Comienzo diciéndote que no se trata de tener dinero. Si ya llevas algún tiempo leyéndome sabes que no creo en la existencia del éxito, ni en la del fracaso, porque en la vida todo es relativo. Por algo Borges escribió: “El éxito y el fracaso son dos impostores”.
Es más, déjame te cuento algo que explique un poco mi teoría:
Estaba sentada a la orilla del mar observando a los pescadores echar la red y me fijé en sus rostros, cuando atrapaban un pez. Noté su gozo allí en el muelle en medio del sol, vestidos modestamente con un pantalón corto y sandalias.
Un gozo que tal vez no siente el hombre perfumado que va corriendo de su carro hasta la oficina porque se le hizo tarde. También está esa dicha de la mamá que después de un día de mucho trabajo, ha realizado las suficientes ventas puerta a puerta, como para comprar una bolsa enorme de pan, para poner en la mesa donde cenará con sus hijos. Su rostro al verlos contar sus hazañas del día, mientras remojan el pan en chocolate, quizás no es el mismo de aquella otra madre que cuenta con una empleada que se encarga de sus hijos.
Tal vez no hablamos del mismo gozo. Tal vez. Puede ser que haya gozo profundo en ambos casos. No lo sabemos.
A lo que me refiero es a que donde yo veo éxito, puede ser que otra persona vea fracaso, y viceversa. Lo que convierte a las dos palabras en situaciones que dependen por completo de nuestra interpretación. O sea que son o dejan de ser, más por lo que a nivel individual sentimos respecto de ellas que por ellas en sí. Así la vida.
Entonces puede ser que eso que llamamos éxito, no sea esa cuestión inmensa e inalcanzable que hay que planificar a futuro. La sensación de estar fluyendo con la vida podemos experimentarla ya. Por ejemplo, en forma de gratitud. Porque este divino momento en el que me lees no volverá a repetirse, o simplemente porque has salido adelante después de días difíciles. Hay muchas maneras de sentirte en la cima ahora y para ello hay que contar lo que posees, no lo que crees no poseer.
Tampoco hay fracaso como tal. Aunque a veces tengamos que usar esa expresión. Profundamente no existe el fracaso. Cada error creó una forma que fue utilizada para bien. Es que para eso es que sirve la legendaria frase: “somos uno”. De hecho, si algo te regaló un buen instante, si te hizo sonreír, si te dejó una enseñanza, no puede ser llamado error. Aunque haya lágrimas, aunque duela, no fue un error. Hay que volver a empezar.
En mi taller de Faster EFT en Tampico, tuve la oportunidad de conocer gente encantadora, entre ellas a Martina, una mujer con un negocio de comidas muy conocido, que siempre está a tope y que es visitado por quienes desean comer delicioso. De modo que sentada en su negocio le pregunté: ¿Cómo has logrado tantas cosas bonitas en tu vida? Y ella me dio respuestas que quise compartir contigo:
- Tengo una creencia acerca de mí: “Todo lo que toco lo convierto en oro”, me dijo.
- El pensamiento que tengo acerca de mí, determina mi felicidad.
- Bendigo a mis empleados y también a la comida.
- La palabra que más me gusta es: ENTUSIASMO*
- Mis productos son caros, dice. Pero las personas no vienen a saber los precios, sino a comer.
- Nadie roba a nadie.
Y más.
Sin embargo, con estos puntos, puedes comprender cómo piensa alguien que se siente poderoso, alguien que está orgulloso de haber logrado lo mucho o lo poco, porque al fin y al cabo es su logro, su conquista, su finalidad.
Y sé que hay días difíciles, en los cuales mantener el entusiasmo es prácticamente imposible. Pero ¿Qué haces en esos días donde una sonrisa no asoma ni si la obligas?
No culparte. Y hacértelo saber. Esa es otra manera de fluir. Otro secreto muy escondido es el arte de encontrar tranquilidad en la lágrima así como en la risa, encontrar belleza en el aparente acto de fluir o el aparente acto de atascarse. Encontrar lo divino en cada instante de la vida.
El verdadero poder no está en el dinero sino en tu sentir acerca del dinero, en tu sentir acerca de ti. La riqueza no es sólo dinero, eres tú en totalidad.
Gracias por leerme.
*Del griego enthousiasmos, que significa inspiración divina, que tiene a Dios adentro.
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También del fracaso se aprende.