Los hermanos del Mesías
La referencia a los hermanos de Yeshua (Jesús) sólo puede causar sorpresa en aquellos que no han leído nunca el texto completo de los Evangelios. En estos textos abundan las referencias a los hermanos de Jesús, e incluso llega a darse el nombre de los mismos. Como señala el Evangelio de Marcos (6, 3 ss) y el de Mateo (13, 54-55), los hermanos se llamaban Yacob (Santiago), Yosef (José), Simón y Yahudah (Judas) y habría al menos dos hermanas de las que no se dan los nombres. Sabemos también por el Nuevo Testamento que esos hermanos no creían en Jesús inicialmente (Juan 7, 5) y que incluso en un primer momento, en compañía de María, intentaron disuadirle de su ministerio (Mateo 12, 46 ss).
Esa incredulidad de los hermanos de Jesús seguramente explica que en la cruz encomendara el cuidado de su madre al discípulo amado. Sin embargo, también consta que se produjo un cambio al poco de la muerte, ya que en Pentecostés tanto Miriam (María) como los hermanos de Jesús ya formaban parte de la comunidad nazarena de Jerusalén (Hechos 1, 14).
No sabemos con total certeza a qué obedeció la transformación, pero todo parece señalar que pudo deberse a la convicción de que Jesús había resucitado. De hecho, Saúl (Pablo), escribiendo un par de décadas después, señalaba que entre las personas que vieron a Jesús resucitado se encontraba Santiago (I Corintios 15, 7). Cabe pues pensar que esa circunstancia provocó un cambio radical en él y, muy posiblemente, también en los otros hermanos.
El papel que tendrían en los años siguientes en el seno de la comunidad cristiana varió, pero no cabe duda de que Yacob (Santiago) fue el más importante. En torno a década y media después de la crucifixión, Yacob era con Pedro y Juan una de las “columnas” de la comunidad nazarena de Jerusalén según informa el propio Saul escribiendo a los gálatas (Gálatas 2, 9). La marcha a actividades misioneras de Pedro y Juan dejó a Yacob como dirigente indiscutible de la comunidad creyente de Jerusalén de tal manera que en torno al año 49 se celebró bajo su presidencia un concilio que abrió definitivamente las puertas de la nueva fe a los no-judíos.
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Según la Biblia, Santiago (o Jacobo), que escribió el libro del mismo nombre, que se encuentra en el Nuevo Testamento, era hermano de Jesucristo.
Marcos 6:2-3 dice: “Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?”
Evidentemente después del nacimiento virginal de Jesús, José y María tuvieron sus propios hijos e hijas:
El apóstol Pablo se refiere también a Jacobo, como el hermano de Jesús*, en Gálatas 1:19:“Pero no vi a ningún otro, sino a Jacobo el hermano del Señor.”
También se puede encontrar evidencia acerca de la vida de Jacobo aparte de la Biblia, del historiador Josefo. En Antigüedades XX, 197 menciona a Jacobo (o Santiago) el hermano de Jesús y a Anás el Sumo Sacerdote:
“Tras la muerte de Festo (en el año 62 A.D.) el emperador Nerón envió a Albino a ser procurador de Judea, pero antes de que llegase, el Rey Agripa nombró a Anás Sumo Sacerdote**, que era hijo del anciano Anás. (Nota: El anciano Anás, al que se hace alusión aquí, es el mismo Anás que aparece en los Evangelios del Nuevo Testamento.) “Este anciano Anás hacía mucho tiempo que venía siendo Sumo Sacerdote.
Tenía cinco hijos, todos los cuales llegaron al sacerdocio. Sin embargo, el joven Anás, era un bruto, que seguía a los saduceos, que eran unos desalmados cuando pronunciaban juicio. Una vez que Festo hubo muerto y Albino estaba aún viajando, Anás pensó que podía salirse con la suya. Llamando a los miembros del Sanhedrín, trajo ante ellos a un hombre llamado Jacobo, el hermano de Jesús, que era llamada el Cristo, y a ciertos otros, acusándoles de haber quebrantado la ley y ordenó que fuesen apedreados”.
Aunque la Biblia no lo menciona, Josefo afirma que Santiago fue convertido en mártir por el Sanedrín LA DECLARACIÓN MAS IMPORTANTE HECHA POR JACOBO EL HERMANO DE CRISTO:
“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros, los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”. Santiago 4:8-10 ESTUDIO BÍBLICO: Santiago 5:20
*Digo yo, si Shaul se refiere a otro hombre como ‘hermano del Mesías’ entonces el argumento de que ’se trata de otro judío’ o de ‘un hermano en la fe’ no vale pues también ese era el caso con Shaul y el nunca se refirió como ‘hermano’ del Mesías. Aunque s hubieron referencias a hermanos en general, este no fue el caso con Yacob o con sus otros hermanos y hermanas mencionados como tales.
En el judaísmo antiguo si una mujer no le daba hijos a un hombre a los diez años de matrimonio esta la podía repudiar. Es inconcebible que Yosef no tuviera otros hijos con la joven Miriam después que esta diera luz a Yeshua.
** Los romanos eran los que nombraban a los sacerdotes y las familias helenizadas pudientes pujaban para que sus hijos pudieran servir como sacerdotes. Desde hacía tiempo ya no estaba funcionando el sistema aarónico como antes y Roma tomó cartas en el asunto denominando a lo que consideraban el mejor candidato para esa función (sirviendo a Roma por supuesto).
Del resto de hermanos de Jesús poco sabemos. Hegesipo transmite la noticia de que las hermanas se llamaban Salomé y Susana, y el Nuevo Testamento contiene una epístola de Judas que, posiblemente, se deba al hermano de Jesús del mismo nombre, ya que en ella se presenta como “hermano de Santiago”. Tal y como informa Eusebio de Cesarea en su Historia eclesiástica, en la época de Domiciano se procedió a la detención de otro de los hermanos de Jesús por temor a que, siendo de ascendencia davídica, pudiera sublevarse contra Roma. Tras interrogarlo, las autoridades romanas llegaron a la conclusión de que era inofensivo y lo pusieron en libertad.
Finalmente, ha de señalarse que el último familiar de Jesús que conocemos, un tal Conón, hijo de un hermano, fue martirizado a inicios del siglo II y su tumba se encuentra en Nazaret dentro del recinto de la basílica de la Anunciación y bajo los cuidados actuales de la Custodia de Tierra Santa encomendada desde hace siglos a los franciscanos. Por lo tanto, de todo lo anterior se desprende que cualquiera que conozca el Nuevo Testamento –no digamos ya si además ha leído a Josefo o a Eusebio de Cesarea– la mención de los hermanos de Jesús no reviste ninguna novedad.
¿Más datos? Ahí van. Dice Tertuliano: “Esas palabras no contradicen la verdad de la humanidad de Jesús. Nadie le habría dicho que su madre y sus hermanos estaban fuera si no hubiese sido verdad que lo estaban realmente… Todos nacemos, pero no todos tenemos hermanos y madre… los hermanos del Señor no creyeron en él… y no está demostrado que su madre fuese discípula suya… […] Aunque era virgen cuando concibió, fue mujer cuando dio a luz” (De la carne de Cristo, 7 y 23).
“Dos protectores tenemos de la santidad cristiana, la monogamia y la continencia. Como virgen ciertamente María dio a luz a Cristo reservando su matrimonio [es decir su unión carnal con José] para después del parto de Jesús de modo que quedaran verificados los dos títulos de santidad: virgen y luego madre y esposa de un solo varón (Sobre la monogamia, 8).