Cura del Cáncer: Bloqueada por las farmacéuticas.
Científicos de la Universidad de Alberta, en Canadá, aseguran haber descubierto una sustancia que elimina las células afectadas por tumores, pero no consiguen fondos para seguir sus pruebas porque la sustancia que usan no tiene patente.
Investigadores de la Universidad de Alberta han logrado curar el cáncer utilizando un medicamento llamado dicloroacetato, sin embargo, como esta sustancia no requiere patente y es barata a comparación con los medicamentos usados para combatir el cáncer por las grandes farmacéuticas, está investigación no ha recibido mucho apoyo ni está haciendo eco en los medios.
El Dr. Evangelos Michelakis, profesor de la Universidad de Alberta, probó el dicloroacetato en células humanas y notaron que mata las células de cáncer en los pulmones, en el cerebro y en el pecho, dejando solamente las células sanas. En ratas con severos tumores sus células se encogieron al ser alimentadas con agua con esta sustancia.
El dicloroacetato detona una acción en la mitocondria para que esta acabe de forma natural con el cáncer en las células (tradicionalmente se enfoca en la glucólisis para combatirlo).
El Dr Michelakis manifestó su preocupación de no encontrar fondos para hacer pruebas clínicas con dicloroacetato ya que no representaría fuertes ganancias para inversionistas privados al no estar patentado.
Esto encaja exactamente con lo que dijo el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts en una entrevista sobre como los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada.
La entrevista originalmente fue publicada por el diario español Vanguardia:
¿La investigación se puede planificar?
Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
Parece una buena política.
Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…
¿Y no es así?
A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.
¿Cómo nació?
La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
Toda una aventura.
Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.
¿Fue científicamente productiva?
Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.
¿Qué descubrió usted?
Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).
¿Para qué sirvió?
Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.
¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
Le escucho.
La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
Explíquese.
La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
Como cualquier otra industria.
Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
Pero si son rentables, investigarán mejor.
Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
Por ejemplo…
He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…
¿Y por qué dejan de investigar?
Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
Es una grave acusación.
Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
Hay dividendos que matan.
Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
¿Un ejemplo de esos abusos?
Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
¿No me habla usted del Tercer Mundo?
Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
¿Los políticos no intervienen?
No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
De todo habrá.
Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.
El cáncer podría tener origen metabólico y no genético PDF Imprimir E-mail
Dr Evangelos MichelakisEl Dr. Evangelos Michelakis es Profesor de Medicina y Vicepresidente del Departamento de Investigación de Medicina de la Universidad de Alberta. Su obra a caballo entre dos campos aparentemente sin relación, hipertensión pulmonar y el cáncer, ha contribuido a los paradigmas emergentes en ambos campos y da crédito a una teoría de 80 años de edad, del bioquímico alemánOtto Warburg, quien propuso que el cambio metabólico en la producción de energía celular que se produce dentro de las células anormales, que ahora se llama el «efecto de Warburg «, es una causa – no efecto – del cáncer.
La lucha contra el pensamiento tradicional
En 2001, el doctor Michelakis y sus colegas de la Universidad de Alberta comenzaron una serie de experimentos de laboratorio que condujo a descubrimientos importantes e innovadoras formas de pensar acerca de la hipertensión arterial pulmonar (HAP).Esta enfermedad rara pero mortal, afecta a las mujeres en los años 30 y 40 años, cuya tasa de supervivencia a cinco años es peor que la del cáncer de mama metastásico.
Los investigadores estudiaron los efectos del sildenafil (Viagra ®) en la HAP. Este trabajo llevó a un pequeño ensayo clínico que demostró, por primera vez, que este fármaco es un tratamiento seguro y efectivo para los pacientes con HAP. La Fundación del corazón y derrame de Canadá financió este trabajo pionero, lo que llevó a nuevos estudios por el fabricante del fármaco, Pfizer, y una nueva formulación de sildenafil (Revatio ®) para el tratamiento de la HAP.
Dr. Michelakis y sus compañeros de trabajo también fueron los primeros en demostrar que un marcador de cáncer llamado survivin, que se creía que sólo se encuentran en las células cancerosas, se expresa en gran medida en las arterias pulmonares anormales. Este trabajo, publicado en el Journal of Clinical Investigation (JCO), fue uno de los estudios integrales que primero mostraron una relación entre la HAP y el cáncer.
Un descubrimiento llevó a otro. Mientras investigaba el crecimiento excesivo de células en las paredes de las arterias pulmonares, Michelakis y su equipo descubrieron que la central celular – la mitocondria – en los vasos del pulmón difiere de las otras arterias.
