domi El Druidismo y otras sexualidades.

 

Uno de los principales motivos de alegría y de desasosiego, de pesar y de gozo, es precisamente el sexo entre personas y su sublimación, que no es otra cosa que el amor. Los seguidores druídicos, en general, entendemos el sexo como la manifestación última de la unión amorosa entre las personas.

Es decir, fuera aparte del placer puramente físico de la sexualidad, entendemos que el sexo es la manifestación física de algo superior, de la unión de dos almas y de la fusión de sus energías.

Cuando hablamos de sexualidad, sin embargo, tenemos que tener en cuenta que hay todo un abanico de sexualidades. Se entiende, generalmente, que esta unión de dos almas, se da entre un hombre y una mujer. Pero tenemos en cuenta, o deberíamos hacerlo, que la sexualidad del hombre va más allá de la unión monogámica y heterosexual.

Actualmente tanto los druídicos, como gran parte del mundo occidental, entendemos como una relación sexual sana aquella que se da entre dos o más seres humanos, independientemente de su genero sexual, y lo hace de mutuo acuerdo entre ellos.

La libertad sexual de las mujeres, así como de los hombres es patente en la sociedad celta.

Citando un artículo de Iolair Faol en el que se estudia las relaciones sentimentales del mundo celta:

“Ahora bien, como hecho diferencial, se admitía la poligamia y poliandria, la admisión no significaba que todo celta la practicara, sino que era permitida legalmente por quien deseaba practicarla y siempre con pleno consentimiento del cónyuge. En Irlanda este concubinato o casamiento contractual, expiraba coincidiendo con alguna de las grandes festividades druídicas. En el caso de concubinato se contrataba a una segunda o tercera o más, mujeres por un año, y recibían el nombre de “ben urnadma”. Dicho contrato podía ser renovado al cabo de ese tiempo y también debía contar con la aprobación de la primera esposa. Si ésta no daba su consentimiento y el hombre persistía en su intención, era tal hecho, motivo de divorcio. De todas maneras este concubinato amparado por las leyes, no mermaba en nada los derechos de la primera mujer o de la esposa legítima, llamada “cet muinter”o matrona, la cual conservaba sus privilegios e incluso estaba por encima de las concubinas, de las cuales le servían de soporte y ayuda en las diferentes tareas que la matrona debía asumir.”

En el caso de los celtas, parece cierta la idea de que creían en relaciones más allá de la monogamia heterosexual, puesto que al menos parece comprobado que se admitía la poliandria y la poligamia y no fue abolida hasta pasado el siglo XI.

Citando otro extracto del estudio de Iolair Faol citado anteriormente sobre el matrimonio celta:

“Pero ni en estos casos, ni en los casos de poliandria o poligamia, la pareja del cónyuge se veía menospreciada socialmente. La sociedad pagana celta no conoció afortunadamente el concepto de pecado hasta la invasión espiritual cristiana. Por lo tanto, ni en el matrimonio, ni en la sexualidad, ni en el amor, conceptos que podían ir ligados entre sí o no, se admitía en esas combinaciones la noción cristiana de escándalo social o pecado religioso condenado por un dios. En primer lugar, porque los dioses celtas, sus actos e interacción entre ellos mismos eran reflejo de la misma sociedad que pensaba en ellos.”

El celibato es igualmente otra opción perfectamente viable. La personas que permanecen castos y sin relaciones, guardan para ellos el poder de la energía sexual. Lejos de intentar llegar a una ascensión a través del sexo, a través de la entrega de su energía optan por dedicar esa fuerza, ese poder en otro esfuerzo.

Efectivamente, por poner un ejemplo alejado de los ascetas y misóginos santos cristianos, los chamanes realizan abstinencias sexuales antes de la ingesta de plantas de poder. Los Videntes Toltecas, y en este ejemplo en particular Don Juan, el mítico maestro nagual de Castaneda, en «El Fuego interno», le habla a su aprendiz respecto a la energía sexual y a la opción de no gastar energía en el sexo y dice al respecto:

«-A partir del momento de la concepción -contes­tó-. Yo siempre te he dicho que la energía sexual es algo de extrema importancia y que debe ser controlada y usada con mucho tino. Nunca te gustó esa proposición porque, crees que yo hablo de control en términos de moralidad; control para mí significa el ahorro y la recanalización de la energía.

Don Juan miró a Genaro. Genaro asintió con la ca­beza.

-Genaro te va a contar lo que decía nuestro bene­factor, el nagual Julián, acerca del ahorro y la recanali­zación de la energía sexual -me dijo don Juan.

