LA FASCINANTE HISTORIA DE LOS FAMOSOS HUEVOS FABERGÉ

Una colaboración de Adriana Babè

Hoy nos hemos despertado con un doodle de google fantástico. Los huevos de la firma Fabergé, que tanta fama han atesorado desde su nacimiento nos daban la bienvenida en la página de inicio de internet, recordándonos que, de haber vivido, su creador estaría cumpliendo hoy la friolera de 166 años.

Fabergé en su Joyería.

La figura del joyero ruso siempre me ha parecido fascinante. La historia de este país, de la que Rutherford hace una genial semblanza en su novela Rusos, la cual recomiendo fervientemente, siempre ha sido como un imán para mí. Desde la época de Catalina la Grande, los Romanov y su Dinastía me han trasmitido la historia de una nación que pagó el enriquecimiento de sus zares de una forma cruel, violenta, y no por ello menos comprensible, por parte de la clase obrera empobrecida hasta límites escalofriantes.

En las antípodas de dicha clase social, la alta aristocracia y la nobleza vivía una vida de excesos y lujos superfluos como no se había conocido jamás en la historia de Rusia.

En ese caldo de cultivo es donde nace esta preciosa tradición de los huevos de pascua de este insigne artista y joyero.

Peter Carl Fabergé es considerado uno de los orfebres más destacados del mundo, que realizó 69 huevos de Pascua entre los años 1885 a 1917, 61 de los cuales se conservan.

Peter Carl Fabergé-220px-karl_gustavovich_faberge.jpgEl artista

En 1870 pasa a ser el responsable de la empresa familiar de joyería en San Petersburgo. Con una excelente reputación como diseñador, trabaja con piedras preciosas, semipreciosas y metales, y realiza diseños de diferentes estilos como ruso antiguo, griego, renacentista, barroco, Art Nouveau, naturalista y caricaturesco.

Alexandra Romanov.

En la Exposición Panrusa de 1882 expuso sus obras, lo que le valió la medalla de oro. Desde entonces se le nombra joyero oficial de la familia real.

Para la Pascua de 1883, el zar Alejandro III le encargó al orfebre Peter Carl Fabergé la construcción de un huevo para regalarle a su mujer, la zarina María. El regalo consistió en un huevo con cáscara de platino que contenía dentro uno más pequeño de oro. Al abrirse este último, se encontraba una gallina de oro en miniatura que tenía sobre su cabeza una réplica de la corona imperial rusa. Este particular Huevo de Pascua le gustó tanto a la emperatriz que el zar le ordenó a Fabergé que realizara uno nuevo para cada Pascua.

Imagen

Primer huevo diseñado por el orfebre.

Para el diseño de los huevos imperiales Fabergé se inspiró en distintos estilos artísticos europeos; como el barroco, rococó, neoclasicismo o modernismo, así como en obras de arte que contempló durante sus estancias y viajes por Europa.

Había huevos creados para conmemorar acontecimientos tales como la coronación del zar Nicolas II, la terminación del ferrocarril Transiberiano, así como para celebrar aniversarios importantes. Otros huevos guardaban en su interior el yate imperial Standart, la catedral de Uspensky, el palacio de Gátchina o el palacio Alejandro, por citar unos ejemplos.

De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera, se conservan 61.

Se conocen cincuenta y dos huevos imperiales, cuarenta y cuatro de los cuales se han localizado hoy, entre ellos los dos últimos de 1917 que nunca fueron entregados ni terminados a causa de la Revolución Rusa, destacando el Huevo de la constelación del Zarevich.

Los restantes 8 huevos imperiales se consideran perdidos o desaparecidos; dos se conocen solamente por haber sido fotografiados en primer plano, otros tres se han descubierto en 2007, de estos descubrimientos fortuitos que me hubiera encantado protagonizar dos de ellos en una foto tomada a una vitrina de la zarina Maria Fyodorevna, donde aparece el tercer huevo imperial y el huevo con querubín y carruaje, este último quedó reflejado en el cristal de la misma, en cuanto al huevo del neceser figura en una fotografía de la joyería Wartski, Londres, en la parte inferior de una vitrina.

No se tiene ningún documento visual de los otros tres huevos de la llamada categoría imperial.

Otros siete huevos de Pascua fueron encargados por Alejandro Ferdinandovich Kelch, dueño de minas de oro en Siberia, para su esposa Bárbara. Asimismo personajes de la época como Alfred Nobel, Príncipes Yussupov, Duques de Marlborough entre otros de categoria no imperial que suman un total de ocho huevos. Sin embargo, la colección imperial de huevos de Pascua encargada por los dos últimos zares rusos es la más famosa.

Entre los materiales usados por Faberge figuran metales como el oro, platino, plata, cobre, níquel… que fueron combinados en distintas proporciones con el fin de conseguir diferentes colores para la “cáscara” del huevo.

Otra técnica usada por Fabergé fue la conocida como guilloché, un tratamiento de grabado superficial sobre metal que consiste en hacer ondas, estrías o cualquier otro dibujo, de un modo repetitivo y simétrico, se podía hacer a máquina o a mano. Fabergé se mostraba orgulloso de que todas las materias primas que se empleaban en su taller provenían de distintas partes de Rusia. Muchos huevos incluían minerales como el jaspe, la malaquita,  el lapislázuli, y el jade.

El huevo de 1917, destinado a la zarina María Fyodorevna estaba realizado en madera de abedul de Karelia.

Las piedras preciosas incluyendo los zafiros, rubíes y esmeraldas fueron utilizadas para la decoración de los huevos y/o la sorpresa que contenían, cuando se usaban era en la talla conocida como cabujón (corte redondo).

En cuanto al tipo de talla empleada para los diamantes era la típica talla rosa. Por otra parte también empleó piedras semipreciosas como las piedras de luna, los granates, los olivinos, y las piedras de Mecca, usadas más a menudo en la talla cabujón.

La fuente primaria de inspiración de Fabergé venía de los trabajos de siglos anteriores. El esmalte translúcido era una técnica muy valorada en el siglo XIX, que requería de varias capas de esmalte que se secaba en un horno después de aplicar cada capa. Sin embargo, durante el siglo XIX se disponía solamente de una limitada gama de colores, de modo que Fabergé experimentó y pronto aumentó su paleta de colores hasta lograr más de 140 tonalidades diferentes. El más apreciado fue el esmalte de ostra, el cual variaba de color dependiendo de la luz.

La Casa Fabergé fabricó, entre otros tantos objetos decorativos, accesorios para escritorio y joyas, entre las que tienen un papel fundamental las tiaras.

Yo os dejo estas bellas imágenes para que recreéis la vista. ¡A mi me chiflan!

LA FASCINANTE HISTORIA DE LOS FAMOSOS HUEVOS FABERGÉ

4 comentarios en “LA FASCINANTE HISTORIA DE LOS FAMOSOS HUEVOS FABERGÉ

  1. El talento, la creatividad, el buen gusto y la manifestación de la sensibilidad de un artista plasmadas en sus creaciones. El arte. Eso es lo que perdura. . .

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.