Las mitocondrias desempeñan varias funciones vitales en las células. Generan la energía, en forma de ATP, mediante la fosforilación oxidativa – la combustión de la glucosa y otros combustibles mediante oxígeno. También actúan como sensores de oxígeno y control de la muerte programada de las células. Este proceso, conocido como apoptosis, se suprime en la HAP – y el cáncer. Ambas enfermedades, nota Michelakis, se caracterizan por un crecimiento celular descontrolado.
Él y su equipo comenzaron a buscar un medicamento que alcanzase la mitocondria de las arterias pulmonares para restablecer la apoptosis. Se encontraron con una sustancia llamada dicloroacetato (DCA). Este fármaco de molécula pequeña, ha sido utilizado para el tratamiento de las anomalías congénitas mitocondrial – durante tanto tiempo, de hecho, que ya no tiene protección de patente.
«Hemos demostrado que las mitocondrias de las células de HAP en animales y seres humanos fueron suprimidas. Cuando dimos DCA, estas mitocondrias se activaron de nuevo. La apoptosis, lo que requiere mitocondrias funcionales, se reactivó, y las células anormales dentro de las paredes de las arterias pulmonares empezaron a morir, abriendo el lumen y mejorando la HAP. »
DCA funciona como un bisturí molecular, explica, apuntando a las células que crecen anormalmente en la HAP, sin afectar las células normales en otras arterias, que no comparten los mismos cambios en las mitocondrias.
Este trabajo fue publicado en Circulation (2002, 2006), Circulation Research (2004), PNAS(2007) y Science Translational Medicine (agosto de 2010).
Dando nueva vida a las viejas teorías
En 2007, el doctor Michelakis y sus colegas publicaron pruebas de los estudios de laboratorio en Cancer Cell que mostraban que las mitocondrias son suprimidas en el cáncer. A continuación, mostraron que el DCA podría reactivar las mitocondrias y restablecer la apoptosis.
Sus descubrimientos tuvieron un gran impacto. Por primera vez, había pruebas de que el cáncer reprime activamente la mitocondria para fomentar el crecimiento de células anormales. Esta evidencia desafió el dogma imperante (que sugiere que el cáncer es una enfermedad de los genes mutados, no una consecuencia del metabolismo anormal) y se reactivó el interés en la creencia de Warburg, de que la función mitocondrial anormal es una causa, no efecto, de cáncer.
«Era el momento adecuado», dice Michelakis, «porque la teoría metabólica del cáncer estaba naciendo.»
La DCA inhibe una enzima mitocondrial llamada piruvato deshidrogenasa quinasa (PDK). Esta enzima clave está sobreexpresada en las células cancerosas. PDK desactiva la piruvato deshidrogenasa (PDH), complejo de enzimas en la membrana mitocondrial externa. La PDH compleja actúa como un guardián que controla el flujo de glucosa y otros combustibles en el motor mitocondrial. Sin combustible, el ciclo de Krebs «no puede funcionar y la oxidación de la glucosa no se produce. La apoptosis se desactiva.
Como resultado, las células cancerosas aspiran más glucosa para su uso en la glucólisis, la conversión anaeróbica de la glucosa en energía fuera de la mitocondria. Por el cierre de la central eléctrica, que no pueden producir energía de manera eficiente, pero con la apoptosis apagada, ya no muere. Con el tiempo, la captación de glucosa aumenta hasta un punto que satisface las necesidades de energía, mientras que las mitocondrias permanecen inactivas.
La DCA invierte esta cadena de acontecimientos. Se suprime el PDK y la libera del complejo PDH. Las mitocondrias pueden reanudar las funciones normales, incluyendo la apoptosis.
Desde que la DCA ha sido utilizada en el tratamiento de niños con anomalías congénitas mitocondriales desde la década de 1960, tiene un perfil de seguridad conocido. Sin protección de patentes, es un medicamento de bajo costo.
El largo y sinuoso camino a los ensayos en humanos
Sin el apoyo de la industria, es difícil avanzar en fármacos prometedores en animales a los ensayos en humanos, dice Michelakis. Desde que la DCA no tenía la protección de patentes, la industria no estaba interesada en la financiación de los ensayos clínicos.
