El plus de escaños que la ley electoral les concede injustamente a los dos grandes partidos se adereza en la previa con un despliegue espectacular desde los grandes grupos de prensa, radio y televisión para promover una campaña bipartidista.
Generar la percepción de que estamos ante algo parecido a una segunda vuelta de unas elecciones presidenciales (dos candidatos) es el objetivo de los propietarios de los medios beneficiados por el bipartidismo y benefactores del mismo.
Los partidos que han entrado a saco (y alguno con el saco) en las cajas de ahorro donde jugaban al monopoly de la recalificación que ha hipotecado a una generación de españoles víctimas del timo del falso mercado inmobiliario y del desahucio que no llega a los alcaldes, alcaldesas, grandes promotores, directivos y consejeros corruptos que siguen en sus despachos o mansiones sin que intervenga el Fiscal Anticorrupción en proporción al timo o saqueo nacional del suelo.
Pero el verdadero retrato de la España del bipartidismo está precisamente en la historia reciente de entidades como Caja Castilla-La Mancha (o la CAM) que antes de votar alguien debería programar en su versión original y en prime time para que los españoles que siguen la actualidad por televisión descubran el culebrón mexicano y el divinity de Mónaco y Suiza que esconden la dura verdad de la política (sin censuras) de tres o cuatro partidos que los españoles no deberían avalar con su voto.
Aunque estos españoles, tratados como santos inocentes, dificilmente encontrarán en los medios de papel y licencia gubernamental (radio o tv) las alternativas ni el discurso editorial del cambio político del “vota a otros” que en otros países algunos medios tradicionales pero reformistas han promovido pues se veía venir el peligro de la perpetuación en el poder de dos maquinarias cuya prioridad es precisamente el poder por el poder aunque lo disimulaban con aquellas falacias del tipo “vamos a democratizar las cajas” o ahora “vamos a sanear las televisiones autonómicas” pero mientras tanto ponemos al frente a uno de la cuerda, como Nacho Villa, que para eso hemos “ganao”.
Ayer escuché a otro sanador de entes, Rubalcaba, defendiendo, una vez más, el saneamiento público de las entidades financieras a las que luego, eso sí, les pedirá un esfuerzo (impuestos especiales cuando vayan bien) para ayudarnos a superar la crisis. Los (y las tertulianas) que escuchaban al candidato ni se inmutaron, ni hicieron el menor comentario.