La extrema derecha lleva 15 años haciéndose más fuerte en los países nórdicos, agitando la amenaza de la pérdida de identidad de una sociedad cada vez menos rubia.
Según los expertos, este movimiento en los países escandinavos dibuja la trayectoria de Anders Behring Breivik, el noruego «orgulloso de sus raíces vikingas» que ha reconocido ser el autor de las matanzas en Oslo.
El sospechoso explicó el lunes pasado que había realizado dichos ataques para enviar «una fuerte señal» al Gobierno noruego para que cese de «deshacer la cultura nórdica e importar en masa a los musulmanes».
«Breivik está solo con respecto a sus ideas extremistas, en sus crímenes. No obstante, es interesante ver que evoluciona en un contexto socio-político, que sus ideas no salen de la nada», explica Kari Helene Partapuoli, directora del centro antiracista en Oslo.
El Partido del Progreso noruego, derecha populista, «ha tenido mucho éxito al orientar el debate público», incluyendo su posición frente a los musulmanes y los extranjeros, recuerda la directora.
La xenofobia, una baza política
Desde los años 70 y 80, los países nórdicos han servido de refugio a centenares de miles de inmigrantes procedentes de zonas conflictivas como la antigua Yugoslavia, Somalia o Kurdistán.
Suecia ha acogido a más refugiados iraquíes después de la guerra de 2003 que todos los grandes países europeos juntos, según la Autoridad de Migraciones. En Oslo, el nombre más común en 2010 era Mohammed y sus diversas declinaciones.
Sin embargo, «el sentimiento xenófobo no ha aumentado sino que incluso ha disminuido, se trata más bien de una baza utilizada hábilmente por los políticos», denuncia Ulf Bjereld, politóloga en la universidad de Göteborg.
El Partido del Progreso en Noruega, al que perteneció Anders Behring Breivik durante varios años, se ha convertido en el segundo partido del país, con 23% de los votos en las últimas elecciones.
En Dinamarca, el Gobierno minoritario liberal-conservador tiene una alianza parlamentaria desde 2001 con el Partido del Pueblo Danés (PPD), lo que le deja en una posición ideal para imponer sus ideas (como por ejemplo el restablecimiento de los controles fronterizos).
Los Demócratas de Suecia (cuyo eslogan es «dejad Suecia a los suecos») entraron en el Parlamento en septiembre. Seis meses más tarde, en Finlandia, los nacionalistas Verdaderos Finlandeses obtenían un 19% de los votos. Desgraciadamente, la extrema derecha nórdica está tan establecida en la política, que los expertos creen que la etiqueta de «extrema» no puede seguir siendo utilizada para describir a estos partidos.
«Forman parte de la corriente política dominante», explicaba recientemente Anders Hellström, especialista en los movimientos nacionalistas y populistas nórdicos.