Después de recaudación de fondos, Michelakis comenzó los ensayos de fase I de DCA en un pequeño número de pacientes con cáncer metastásico en al Cross Cancer Institute (CCI) de Alberta. La Universidad de Alberta se comprometió a cubrir la indemnización que suele estar cubierta por los patrocinadores de la industria. Ciencias de la Salud de Alberta (Alberta Health Sciences) también ayudó con una serie de contribuciones en especie. Luego, con la cooperación y el fomento del Director de Neurocirugía Kenneth Petruk, el equipo de Michelakis «se concentró en un cáncer – glioblastoma multiforme (GM), una forma altamente letal de cáncer cerebral.
Se llevó a cabo un ensayo clínico en un pequeño número de pacientes con GM. Muestras de tejido de antes y después del tratamiento con DCA mostraron que el fármaco estaba funcionando.
«Hemos demostrado que la DCA estaba inhibiendo la PDK y activando la PDH en los tumores de estos pacientes», dijo Michelakis. «Hubo realmente alguna evidencia de la estabilidad del tumor o incluso de regresión.»
Los resultados, publicados a principios de este año en Science Translational Medicine (mayo de 2010), una vez más sacudió a la comunidad científica. Además de desafiar el dogma científico sobre la función mitocondrial en el cáncer, mostró que los investigadores podrían llevar a cabo ensayos clínicos en humanos sin el apoyo de la industria.
El estudio ha abierto la puerta a nuevos ensayos con DCA. El equipo Michelakis planea llevar a cabo estudios conjuntos de DCA en el cáncer de mama, pulmón y cerebro y PAH con varios centros internacionales, incluida la facultad de medicina de la UCLA, el Centro Memorial Sloan Kettering Cancer, y el Imperial College en Londres, Reino Unido.
La ruta menos transitada
El mayor reto en la investigación de moléculas pequeñas prometedoras no es aprender a pensar fuera de la caja, según Michelakis, sino encontrar formas de superar los obstáculos que desalientan a los investigadores de la realización de ensayos con seres humanos sin el apoyo de la industria.
La DCA no es una droga milagrosa, dice, pero «es muy importante, porque nos ha ayudado a encontrar una nueva dirección. Es señalar el camino hacia el desarrollo de mejores mitocondrial de activación de las drogas. No hay duda al respecto».
Referencia:
Artículo original – «Dr. Evangelos Michelakis«
¿Es el dicloroacetato una cura contra el cáncer?
Por noticiasdeabajo • 13 abril, 2012 • Print-Friendly
Por la Dra. Mae-Wan Ho, 10 de abril de 2012
ISIS
Una sustancia química común aparece como el último remedio milagroso contra el cáncer, pero las implicaciones en nuestra comprensión básica del cáncer pueden ser muy importantes, dice la Dra. Mae-Wan Ho.
El dicloroacetato mata las células cancerosas y reduce los tumores
El investigador del cáncer Evangelos Michelakis y su equipo de la Universidad de Alberta en Canadá alcanzaron en el año 2007 cierto renombre a raíz de la publicación de un estudio que afirmaba que un producto químico de uso común, el dicloroacetato (DCA) mataba las células cancerosas presentes en los cultivos sin afectar a las células normales e inhibiendo el crecimiento de los tumores cancerosos desarrollados en las ratas [1]. (Nota: en la terapia del cáncer se usa la sal sódica del dicloroacetato y no el ácido).
Desafortunadamente, no se han conocido ensayos clínicos realizados por las compañías farmacéuticas sobre el uso del dicloroacetato, una sustancia química de uso muy común que no puede ser patentada. Sin embargo, se ha estado utilizando durante 30 años con un buen historial de seguridad y hay argumentos para probar el fármaco en paciente humanos con cáncer.
Las primeras pruebas clínicas resultan prometedoras
Con financiación de fundaciones privadas y donaciones públicas, así como del National Institutes of Health candiense, un equipo ha llevado a cabo el primer ensayo clínico en cinco pacientes que presentaban glioblastoma (un tumor maligno de rápido crecimiento en el cerebro y que casi siempre es mortal), siendo los estudios publicados en 2010 [2]. De los cinco pacientes tratados, uno de los tres que padecían cáncer terminal murió después de 3 meses de tratamiento con dicloroacetato, pero el resto se encontraron clínicamente estables 15 meses después del empleo del dicloroacetato como terapia, y aún permanecían con vida 18 meses después. Tres de los pacientes presentaron alguna evidencia en la reducción del tumor, según aparecían mediante resonancia magnética. Los resultados son prometedores.
