderos con los otros; lo que hizo fue demostrarle que así es la vida, al menos la que se vive en Palaos.

¿Cómo se educa en Ulithi (Micronesia)?

El pequeño recibe el pecho cuando llora pidiendo alimento, o cuando se considera que ha llegado el momento de comer; a veces, se le da el pecho sólo como un medio de apaciguarle. Toda la gente pone un gran empeño en el cuidado de la criatura. Así, cuando tanto la madre como el niño están durmiendo, el que no duerme y repara en que el niño ha de ser alimentado se encarga de despertarlos a ambos para que el bebé pueda mamar…

Existe una gran atención a la limpieza. Se le baña tres veces al día, y después de cada baño se le dan friegas con aceite de coco y polvos de cúrcuma.

Nunca se deja a un niño solo. El bebé parece estar constantemente en los brazos de alguien, y pasa de persona a persona para que todo el mundo tenga la oportunidad de hacerle fiestas.

El destete se lleva a cabo con la menor perturbación posible. Algunos niños maman hasta la edad de cinco años, e incluso hasta que cumplen siete u ocho. El destete dura unos cuatro días; una técnica consiste en extender jugo de pimienta caliente alrededor de los pezones de la madre. Nunca se emplea el castigo físico.
Un hombre me contó que cuando le estaban destetando, alrededor de los siete años, podía dormir alternativamente con su padre y con su madre, que ocupaban camas separadas. En las ocasiones en que dormía con su padre, éste le indicaba que diera a su madre las buenas noches. El muchacho podía acercarse entonces al lecho materno para restregar juguetonamente su nariz sobre los pechos. Ella entendía este gesto afablemente y le animaba diciéndole que era valiente y fuerte, como los otros muchachos. Entonces el niño regresaba con su padre, satisfecho de sus virtudes.
Uno tiene la impresión de que la relajación, para la que los nativos tienen una palabra que usan casi constantemente, es uno de los principales valores de la cultura ulithiana.
Los ulithianos hablan mucho de la añoranza, y no la consideran impropia. Cierto día quedé muy impresionado al preguntar a un amigo qué era lo que murmuraba un hombre que se hallaba de visita en mi casa. Su respuesta fue que el hombre se sentía triste porque yo estaba lejos de mi hogar y de mis amigos, y se preguntaba cómo podía soportarlo. A los ulithianos no les gusta que la gente se sienta sola; para ellos, la sociabilidad es una gran virtud.

¿Cómo es la educación en Gopalpur (India)?
La madre mira al niño con el ceño fruncido: «Debes haber trabajado duro para estar tan hambriento». Le sirve comida y le dice: «Cómete esto. Después de que lo hayas comido debes sentarte aquí y acunar a tu hermana pequeña». El niño come y le responde: «Iré afuera a jugar; no acunaré a mi hermana». Cuando acaba su comida, el niño sale de la casa. Más tarde su tía le ve y le pide que corra al almacén a comprar aceite para cocinar. Cuando regresa, la tía le dice: «Si me sigues obedeciendo de este modo te daré algo bueno para comer». Cuando la madre coge de nuevo al niño, le pregunta: «¿Dónde has estado?», y al darse cuenta de lo ocurrido le dice: «Está bien que comprases el aceite para cocinar, ahora ven y juega con tu hermana». El niño le dice: «Primero dame algo de comer, y jugaré con mi hermana». Entonces la madre le increpa: «Te morirás de tanto comer; a veces no estás dispuesto a trabajar. Puedes comer basura». Finalmente le da comida y el niño se pone a jugar con su hermana.
Ésta es la forma en la que el niño de Gopalpur aprende pronto que dependen de los demás en lo que respecta a los valores y satisfacciones principales de la vida. Aquel que tiene un gran número de amigos y partidarios está seguro; y el individuo acaba sintiendo que el modo de ganarlos y controlados es por medio de la comida, pero también por medio del llanto, la súplica y el trabajo.

¿Cómo se educan los esquimales, inuit?

Los niños esquimales reciben un trato tolerante y permisivo. Los encargados de cuidar a los niños son diversos, no existe un horario para el sueño o la comida y el destete es gradual.

Los pequeños se sienten importantes porque aprenden pronto que de ellos se espera que sean miembros trabajadores y provechosos de la familia.

Aunque no se les carga de responsabilidades, deben tomar parte activa en las tareas familiares. Sea cual sea su sexo, es importante para el niño saber desenvolverse en una amplia variedad de tareas y prestar ayuda cuando se le necesita. Conforme crece se le van asignando responsabilidades más específicas y acordes con su sexo. Aunque se reconoce que existe una división del trabajo según el sexo, no es una división rígida en ningún tramo de edad. Los miembros de cada sexo pueden asumir generalmente las responsabilidades del sexo contrario.

Los esquimales adultos dan órdenes, dirigen y reconvierten la conducta de los niños, pero sin hostilidad.

Viven en un clima extremadamente imperante. Quizá son criados de este modo porque solo las personas seguras, ingeniosas y de buen humor son capaces de sobrevivir durante un largo tiempo en ese ambiente.

¿Cómo sucede en Guadalcanal (Islas Salomón)?

