Aida. El año de la devaluación y la crisis de deuda de Argentina

En un gesto autoritario, la presidente Cristina Fernández interrumpió hoy el discurso que pronunciaba el jefe de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy

El expresidente argentino Néstor Kirchner decía a sus colaboradores en su Gobierno (2003-2007) que había que evitar dos situaciones económicas porque significaban en su país una crisis política: una devaluación y una suspensión de pagos. Kirchner recordaría seguramente a varios antecesores:Fernando de la Rúa (1999-2001) que intentó por diversos medios evitar ambos colapsos pero sus medidas solo los facilitaron; Adolfo Rodríguez Saá, que gobernó solo una semana en diciembre de 2001 y apenas pudo declarar el impago, una decisión para entonces inevitable; y Eduardo Duhalde(2002-2003), que adoptó otra opción imposible de sortear en aquel momento, el final de casi 11 años de tasa de cambio fija y la depreciación del peso. Sin embargo, la viuda y sucesora de Kirchner,Cristina Fernández, acabó este año devaluando y sin poder abonar su deuda por el bloqueo judicial de EE UU.

Uno de los economistas heterodoxos más respetados y famosos, el surcoreano Ha-Joon Chang, autor del best-seller ’23 cosas que no te cuentan del capitalismo’, así como es elogioso del periodo de alto crecimiento argentino durante el kirchnerismo y de su apuesta por la industria, también advierte que en el Gobierno de Fernández (desde 2007) la economía sufrió un daño severo por la apreciación del peso, lo que ha perjudicado la producción de manufacturas y servicios exportables. No hay que olvidar que Argentina tiene una de las 20 mayores industrias de coches del planeta, con fuerte exportación a Brasil, y es uno de los 25 principales exportadores mundiales de servicios informáticos y culturales (primero en Latinoamérica).

Así fue que en 2011 la presión para una devaluación creció tanto que Fernández optó por imponer controles cambiarios, y así es que ahora coexisten varias tasas de cambio: la oficial, la financiera y la ilegal, entre otras. Fernández llegó a decir en 2013 que aquellos especuladores que abogaban por una devaluación deberían esperar al próximo gobierno, el que debe comenzar en diciembre de 2015. Creía que una depreciación afectaría la actividad económica, la inflación y la pobreza. Pero en enero pasado la caída de reservas internacionales de Argentina resultaba tan insostenible que devaluó. La economía entró en recesión, la inflación aumentó y se presume que la pobreza creció, pero el Gobierno de Fernández ha dejado de medirla.

Aquella devaluación era parte de un conjunto de medidas ortodoxas que, sin llegar a constituir un giro neoliberal del kirchnerismo, buscaba un acercamiento del Gobierno a los mercados para volver a emitir deuda externa y así aliviar la escasez de divisas que había desencadenado en la pérdida de valor del peso. Pero ese semigiro ortodoxo se detuvo cuando la justicia de EE UU bloqueó el pago de deuda reestructurada en 2005 y 2010, derivada de aquella impaga en 2001, hasta que abone a los llamados ‘fondos buitre’ y otros acreedores que rechazaron las refinanciaciones.

Pese a la devaluación, el estancamiento económico, una inflación que ronda entre el 24% que prevé el Gobierno para 2014 y el 41% que calculan consultoras y provincias, y la crisis de deuda,Fernández se encamina a finalizar su gestión dentro de 12 meses. Argentina se ha acostumbrado a vivir con alta inflación, decía hace poco The Wall Streel Journal. La caída del PIB ha sido leve. El Banco Central ha contraído la política monetaria, ha atajado la depreciación y ha desplegado fuertes inspecciones contra las ‘cuevas’ (casas de cambio ilegales donde también se giran fondos al exterior por mecanismos legítimos o irregulares), con lo que ha domado por ahora la cotización paralela del peso. Y los títulos de deuda reestructurada cotizan a valores que no reflejan que están impagos desde julio.

¿La razón? “Los activos argentinos están muy baratos y se espera que en algún momento Argentina solucionará el default”, opina el analista Maximiliano Castillo Carrillo, de la consultora ACM. A partir de enero próximo, Argentina se librará de la cláusula que hasta ahora la condiciona a mejorar la oferta a los tenedores del pasivo refinanciado en caso de que les pague más a los ‘buitres’. Habrá que ver si es Fernández o su sucesor quien se siente a negociar con los fondos rapaces.

En el mundo financiero también pesan las expectativas de los especuladores de que en 12 meses gobernará Argentina un presidente más amigo del mercado: ya sea porque gane las elecciones alguno de los dos candidatos del kirchnerismo, Daniel Scioli o Florencio Randazzo, que son percibidos como más moderados que su actual jefa, o porque triunfen los opositores Sergio Massa,que fue kirchnerista hasta 2013, o Mauricio Macri, conservador de pura cepa que se ha distinguido por rechazar casi todas las políticas de los Kirchner, incluida la reestatalización de la petrolera YPF, que fue apoyada por la mayoría del arco político argentino.

Lo que no está claro es si el malestar de la población tras un año en que ha perdido algo de poder de compra. Las subvenciones a los más pobres casi han aumentado tanto como la inflación, pero los salarios no, si se toman en cuentan los índices provinciales. Habrá que ver qué si este diciembre se repiten los saqueos previos a la Navidad como los de 2001, 2012 o 2013. Siempre han sido desmanes fogoneados por políticos mayor o menor peso, pero basados en el sufrimiento de por lo menos un cuarto de la población argentina que sigue siendo pobre, pese a las mejoras sociales que ha logrado el kirchnerismo.

Infolatam
Buenos Aires, 11 diciembre 2014

2 comentarios en “Aida. El año de la devaluación y la crisis de deuda de Argentina

  1. Hola vania! ¡no es de extrañar ya que por nuestras venas corre la misma sangre! pero lo que puedo advertir a cada paso y cada día que pasa es que mientras no re-aprendamos a vivir sin dinero, y continuemos dándole el poder (que dicho sea de paso) ¡NO POSEE! al dinero, permaneceremos presos (aunque pensemos que no lo estamos) de esos intereses que manejan nuestro devenir como a ellos se les antoja…

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