-El nagual Julián decía que el sexo era un asunto de energía -comenzó Genaro-. Por ejemplo, él nunca tuvo problemas, porque tenía energía hasta en los dedos gordos de los pies. Pero a mí me echó una sola mirada y de inmediato prescribió que mi chile era sólo para ori­nar. Me dijo que yo no tenía suficiente energía para el sexo. Dijo que mis padres habían estado demasiado aburridos y demasiado cansados cuando me hicieron dijo que yo era el resultado de una cogida muy aburrida, y que así nací, aburrido y cansado. El nagual Julián recomendaba que la gente como yo jamás tuviera rela­ciones sexuales, a fin de que pudiéramos almacenar la poca energía que tenemos.

A Silvio Manuel y a Emilio les dijo lo mismo. Vio que los demás compañeros tenían suficiente energía. No eran el resultado de cogidas aburridas. Les dijo que podían hacer lo que quisieran con su energía sexual, pero recomendó se controlaran y que entendieran que el comando del Águila es que el fulgor de la conciencia de ser se da a través del acto sexual»

Otro ejemplo de este tipo de relaciones, fuera de lo que se ha venido considerando la norma, se puede dar en el caso de la homosexualidad.

Los seguidores druídicos, y cualquier pagano en general, entiende que la homosexualidad es algo aceptable como relación sexual y más importante, como relación sentimental.

Entendemos la homosexualidad como la tendencia a amar a los hombres y se debe realizar, con el fin de entender de qué hablamos, gran énfasis en la palabra amar. También sabemos que no todo el mundo que mantiene relaciones homosexuales es homosexual. Ni todos los homosexuales odian al sexo contrario, ni a las mujeres. No siempre se mantienen relaciones puras. Si nos atenemos al mayor axioma druídico, que es el concepto trinario, si creemos que entre el blanco y el negro hay miles de facetas de gris, entendemos que entre la homosexualidad y la heterosexualidad más feroz existen miles de facetas y de sexualidades.

Si bien, buscar una causa para la homosexualidad parece complejo y decantarse por una opción de las posibles para su origen (motivos genéticos o mentales, educacional u otros) se antoja misión imposible. También es cierto, que parece que existe una inclinación en la medicina actual en inclinarse por el entorno como causa y lo vivido en la infancia como principal motivación y parece que no es menos cierto que los niños nacen sin una sexualidad marcada (quizás porque al ser niños están más cerca del ideal andrógino) y sin una tendencia clara y lo que vivimos nos conduce a una sexualidad o a otra. Pero más allá de esta creencia y sin darla totalmente como válida, cualquier teoría que marque enfermedad o desviación puede ser rechazada de plano, a pesar de que no haya sido impugnada hasta hace poco en esta sociedad patriarcal y con tendencias sexualmente represora y machista.

No se debe caer en la identificación de los homosexuales y a la homosexualidad en la imagen hedonista y rayando con la superficialidad extrema. Si bien es innegable que muchos homosexuales encajan perfectamente en esa descripción, en la vivencia de una sexualidad dedicada estrictamente para satisfacer el Ego , también lo es que no se da en mayor número que heterosexuales que hacen los mismo o hipotecan sus vidas en relaciones muertas y venden sus vidas al dinero, a una posición social o al miedo a estar solos. Podemos dar como válida la idea de que nivel de relaciones humanas es exactamente igual de fácil e igual de difícil mantener una relación de pareja. Todos, independientemente de la tendencia sexual tenemos el mismo potencial para vivir una relación plena lo mismo que para vivir sin seguir nuestro corazones y vender tu alma a la Nada.

Los seguidores druídicos entendemos que las almas cuando se desprenden del cuerpo, carecen de condicionamientos sexuales. El concepto druídico de amor se basa en el Anam Cara, es decir, la idea del alma gemela o amigo íntimo. Se dice que el «alma gemela” nos espera en algún lugar del tiempo o del espacio, del presente o del futuro para complementarnos sexual, mental y espiritualmente.

La idea se resume en la concepción de Anam Cara como Tríada, en un enlace cuerpo-mente-espíritu, pudiendo cabalmente, ser la persona amiga íntima que a la vez es nuestro/a amante, cónyuge o pareja. Y con ella poder fluir con la energía cósmica Universal. Una Verdadera Pareja, donde los espíritus de ambos se nutren mutuamente, donde las mentes y los cuerpos fluyen entre sí, constituyen un único ente creador de armonía.

Si partimos de esta idea, es decir un alma, no se si llamarla asexuada, andrógina o simplemente decir que trasciende al género sexual, si la relación es sincera, y busca esa alma gemela será una relación adecuada. Si no la busca y solo busca la autosatisfacción, no lo será. Y esto debería ser así, independientemente de si los miembros de la pareja sean hombre y mujer o sean dos hombres, o dos mujeres o la combinación que sea.

En cuanto a otros problemas que se pueden plantear, como la implicación energética, debemos abordar primero como ve el druidismo el tema de la energía sexual. Y creemos que la energía, como el Todo, es dual. Y por lo tanto, contiene ambos géneros.

