En este artículo se plantea el problema de hasta qué punto la aparición del Estado fue inevitable.
Según algunos antropólogos el desarrollo del temprano Estado fue el resultado inevitable de la evolución de la organización política. Las secuencias desarrolladas por estudiosos como Service (1971) y Fried (1967), sitúan al Estado en el más alto nivel de desarrollo, y sugieren, además, que en circunstancias normales se alcanzaría el nivel estatal. Este ortodoxo punto de vista ha sido recientemente en gran medida puesto en cuestionamiento.
Prácticamente todos los contribuyentes al volumen de la colección Beyond Chiefdoms, “Pathways to Complexity in Africa” (Keech McIntosh, ed., 1999) rechazan esa visión unilineal, y afirman que numerosos desarrollos apuntan a que se produjeron sociedades complejas, pero no el estado (para puntos de vista similares: Crumley 1987, 1995). En lugar de un desarrollo de la jerarquía, estos autores señalan hacia el desarrollo de la heterarquía, es decir, una sociedad en la que el poder y el liderazgo se divide en varios grupos o personas, o, como formuló Crumley (1995: 30): «un sistema en el que sus elementos están descategorizados unos respecto a los otros o categorizados de diversas formas dependiendo de las condiciones’. De hecho, el registro etnográfico muestra muchos casos de heterarquía, así como de Estados. En el último volumen de Alternatives of Social Evolution (Kradin, Korotayev, Bondarenko, De Munck and Wason, eds., 2000) varios de los colaboradores describen desarrollos evolutivos que llevaron a las formas de organización sociopolítica heterárquicas, aunque otros colaboradores del volumen no abandonan la idea de formación del Estado.
De acuerdo con otros antropólogos, el desarrollo del Estado incluso podría haberse evitado, bastaría que la gente hubiera sido más consciente de su peligro, la sociedad podría haber resistido a la formación del Estado. El trabajo de Pierre Clastres, “La Société contre l’Etat” (1974, [La sociedad contra el Estado]), podría haber sido un buen ejemplo, pero a pesar de su prometedor título, no describe los esfuerzos por evitar la formación del Estado, aunque sí los esfuerzos de algunas tribus brasileñas para evitar la jerarquización, que no es lo mismo. Los esfuerzos brasileños, por lo tanto, no impidieron el desarrollo del Estado.
De lo anterior se deduce que, de la evolución de una gran variedad de tipos de organización sociopolítica, más o menos complejos, al menos en algunos casos, emergió una organización estatal temprana. El Estado, como forma de organización surgió como lo más viable, y en nuestros días, es la forma dominante de organización política en todo el mundo. Esto nos lleva a la cuestión que tratamos, y en caso afirmativo, en qué medida, la formación del Estado era inevitable. Primero voy a definir los dos términos centrales de esta cuestión. La ‘Inevitabilidad’ expresa el hecho de que, dadas unas circunstancias especificadas, la aparición de un cierto fenómeno no puede prevenirse; es seguro que va a ocurrir o aparecer. La definición de «Estado» es más difícil de formular. Esto puede parecer extraño, ya que hay numerosas definiciones de «Estado». El problema con la mayoría de las definiciones es que se basan en consideraciones ideológicas. Ya en “The Early State” (1978 –El Estado temprano), Peter Skalník señaló la existencia de una verdadera línea divisoria entre las definiciones formuladas por personas que pensaban que el Estado estaba mal y era despreciable, y las formuladas por los que consideraban la aparición del estado como un gran logro de la evolución cultural, abriendo las perspectivas más prometedoras para la humanidad. Trataré de evadir las trampas de ambos enfoques, y formular una definición relativamente libre de ideologías del Estado. Con este fin expondré primero algunas cosas sobre el Estado. El Estado es un fenómeno que apareció por primera vez hace tan sólo varios miles de años. El estado, siendo un producto de las relaciones sociales, no debe ser cosificado, personificado o sacralizado. Se trata de un tipo específico de organización social, que expresa una forma concreta de orden social en una sociedad. Le da expresión a las relaciones sociales, económicas y políticas existentes en la sociedad, y a las ideas relativas al poder, la autoridad, la fuerza, la justicia, y la propiedad (Claessen y Skalník 1978: 4). O como escribió Friedrich Engels hace más de cien años:
De acuerdo con Patricia Shifferd (1987:. 47 y siguientes), el curso de formación del Estado no se ha llevado a cabo tranquilamente, y originó problemas para muchos de sus habitantes:
Continuando ella (y creo que sus siguientes declaraciones son los más importantes para nuestra discusión) :
O dicho de otra manera:
Partiendo de estas afirmaciones podemos concluir que, siendo el desarrollo del Estado tan sólo uno entre los muchos desarrollos, sólo cuando ciertas ‘condiciones necesarias’ están presentes, el Estado podrá surgir.