En uno de ellos se observaron efectos secundarios a dosis más altas de dicloroacetato, una neuropatía periférica, que revirtió cuando la dosis se redujo. El equipo concluyó: “ La eficacia clínica se observó en las dosis que no causaban neuropatía periférica y en concentraciones séricas de dicloroacetato suficientes para inhibir la enzima diana del dicloroacetato, el piruvato deshidrogenasa kinasa II, que fue altamente expresado en todos los glioblastomas. La modulación metabólica puede ser un método terapéutico viable para el tratamiento de los glioblastomas”.
Pero Michelakis ha subrayado que todavía es demasiado pronto para decir que el dicloroacetato proporcione un remedio eficaz contra el cáncer en los seres humanos, necesitándose nuevos ensayos controlados con placebo [3]. El ensayo se complica por el hecho de que cada paciente recibió diferentes tratamientos y también se les administró otros fármacos contra el cáncer.
¿Qué fue lo que llevó a Michelakis y sus colegas a emplear el dicloroacetato en el tratamiento del cáncer?
Las células cancerosas tienen un metabolismo energético anormal
La inspiración les vino de las observaciones realizadas en la década de 1920 por el fisiólogo alemán Otto Heinrich Warburg en el metabolismo energético de las células cancerosas en comparación con las células normales. Las células normales obtienen la energía rompiendo las molécula de glucosa que presenta 6 átomos de carbono en dos moléculas de piruvato 3-carbono mediante una serie de reacciones en el citoplasma, la glucólisis, que no requiere de la presencia de oxígeno, seguido por una serie de reacciones de oxidación en las mitocondrias ( unas estructuras energéticas del interior de las células) en las que sí es preciso el oxígeno.
Las células cancerosas, en cambio, dependen en gran medida de la glucólisis para obtener energía, pero creía que eran incapaces del metabolismo oxidativo a pesar de que la presencia de suficiente oxígeno. Este fenómeno, la glucólisis aeróbica, denominada en lo sucesivo el efecto Warburg, hace que Warburg lo explique como un mal funcionamiento mitocondrial, y causa principal del cáncer [4].
Como la glucólisis es una forma mucho menos eficiente de extraer energía de la glucosa, las células cancerosas tienen necesidad adicional de glucosa. En realidad, más tarde se pudo comprobar que no todas las células cancerosas son incapaces de llevar a cabo el metabolismo oxidativo ( ¿Es el cáncer una enfermedad Redox?) SiS 54). Algunas células cancerosas pueden hacer trabajar a los mitocondrias en presencia de un suministro adecuado de oxígeno, llevando a cabo la glucólisis y la forforilación oxidativa simultáneamente, y producir gran cantidad de ácido láctico, el producto final del piruvato que no se oxida en las mitocondrias.
La idea de Warburg fue abandonada en el tratamiento del cáncer debido a que se fue considerando poco a poco una enfermedad genética causada por mutaciones el genes específicos relacionados con el cáncer, los oncogenes [6].
En los últimos años, la tomografía por emisión de positrones (PET) ha confirmado que los tumores malignos han aumentado el metabolismo y la absorción de glucosa. Pero aún así se pensaba que era un efecto del cáncer en lugar de su causa.
La hipótesis metabólica de Warburg sobre el cáncer ha sido revisada recientemente [6], después de décadas de inversión en la “guerra contra el cáncer”, basada en las hipótesis genética, que ha dado muy pocos avances, sin embargo nuevos hallazgos han confirmado la notable heterogeneidad genética incluso en un solo tumor, lo cual plantea dudas sobre el enfoque genético en el tratamiento del cáncer. Tratamiento personalizado del cáncer ¿realidad o ficción? SiS 54)
Se ha sugerido que a medida que los cánceres se desarrollan de forma típica en un ambiente bajo en oxígeno (hipóxico), las células cancerosas tienen que confiar en la glucólisis para obtener energía. Este cambio a la glucólisis ofrece a las células transformadas (cancerosas) una ventaja proliferativa, al mismo tiempo que se suprime la apoptosis (el suicidio celular programado) que de otro modo se habría producido [8]. Por otra parte, los productos finales de la glucólisis, el ácido láctico y otros asociados, ayudan a descomponer la matriz extracelular, la que facilita la movilidad celular y el potencial de invasión (metástasis) de las células cancerosas. Por lo tanto, a pesar de que los tumores con el tiempo van desarrollando vasos sanguíneos para el suministro de oxígeno, la glucólisis aeróbica, tal persistencia ofrece una ventaja en el crecimiento y evolución de los cánceres humanos invasores.
