La creciente tensión entre Rusia y Occidente provocada por la crisis de Ucrania está mandando su onda expansiva en forma de forcejeos militares a toda Europa.
La OTAN respondió a las incursiones de Rusia en el este de Ucrania intensificando sus relaciones con Kiev y reforzando los patrullajes aéreos y los ejercicios militares con sus miembros de Europa oriental y central.
Por su parte, Rusia ha decidido llevar a cabo una política militar más activa y muchos podrían decir incluso que más agresiva; una política militar propia que supone el regreso de los vuelos y las actividades de los años de la Guerra Fría que se llevaban a cabo para poner a prueba regularmente las defensas de la OTAN.
Un grupo de investigación con sede en Londres, European Leadership Network (la Red Europea de Liderazgo), ha elaborado un estudio detallado de este tipo de actividades por parte de Rusia.
«Pudo haber víctimas»
Titulado «Peligrosa Política de Riesgo Calculado: Encuentros militares cercanos entre Rusia y Occidente en 2014», el estudio narra los cerca de 40 incidentes específicos que han tenido lugar en los últimos ocho meses.
Según el informe, los incidentes «van desde preocupantes violaciones del espacio aéreo nacional, despegues de emergencia, colisiones aéreas que se han evitado por muy poco, encuentros cercanos en el mar y otras acciones peligrosas que ocurren de forma regular en un amplia área geográfica».
Además de los encuentros de rutina, el informe identifica «11 incidentes graves de naturaleza más agresiva o inusualmente provocativa, que incrementan el riesgo de una escalada de tensiones».
Ese tipo de incidentes incluye el acoso en vuelos de reconocimiento, sobrevuelos cercanos a buques de guerra y las misiones rusas de «bombardeos simulados».
También señala «tres incidentes de alto riesgo» que, a juicio de la organización que elabora el informe, «tuvieron una alta probabilidad de causar víctimas o una confrontación militar directa».
Uno de ellos sucedió el pasado mes de marzo cuando un avión comercial de Scandinavian Airlines procedente de Copenhague estuvo a punto de chocar con una aeronave rusa que hacía un vuelo de reconocimiento y que no había transmitido su posición.
Y eso significa que no son sólo juegos militares, sino que hay un auténtico riesgo de desgracia.
Pérdida de control
El segundo incidente de alto riesgo involucró el secuestro de un agente de seguridad de un puesto de control fronterizo en Estonia y, por lo tanto, dentro del territorio de la OTAN.
Posteriormente, el agente fue enviado a Moscú y acusado de espionaje.
Luego, por su puesto, se produjo la gran cacería por las autoridades suecas de un supuesto submarino ruso el mes pasado.
El incidente llevó a las autoridades suecas a advertir que estaban dispuestas a usar la fuerza para sacar al eventual submarino a la superficie.
El peligro, indica el informe, puede venir de los dos lados.
«La mezcla de una postura rusa más agresiva y la disposición de las fuerzas occidentales para mostrar su resolución incrementa el riesgo de escalada de tensiones accidental y de que se pierda el control».
Tensiones no resueltas
La organización European Leadership Network hace tres grandes recomendaciones.
Asegura que el «liderazgo ruso debería volver a evaluar urgentemente los costos y riesgos de continuar con su postura militar asertiva y la diplomacia occidental debería estar enfocada en que Rusia se mueva en esa dirección».
Además, dice que «todas las partes deberían ejercer control político y militar» y que deberían «mejorar la comunicación entre los ejércitos y la transparencia».
Y probablemente aquí hay muchos temas sensibles.
Pero teniendo en cuenta las tensiones no resueltas en Ucrania, la trayectoria de la actual política exterior rusa y las presiones procedentes de la OTAN que se siente más amenaza, existe el riesgo de que este patrón de comportamiento se convierta en la nueva norma.
De hecho, la creciente frecuencia y escala de los ejercicios militares de la OTAN en Europa central y del este, es probable que solo anime a los rusos a reforzar sus propias maniobras militares.
En este contexto, puede que sea necesario volver a aprender los procedimientos y los patrones operativos de la Guerra Fría.
No hemos vuelto a la década de 1950.
Pero, en cierto modo, los riesgos de fanfarronerías que llevan a malos cálculos o de errores genuinos hacen que los problemas de hoy, por pequeños que sean, se vean como peligrosos.