Limitaré mi análisis a la aparición de los primeros Estados, como inicio de todos los tipos posteriores de Estados desarrollados desde formas anteriores. Como definición del estado temprano tomo, con algunas modificaciones menores, la formulada en “The Early State” (1978: 640):
[…]
Todo esto ya se dijo en “The Early State” (Claessen y Skalník 1978: 624-625):
En vista a los datos presentados, está claro que un número de factores han de estar presentes, y alguna influencia, interna o externa, que desencadenara los acontecimientos. Esta influencia pudo ser un peligro, como sucedió con los betsileo, la escasez de bienes y alimentos, como fue el caso de los aztecas, o la introducción de nuevas ideas y creencias que fueron cruciales para el desarrollo de los Estados tempranos en el sudeste asiático (Hagesteijn 1989). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que esta combinación no siempre tuvo como resultado organizaciones socio-políticas más complejas; esto ocurría sólo cuando los factores desencadenantes se refuerzan mutuamente; entonces se producía una retroalimentación positiva. Conforme la fuerza de los factores fueron variando se reunían todas las razones para creer que algún otro tipo de organización sociopolítica podría emerger, una estructura de grandes hombres, una heterarquía. Si, tal como debe haber sucedido muchas veces, los factores contradicen o se obstaculizan unos a otros, se daba el estancamiento (retroalimentación negativa), y finalmente, el estado temprano no surgía.
En el Modelo de Interacción Complejo (Claessen y Van de Velde, 1985; 1987) formulamos la interrelación de los factores formativos cruciales, el formato de la sociedad (es decir, el territorio y el número de personas), la ideología y el predominio de la economía. Una mutua y recíproca influencia de una sobre otra origina cambios en los factores (o grupos de factores), creando condiciones desde las que emergen las organizaciones socio-políticas más complejas. Una vez que se ha establecido, la organización socio-política se convierte en el cuarto factor del modelo, que a su vez influye en los otros tres, y actúa a modo de co-determinante, a no ser, por supuesto, que haya alguna retroalimentación que evite o posponga esto.
Un análisis de los casos históricos deja claro que, en muchos casos, el desarrollo de un Estado fue un proceso de larga duración. Durante el proceso entre progreso y estancamiento ambas cosas podrían ocurrir; pero al final, el Estado era un hecho. La accidentada historia del reino de los francos es un buen ejemplo de un desarrollo así de prolongado. El estado de los Capetos surgió sólo después de una agitada historia de siete siglos. Una historia que comenzó con Clovis, que inició el proceso de formación del Estado en el siglo V, con la creación de un emergente Estado temprano, y terminó con Philippe II August que en el siglo XII redondeó la construcción de un Estado maduro (Claessen 1985 ). La historia de betsileo demuestra, sin embargo, que la formación de un estado temprano puede ser cuestión de tan sólo unos cincuenta años (cf. Kottak 1980). Y, hay muchos casos en los que, a pesar de que estaban presentes la mayor parte de las condiciones necesarias, no surgió nunca un estado, como muestra la historia de la Mbundu de Angola (Miller 1976; cf., también Shifferd 1987).
Es en este contexto que se debe buscar la respuesta a nuestra pregunta. Sólo cuando están presentes de manera simultánea una serie de condiciones concretas en una misma sociedad, y cuando se produce algún accidente desencadenante, el desarrollo de un estado temprano se llevará a cabo, siempre que se produzca la retroalimentación positiva entre las ‘condiciones necesarias’. Es en estos casos, y sólo en ellos, que la aparición de un estado temprano resulta inevitable.
Pero este no es el final de la historia. Hoy en día doquiera que en todas partes el Estado moderno, altamente desarrollado, es la forma dominante de gobierno, donde los modelos alternativos de organización sociopolítica se toleran sólo como una especie de distritos o provincias de los Estados modernos. Desde sus inicios, el estado fue la forma más fuerte de organización de todas y para las entidades políticas que lo rodeaban no había muchas alternativas. Éstas podían tratar de imitar la poderosa organización, la interacción política entre iguales (Renfrew y Cherry 1986), y tratar de mantener su independencia o terminaban siendo absorbidos o colonizados después de algún tiempo. En este sentido, no se puede sino concluir que, al final, el Estado haya sido algo inevitable. Y, aunque lo parezca, esto no parece ser el fin de la evolución. No sabemos cuáles serán las consecuencias de la creciente globalización y la localización, la predicción en las ciencias sociales es bastante azarosa. No obstante, que el Estado, en la forma que ahora lo conocemos, pueda durar su mayor tiempo parece probable, y quizás también sea inevitable (Kloos 1995).
– Referencias: En el artículo original “Was the State Inevitable?”
– Imagen, foto de Henri J. M. Claessen
– Imagen.2. Asamblea Constituyente. – See more at: http://bitnavegante.blogspot.com.es/2014/10/fue-el-estado-algo-inevitable.html#sthash.WAceAqUU.dpuf
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