Considerado por muchos como un juego, el tablero de la Ouija constituye uno de los más populares métodos de contacto con “el más allá”, aunque muchas veces, por no decir la mayoría, se convierte en un vehículo para contactar con el “más aca”, es decir, con los aspectos más profundos del ser humano y que a veces pueden activar energías bastante desagradables o abrir puertas hacia lo desconocido. En este video-programa, David Parcerisa nos cuenta su opinión sobre la Ouija y las fatales consecuencias que ha tenido para millones de personas a lo largo de la historia.
Me voy a remontar a Marzo de 1976, en la costa Argentina, en el complejo hotelero de Chapadmalal, eramos un grupo de jóvenes, surgió la idea de la ouija, los mas audaces fueron a una habitación a «jugar» e invocaron al espíritu de un medico tucumano que había muerto en esos días en un terrible accidente. Lo que paso después fue muy preocupante, y extraño para mi, era de noche, exploto la lampara de techo, quedando el grupo que asistía al juego todos sin distinción de sexo, en la oscuridad y con ataque de nervios, tuvieron que ser atendidos por un medico, los que estábamos en el parque vimos al mismo instante que bajaba la intensidad de las lamparas que lo alumbraban y el micrófono hizo un sonido muy extraño y ensordecedor. Los adultos, en mi caso mis padres, nos dijeron que jamas volviéramos a hacer algo asi, y realmente quedaron muy preocupados. Con el tiempo se que muchos de los que asistieron, yo soy de otra provincia, tuvieron accidentes muy extraños y trágicos. Jamas voy a olvidar esa experiencia y obviamente nunca «jugué» a la ouija. Saludos
Gracias por compartir Isabel:
Es preciso que los lectores jóvenes o tan jóvenes del blog aprendan que la ouija es un seguro camino a los problemas.
Es una puerta donde lo que está al otro lado, tiene toda las respuestas que a nosotros nos faltan.
Pero toda esa sabiduría solo se va a dedicar para manipularnos y engañarnos.
Lo mejor que se puede hacer es no utilizarla nunca.
Un saludo
En efecto, no es el mas allá, lo tenemos delante de las narices. Si no nos perdemos oliendo, las flores de el jardín.
Para salir de el jardín, buscaros un buen carpintero que os haga una puerta, que no os meta en esos lugares.
Y os saque de el, si ya habéis entrado.