También se ha argumentado que la glucólisis es importante para proporcionar los esqueletos de carbono a otras moléculas de proteínas y ácidos nucleicos, todas las cuales son necesarias para un rápido crecimiento [9].
Cómo funciona el dicloroacetato
La enzima piruvato-deshidrogenasa quinasa (PDK), normalmente inactiva a la enzima deshidrogenasa mitocondrial, piruvato (PDH), que cataliza la conversión del piruvato en acetil-CoA que alimenta el ciclo del ácido cítrico en la mitocondria, por el que se convierte el piruvato en lactato. El dicloroacetato inhibe la PDK, con lo que se produce una reactivación del PDH, permitiendo que el piruvato se oxide en la mitocondria. Al mismo tiempo, induce la apoptosis en las células cancerosas, con poco o ningún efecto sobre las células normales, es decir, en las células no cancerosas.
El dicloroacetato induce el suicidio de las células cancerosas humanas y reduce los tumores injertados en las ratas
En una publicación del año 2007, el equipo informaba sobre los primeros resultados experimentales con cultivos de células cancerosas humanas, así como en los tumores injertados en ratas [1].
El dicloroacetato provocó un aumento de la apoptosis de las células de cáncer de pulmón, cerebro y mama en los cultivos de acuerdo a varios marcadores: aumento de la expresión de anexina, activación de la caspasa 3 y 9 y aproximadamente un incremento 6 veces mayor en los núcleos de TUNEL positivo en las células cancerosas. TUNEL Terminal Transferase dUTP Nick End Labeling) es un método para detección de la fragmentación del ADN, el sello distintivo de la apoptosis, mediante el estudio de los extremos fragmentados de los ácidos nucleicos.
El dicloroacetato también redujo la proliferación celular de acuerdo con los índices estándar, incluyendo BrdU ( bromodesoxiuridina) y la expresión del antígeno de proliferación celular (PCNA). Además. El dicloroacetato disminuyó la expresión de la survivina, un indicador mitótico.
Células humanas cancerosas se inyectaron por vía subcutánea en ratas con un sistema inmunitario deprimido, propensas por tanto a desarrollar cáncer, teniendo acceso a agua que contenía o no dicloroacetato, en una dilución de 75 mg por litro.
En el primer conjunto de experimentos, 21 animales fueron divididos en tres grupos: grupo de control no tratado; grupo de prevención que recibió dicloroacetato justo antes de la inyección de las células cancerosas y durante las cinco semanas siguientes; y grupo de inversión, que recibió dicloroacetato sólo durante 2 semanas después de la inyección de las células ( cuando los tumores ya se habían desarrollado) y durante las 3 semanas siguientes.
Las ratas no tratadas rápidamente desarrollaron tumores, con un crecimiento exponencial constante de los tumores. Los dos grupos tratados con dicloroacetato mostraron una disminución significativa en el tamaño de los tumores, pesando el tumor después del sacrificio y midiendo su diámetro. En algunas ratas se pudieron obtener imágenes mediante resonancia magnética para calcular el volumen del tumor. Hubo una correlación inversa entre la apoptosis y el tamaño del tumor en las ratas tratadas. El canal de potasio dependiente del voltaje Kv1.5 ( un marcador sobre el que tiene efectos el dicloroacetato) fue regulado y sobrerregulado la survivina en la ratas tratadas con dicloroacetato.
En un segundo conjunto de experimentos, los investigadores estudiaron si los efectos del dicloroacetato se mantenían durante largos períodos de tiempo y si el dicloroacetato tendría un efecto similar en los tumores más avanzados. Tres grupos de ratas fueron estudiados durante 12 semanas: un grupo control no tratado; un grupo de prevención tratado con dicloroacetato en el momento de la inyección de dicloroacetato; un grupo de reversión, con ratas que recibieron dicloroacetato en la semana 10 después de la inyección de células tumorales durante 2 semanas. Las ratas del grupo de prevención tenían tumores significativamente más pequeños en comparación con el grupo de control no tratado. El uso de dicloroacetato en la semana 10 inhibe el crecimiento tumoral de forma inmediata, con una disminución significativa, incluso con sólo una semana de tratamiento. El tratamiento con dicloroacetato no tiene efectos tóxicos, según las pruebas sanguíneas realizadas.
