La ciencia geopolítica, por su estrecho parentesco con la Alemania nazi, decayó en su reputación durante algunos años. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, despojada de la relación de su fundador, el general Haushofer, con el führer a quien le proporcionó fundamentos científicos para su actividad expansiva, como el Lebensraum, por ejemplo, recuperó pronto su prestigio porque, no obstante ser apostrofada, las principales potencias continuaron aplicándola.
Son muchas las definiciones que posee. Para el caso vamos a utilizar la del XIX Curso Internacional de Defensa, en España, que dice: “Es el estudio de los condicionamientos geográficos de la política”. El analista Jesús M. Pérez, asistente a dicho encuentro, se plantea si en nuestro tiempo, caracterizado por la digitalización y los actores transnacionales, dice, es pertinente estudiar la disposición de penínsulas, ríos y cordilleras para comprender el actual panorama mundial.
¿Tiene relevancia la geopolítica en la actualidad? Sostengo que sí; los factores geográficos han influido desde tiempos remotos y continúan haciéndolo. La extensión de un Estado juega un papel determinante en caso de un conflicto armado, aun con la moderna tecnología en materia de armamentos.
Pongamos por caso una guerra por la primacía mundial entre China y los EEUU. Este último tiene (todavía) una neta superioridad aérea, naval y misilística, pero luego hay que conquistar el territorio, y esto cuesta muchas vidas y puede prolongarse demasiado tiempo.
Otro caso actual, el pretendido Estado Islámico es barrido desde el aire con mortíferas bombas y ataques con helicópteros artillados.
Tienen bajas, sin duda, pero para recuperar efectivamente el territorio hay que embarrarse los zapatos y buscar a los yihadistas casa por casa.
En el pasado, la vastedad de los espacios estatales jugó un papel resolutivo en la definición de un conflicto armado derrotando al ejército de Napoleón y, en la Segunda Guerra Mundial, al disciplinado, bien pertrechado y heroico ejército alemán.
Los japoneses, cuando invadieron China, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, no pudieron avanzar más allá de las ciudades del litoral.
En todos los casos, la amplitud espacial es un factor geográfico de gran trascendencia pero tampoco somos deterministas y reconocemos la incidencia de otros numerosos factores que influyen, tales como la idiosincrasia de la población, la posición relativa o absoluta, sus vecinos, etc.
Un caso que el autor español Jesús M. Pérez utiliza para demostrar la poca incidencia de lo geográfico en el desarrollo de los Estados, es el caso de Israel con un frente marítimo interesante en relación con su pequeño territorio, sobre uno de los mares más importantes del mundo.
En cuanto a sus vecinos, cierto es que dejan mucho que desear, pero la lucha constante desde que llegaron los primeros judíos de retorno de la diáspora a la Tierra Prometida, hasta hoy, han tenido que luchar para conservar su territorio.
Por otra parte un pequeño suelo hostil, desértico, donde el ingenio humano primó para obtener una excelente producción agrícola, irrigando cada plantita gota a gota. He estado becado en Israel y lo he podido apreciar personalmente. Esa constante lucha contra el medio y los pueblos árabes que aspiran a destruirlo hizo de ellos el poderoso Estado que constituyen en la actualidad.
La historia de Israel nos trae a colación lo que el gran historiador Herodoto pone en boca del rey persa Ciro, que trasladó a su pueblo desde un territorio pródigo en recursos y de vida fácil a otro, yermo, en el que había que luchar permanentemente para sobrevivir, pues había advertido que la bondad del suelo que ocupaban estaba haciendo perder dureza y vigor a su nación.
Vemos acá la influencia favorable o desfavorable de lo geográfico sobre el hombre y sus organizaciones políticas, pero siempre presente, de una forma u otra, el paisaje, la tierra, la naturaleza, los factores geográficos.
Colombia perdió la provincia de Panamá y México los actuales Estados de Nuevo México, Arizona, California, Texas, en manos de su ambicioso e inescrupuloso vecino del Norte. Pero fundamentalmente, en ambos casos, por falta de una adecuada integración con esos territorios.
La integración territorial y la inconveniencia de la separación entre sectores de un mismo Estado son principios fundamentales de la geopolítica, relacionados con lo geográfico. Paquistán occidental y oriental estaban separados por más de 1.500 kilómetros de territorio indio.
