Antes que nada, un pequeño truco de magia. Por favor fijen su vista durante unos segundos en el pequeño punto verde que parpadea al centro. Luego de unos segundos, los puntos amarillos comenzarán a desaparecer:
En realidad no se trata de magia, sino de un efecto (o ilusión) visual llamado “ceguera inducida por movimiento”. Al igual que la sensación que se tiene de niño al ver la luna desde un auto en movimiento y sentir que la luna se mueve con nosotros, la ilusión óptica anterior ha sido presentada para demostrar que no podemos ponerle atención suficiente a dos fenómenos visuales (el cuadro azul giratorio, el triángulo de puntos amarillos) a la vez, por lo que nuestro cerebro “opaca” o deja de poner atención a ciertas cosas.
Confiamos ciegamente en que nuestros sentidos están de nuestro lado en la percepción de nuestra realidad circundante pero, ¿hemos cuestionado la idea de que nuestros sentidos son realmente jueces objetivos de nuestro entorno?
Más allá del estado y agudeza de nuestros ojos, oídos, manos, lengua y olfato, nuestros sentidos se extienden a los dominios de la atención, la memoria, incluso el equilibrio, las percepciones espacial y temporal, etc. En otras palabras, somos una máquina viva que recaba data y la procesa a velocidades increíbles. Pero, de hecho, parte del proceso consiste en desechar información.
Sabemos que el cerebro llega 15 segundos tarde al presente, para no volvernos locos. ¿Pero qué otras formas existen de demostrar que nuestros sentidos –y en general, nuestra percepción de la realidad– mienten? ¿Y cómo?
Detectando el cáncer
Científicos del hospital de Boston realizaron este año un experimento para probar los poderes de atención de los radiólogos. Los investigadores les mostraron cientos de placas de pulmones humanos y les pidieron buscar nódulos blancos y brillantes (cáncer). A continuación una de las placas. ¿Puedes encontrar el nódulo cancerígeno?
La siguiente pregunta: ¿notaste a King Kong? No te sientas mal: sólo cuatro de cada 24 radiólogos notaron que en la esquina superior derecha hay un pequeño gorila bailando.
La “ceguera por inatención” es un fenómeno demostrado en 1999. Nos dice que nuestra percepción depende de mucho más que crear una réplica mental de todos los detalles visuales: notar y recordar cada detalle sería imposible, así que nuestros cerebros filtran lo que no necesitamos y nos exponen la información más relevante.
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El rostro de la muerte
La temperatura, la presión, la dirección del viento: todos los pequeños cambios pasan desapercibidos, filtrados, archivados por nuestro cerebro. ¿Pero qué busca el cerebro? Desde un punto de vista neurológico, parece que nuestro cerebro busca información social en el entorno a través de mecanismos sumamente especializados.
Amigos o enemigos son discriminados a través de expresiones faciales, el género se decide en milésimas de segundo por pequeños rasgos que no llegamos a hacer conscientes. Pero primero necesitamos un rostro: es por eso que las ventanas, ciertos objetos, ciertos edificios o grietas en las superficies nos recuerdan a gestos y ademanes de rostros que, en realidad, no están ahí…
En 1991, un estudio descubrió que los bebés recién nacidos prefieren observar la forma de la izquierda en vez de la forma de la derecha:
Los bebés recién nacidos no asocian los cuadros negros con una calavera o el rostro de la muerte, sino con un rostro cualquiera, un dispositivo facial, un comando predeterminado en nuestros ojos para reconocer rostros, aunque traten de esconderse.
Otro estudio similar fue llevado a cabo con monos en 2006. En este, se identificó una pequeña región en el lóbulo temporal del cerebro donde las neuronas se activan poderosamente al ver fotos de caras, pero también (aunque con menor intensidad) al ver objetos que se parecen a caras y rostros, como relojes o frutas redondas. También podemos reconocer rostros aunque hayan sido borrados parcialmente:
Los participantes de otro estudio pudieron identificar fácilmente más de la mitad de estos rostros (respuestas al final del artículo).
Nuestra percepción de rostros, pues, va de la mano con una programación social: percibimos el rostro como un todo, holísticamente. Pero un efecto desafortunado de ese poder de percepción es que caemos en casos de pareidolia, o la ilusión de percibir algo importante en estímulos ambiguos. Es una tendencia absolutamente natural. Por ejemplo, ¿qué ves en la siguiente imagen?
Sí, a nosotros también nos parece que el ano de este perro es similar al rostro de Jesucristo:
Más allá de panteísmo holístico o afán desacralizante, la pareidolia es en cierto sentido inevitable, y la gente ve a sus divinidades en cualquier lado. Por ejemplo, durante el hype por las bodas reales en Inglaterra, alguien creyó ver en este dulce de mango el rostro de la futura reina,Kate Middleton:
Si nuestro cerebro puede jugarnos estas bromas, ¿qué nos depara el lenguaje, una ilusión, una ficción ya en sí mismo? Y es que una cosa es encontrar a Jesús en una bolsa de Cheetos y otra muy distinta es comunicarte con Él…
Un estudio psicológico de 1976 les mostraba a los participantes una pequeña película. En ella, una mujer forma la sílaba “ga” con la boca, pero la cinta fue editada para que sonara como “ba”. Los voluntarios reportaron escuchar “da”, lo que demostró que la información visual afecta la percepción del habla. El “efecto McGurk” se ha replicado de muchas formas, por ejemplo esta:
No podemos confiar completamente en nuestra razón ni en nuestros sentidos; entonces, ¿en qué confiar? Paradójicamente, sólo tenemos nuestra conciencia y nuestra percepción para vérnoslas con el mundo. Puede que nos time algunas veces, es cierto, ¿pero no es la base de la creación ver cosas ahí donde no las hay? ¿Crear no es ver antes las cosas que todavía no existen?
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Respuestas al reto de los rostros distorsionados: 1. Michael Jordan 2. Woody Allen 3. Goldie Hawn 4. Bill Clinton 5. Tom Hanks 6. Saddam Hussein 7. Elvis Presley 8. Jay Leno 9. Dustin Hoffman 10. Príncipe Carlos 11. Cher 12. Richard Nixon
Pues ahora se q mi divinidad es chewaca