Del mismo modo, en el ensayo clínico realizado en pacientes con glioblastoma, el equipo de Michelakis desarrollo líneas celulares específicas para cada paciente, así como supuestas células madre de glioblastoma [2]. Fueron capaces de demostrar la apoptosis inducida por el dicloroacetato en los marcadores de las células tumorales y su respuesta al tratamiento por dicloroacetato. Una pequeña dosis de dicloroacetato no tenía efectos secundarios, pero sí fue capaz de inhibir la encima objetivo, el piruvato deshidrogenasa quinasa II, que fue altamente expresado en todos los glioblastomas.
El dicloroacetato es eficaz contra las células cancerosas y otros tumores
Otros investigadores también se han fijado en los efectos contra el cáncer del dicloroacetato, descubiertos por el equipo de Michelakis. Un estudio publicado en 2009 describe la inhibición de células del cáncer de mama en ratas por el uso de dicloroacetato [10]. Los investigadores encontraron una reversión en el fenotipo glicolítico por el uso de dicloroacetato, acompañado de una inhibición en la proliferación, pero sin ningún aumento en la muerte celular. In vivo, el dicloroacetato produjo una reducción del 58% en el número de metástasis pulmonares según observaciones macroscópicas después de la inyección de células de cáncer de mama en la cola de las ratas.
Se ha encontrado que el dicloroacetato induce la apoptosis y la detención del ciclo celular en las células de cáncer colorrectal, sin reducir el crecimiento de las células no cancerosas [11]. El mayor efecto apoptótico se encuentra en las células metastásicas LoVo, en las que el dicloroacetato inducía hasta 10 veces más de células apoptóticas a las 48 horas. La detención del ciclo celular más sorprendente se hizo evidente en las células HT29, donde el dicloroacetato produjo un aumento 8 veces mayor en el número de células detenidas en las fase G2 después de 48 horas. El dicloroacetato también redujo los niveles de lactato en los medios de cultivo y la desfosforilación inducida en la subunidad E1a del complejo piruvato deshidrogenasa en todas las líneas celulares, pero el potencial mitocondrial se redujo sólo en las células cancerosas. ( El significado del potencial eléctrico mitocondrial se describe en otro artículo de esta serie [5]).
En un tercer estudio, los investigadores encontraron que el dicloroacetato inhibe el crecimiento del neuroblastoma ya que actúa específicamente contra las células malignas indiferenciadas [12]. Los neuroblastomas son los tumores malignos de los nervios periféricos que con mayor frecuencia aparecen en las glándulas suprarrenales [13]. Este efecto no se esperaba, ya que el neuroblastoma era uno de los tipos de tumores sobre los que se consideraba que el dicloroacetato no tenía eficacia, al estar compuesto por células que tienen pocas anomalías mitocondriales. A pesar de que el dicloroacetato tiene un efecto selectivo contra las células malignas del neuroblastoma, no afecta a las células más diferenciadas y menos malignas.
Además, el dicloroacetato se ha desmostado eficaz contra el cáncer de próstata [14] y en las células del cáncer de endometrio [15].
Las conexiones precisas entre la activación de la enzima que abre la puerta del metabolismo oxidativo en las células cancerosas y la inducción del suicidio celular programado todavía son confusas. Pero hay una serie de efectos intermedios consistentes con la inducción de la apoptosis, así como una reducción de la proliferación celular, según se ha documentado.
La capacidad del dicloroacetato para inhibir el cáncer y el crecimiento tumoral es poco menos que milagroso y merece nuestra atención. Es un producto químico barato, que destruye de forma selectiva las células malignas sin dañas las normales, y con mínimos efectos secundarios. Sus implicaciones en nuestra comprensión fundamental del cáncer son muy importantes.
http://www.mensajerodigital.com/2012/09/circula-en-las-redes-sociales-que-se.html
Si es verdad que la ira del Gran Espíritu caiga sobre los culpables, estoy muy concienciada con esta terrible enfermedad y creo que es hora de parar sus estragos.
Espero que esta investigación no decaiga, y que ya esta sustancia esté al alcance de todos. Pienso que tal vez si se unieran todos los enfermos con esos médicos, no sé alguna forma debe haber para que salga a la luz.
Debe ser muy frustrante y descorazonador para los investigadores toparse con los sólidos muros del interés económico y la rentabilidad. Tal vez por aquí se explique el por qué las curas definitivas son inexistentes desde hace 60 años.
Hay cosas que no deberian ser objeto de especulación económica. Y la salud es una de ellas, sin duda.