Este último país alentó la desintegración y Paquistán oriental terminó independizándose, con el nombre de Bangladesh.
Nuestras islas Malvinas fueron ocupadas violentamente por los ingleses por la extraordinaria posición estratégica que ocupa en las adyacencias de los pasos que vinculan los océanos Atlántico y Pacífico. Pueden responder que eso era en 1833, que ahora no es lo mismo, etc.
Sin embargo, ¿por qué montó una operación naval y aérea de tamaña envergadura para recuperarlas? Operación que pudo resultar un fracaso, por la distancia y por la valentía de los pilotos y soldados argentinos, pese a la ayuda recibida de la OTAN, los Estados Unidos y de Chile, según confesaron antes de morir Margaret Thatcher y Augusto Pinochet. No creo que lo hayan hecho por amor propio, por la situación del partido Conservador en Inglaterra o para salvar el prestigio de la Armada Real.
Y si así fuera, ¿por qué continúan ahora manteniendo una costosa base militar británica y de la OTAN? Los ingleses son muy pragmáticos y no estarían dispuestos a gastar tantas libras esterlinas por amor al arte. Es cierto que obtienen cuantiosos recursos de los permisos de pesca y también de la existencia de vastas reservas de petróleo, en su adyacencia, según los estudio de prospección realizados. Vale decir, también en este caso, por la influencia de los factores geográficos.
El Tíbet, gobernado en lo político y religioso por el Dalai Lama, actualmente exiliado en la India, enclavado en la cordillera del Himalaya sobre una extensa meseta con una altitud de casi 6.000 msnm, además de los monjes y templos posee vastos recursos naturales y de sus grandes glaciares nacen los diez principales ríos que irrigan la región.
Estamos hablando del Yangtsé, Amarillo, Ganges, Bramaputra, Mekong, etc. luego de períodos de vida independiente y otros sometido a China, según la dinastía gobernante en este último país. Finalmente fue ocupada por el ejército rojo y convertida en una región autónoma de China. También en este caso, la pérdida de su independencia fue motivada por su posición estratégica.
Brasil, además de llevar su capital, al “calor, a la selva y a la mediterraneidad”, parafraseando a Alfonsín, la escuela geopolítica de Itamaraty torció el sentido Norte-Sur de la cuenca del Plata, colocando un inmenso tapón en el río Paraná, a sólo 15 km del límite con la Argentina, la llamada “bomba H de agua”, sin canal lateral de navegación, lo que impide que los bienes de Bolivia, Paraguay y parte de Brasil, salgan al Atlántico por la Cuenca del Plata. Vale decir, como el factor geográfico de la dirección natural norte-sur de la cuenca afectaba sus intereses, horizontalizó mediante caminos y vías férreas la extracción de los bienes del corazón del subcontinente para llevarlos a sus puertos sobre dicho océano. Construyó incluso un puerto de aguas profundas, en la laguna de los Patos, lo más cerca posible de la Argentina.
Este designio geopolítico se cumplió actuando sobre el factor geográfico de la dirección natural de la red platina.
Otro principio básico consiste no sólo en proclamar soberanía sobre un territorio sino en ocuparlo, ejerciendo además actos inequívocos de posesión y de mando. Buena parte del territorio nacional, en especial la Patagonia, pertenecía a nuestro país por el uttis posidetis juris de 1810, pero dicho territorio estaba parcialmente habitado por aborígenes que asolaban las estancias que se animaban a instalarse en aquellos lejanos parajes. Estos, en especial los Araucanos, que cruzaban desde Chile para robar ganado y secuestrar mujeres, una vez cumplido su cometido volvían a él.
Para algunos sentimentaloides o por motivaciones ideológicas, quieren hacer aparecer a aquellos como tiernas e indefensas criaturas, al estilo del “Santito de las Pampas”, Ceferino Namuncurá. Si no fuera por las dos Expediciones al Desierto, la primera de Rosas que llegó hasta el río Colorado y luego la del general Roca, que llegó con sus avanzadas hasta Chubut, hoy la Patagonia no sería nuestra, pues, además del robo de ganado y de sus crímenes, aquellos sentaban presencia chilena en el lugar.
http://www.losandes.com.ar/article/la-geopolitica-en-el-siglo-xxi