 

Hay dos virtudes, la generosidad y el respeto hacia la propiedad. Los padres insisten en que la comida debe ser compartida con cualquier compañero de juego que se halle presente y en que no han de tocarse los bienes que pertenecen a los otros aldeanos.
Cierto día, durante una comida, Mwane-Anuta y su mujer estaban enseñando a sus tres hijos a comer adecuadamente.«Bien, Mbule -dijo su madre-, muéstranos la cara para que podamos ver que no comes demasiado. Y tú, Konana, sal y dile a tu vecino Misika que venga a comer contigo. Su madre aún no ha llegado a casa y supongo que estará hambriento. Tu barriga no es la única, hijo mío». «Así es -añadió Mwane-Anuta-, piensa en los que están contigo y ellos pensarán en ti». En este punto la madre llamó al chico mayor, Kure, y puso sobre sus manos la cesta de ñames que me estaba destinada.«Venga, dásela a nuestro invitado y dile que es bueno tenerle con nosotros esta tarde», le susurró al oído. Este gesto era típico. Pude darme cuenta de que siempre que se servían los alimentos a las visitas los niños hacían de camareros. Quise saber por qué. «Para enseñarles,-contestó Mwane-Anuta-, éste es el modo en que enseñamos a comportarse a nuestros muchachos» 
 

¿Cómo sucede en Demirciler (Turquía)?


En Demirciler, una aldea anatolia del árido altiplano central de Turquía, Mahmud, un niño pequeño, aprende de la casa del Muhtar (el cabecilla), adonde acuden por las noches los hombres adultos para discutir los asuntos del día:

El Hocam hizo la primera pregunta: «Muhtar Bey, ¿cuándo se hará la colecta de dinero del próximo año para la mezquita?».
«Hocam, la cantidad aún no ha sido fijada», respondió el Muhtar.
«Muy bien, hagámoslo ahora», insistió el Hocam.
El Muhtar estaba de acuerdo: «Hagámoslo».


Los jóvenes que escuchan, aprenden de las deliberaciones que realizan sus mayores para decidir qué es lo que se debe hacer con el hijo adolescente de uno de ellos que es demasiado propenso a echarle miradas a las chicas, o para resolver el problema de la construcción de un nuevo camino.
Ahora vendría la parte que más le gustaba a Mahmud, así que su interés se

acrecentó.
«Dedem, cuéntanos algunas historias de los tiempos pasados».
«¿Quieres que te hable de las guerras?», le preguntó el anciano que estaba más cerca del Muhtar.
«Sí, de la gran guerra con los rusos», respondió el joven.
«Bueno, yo por entonces no era más que un muchacho, pero mi padre se fue con el ejército del Sultán aquel verano. Él me contó esta historia»

La narración de historias ha sido, y continúa siendo, un modo de transmitir información a la gente joven en muchas culturas, sin que se den cuenta de que se les está enseñando. Las historias y las narraciones de mitos se utilizan virtualmente en todas las culturas para transmitir información, valores y actitudes.  

Sólo en Nueva Guinea…

Para dar más ejemplos de educar y criar a los más jóvenes, sólo en una misma isla, Nueva Guinea, se pueden encontrar casos muy diferentes entre sí:
Los Arapesh tratan a los bebés como un objeto precioso que de ser resguardado de todo peligro. La madre los lleva colgando debajo de sus senos en posición fetal contra su estómago. Cada vez que pide comida es alimentado con cariño e interés.

Los Iatmil, tratan al niño casi como si fuese un adulto. Pasadas unas pocas semanas desde el nacimiento, la madre ya no lo alza y transporta con ella, sino que lo coloca sobre un taburete alto a bastante distancia, dejándole llorar bastante antes de alimentarlo.

Entre los Mundugumor, los niños son transportados en bolsas ásperas sobre los hombros de la madre. Las madres amamantan de pie, apartando al bebé tan pronto consideran que han mamado bastante.

El infante alorés, si bien es deseado, es descuidado y recibe muy poca atención por parte de su madre y de su padre, quienes pasan mucho tiempo fuera de la casa. Es frecuente que no sea la madre sino otras mujeres quienes lo alimenten. El niño aprende a caminar con muy poca ayuda y se pone muy poco énfasis en el control de esfínteres. Al amamantarlo, cuando se considera que ha tenido bastante, se lo aparta del seno bruscamente y se comienza a amamatar a otro niño. Esta continua frustración también se manifiesta en otra costumbre que los adultos encuentran “divertida”: la de prometerle comida al niño y luego no dársela.
Paul Bohannan en su libro «Para raros, nosotros» explica, por su parte, como es

la educación norteamericana: 

«Los niños norteamericanos aprenden desde muy pequeños que deben ser independientes y autónomos. Conocí a una mujer holandesa que vió a una madre norteamericana que discutía con su hijo de dos años. Cuando la madre le dijo:«¡Bueno, decídete!», la holandesa se encolerizó. Ella creía que a ningún niño de esta edad se le debía permitir a tomar una decisión.
Otros dogmas es que los niños deben ser apartados de la muerte, que no deben saber qué es el sexo demasiado jóvenes, y que hay muchos traumas inadecuados para los niños. Muchos adultos consideran estos asuntos vergonzosos o como una carga, y por lo tanto dicen que no quieren sobrecargar a los niños»

Fuentes: George D. Spindler. «La transmisión de la cultura», en Honorio M. Velasco, Javier García Castaño y Ángel Díaz de Rada (Eds.). Lecturas de antropología para educadores, Madrid: Trotta, 1993. Pp. 205-241.
http://es.scribd.com/doc/7262931/5-Spindler

http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es/2014/10/la-crianza-en-diferentes-culturas.html

2 comentarios en “La crianza en diferentes culturas: Transmitiendo la cultura.

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