Si bien se puede decir que una pareja heterosexual pueda tener mayor facilidad para alcanzar un punto de unión a nivel energético no me parece correcto decir que una pareja homosexual sea incapaz de hacerlo. Quizás sea similar a cómo le resulta a las mujeres más fácil sentir la energía creadora y femenina. Al igual, los hombres tenemos mayor facilidad para conectarnos con el Dios. Pero de igual manera no se niega el que un hombre sea un canal de la Diosa, igual a una mujer.

Creemos en la existencia de la energía, de la esencia. Puedo decir que hay una energía personal, la esencia de cada uno, el alma y que hay una energía más universal, esta energía que nos une a todos y a todo. Macrocosmos y microcosmos. Sabemos que es la misma energía, pero diferente.

Creemos que hay una energía masculina que es más agresiva, generadora de poder y una femenina que es curativa, sanadora, pacificadora. Aún así, sigue siendo la misma energía pero también sentida de diferente manera.

Creemos que esa energía se puede manejar, se puede canalizar hacia afuera y ofrecer esa energía a alguien o a algo o bien canalizarla hacia dentro o tomarla. Y un vez más sigue siendo lo mismo, pero de nuevo, usado de diferente manera.

En esas tres ideas en realidad se sientan más o menos las bases de cosas como el Alma, el Todo o la Magia o al menos, el punto de partida para llegar a ese tipo de conceptos.

Lo anteriormente expuesto lo recoge la sabiduría hermética, gnosis de la que en parte se nutre el druidismo, en su obra El Kybalion. Allí, se recogen las anteriores ideas expuestas en varios de sus principios básicos:

El principio de mentalismo que dice que: “El Todo es Mente; el universo es mental” que se podría leer junto al principio de generación o de género que expone que “La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos”

El principio de la dualidad, que dice “Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”

Y por último, el principio del ritmo, en el que se expresa “Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”

Haciendo una lectura conjunta de estos principios, podemos entender la energía sexual como algo fluido, como algo que en su esencia es masculino y femenino, que puede variar de un estado a otro y que tiende a compensarse.

Los paganos buscamos la Ascensión, la Iluminación o lo que los druídicos llamamos Awen, y con ello buscamos que nuestra energía personal esté cada vez más pura y cerca de su esencia, que sea cada vez más ella misma y por tanto sea capaz de sentir su afín, que sería la energía del universo y dice la máxima “Como es arriba, es abajo. Como es abajo, es arriba”: es decir, como es en el cosmos, es en mí y viceversa. Por tanto llegar a esa unión personal con la esencia de uno mismo y a través de esa unión llegar a la fusión con el resto de seres y energías es de alguna manera el concepto de la Awen.

Y esa dualidad, masculino y femenino y el Tercer Camino, piedra angular del conocimiento druídico, como la unión de ambas se basa en eso: ying y yang unidos de nuevo en equilibrio precisamente en ese tercer estado, el Tao que es diferente del ying y diferente del yang pero formado por ambos. Y de alguna manera se vuelve al concepto de Awen.

La energía sexual y de lo que de su manejo debería derivar es precisamente todo lo anterior: masculino y femenino para llegar a ese tercer estado y el sexo se presenta como una oportunidad como ninguna de sentir tu propia energía latir, de sentir la energía de otro ser junto a la tuya y de fundir ambas y fundirlas con las del propio universo. Debería fundamentarse en sentir la energía propia, ser consciente de la de la pareja, y a la inversa, que la pareja sea consciente de su propia energía y de la tuya. Y en base a esa consciencia, a esa nueva cognición y unidas ambas en algo más, llegar a ese tercer estado donde no se sea uno u otro, sino ambos. Se debería poder llegar a esa unión indiferentemente de cuál sea el sexo de los participantes. Es probable que sea más sencillo en una relación heterosexual, porque precisamente los órganos sexuales ya estén «pensados» para esa unión. Pero no parece cierto que sea el único camino para llegar a esa unión o que sea menos intenso si se consigue por otras vías.

En cualquier caso, la mejor forma de amar no es la que acumule más fácilmente energía, la mejor y única forma de amar es la forma sincera: sincera hacia uno mismo, sincera hacia su pareja y sincera en esencia. Todo lo demás, si es un hombre con un hombre o un hombre con una mujer o un hombre sólo o dos hombres y una mujer o cualquier combinación que se pueda plantear, tanto en número o en género, son puramente circunstanciales y por lo tanto anecdóticos. No hay maneras más convenientes de amar o de no amar, porque solo hay una forma de amar.

El destino final quizás sea manejar la energía sexual y la propia sexualidad en lugar de dejarnos arrastrar por ella.

El ideal último, quizás, debería ser el concepto de la androginia, y romper con cualquier rol sexual, navegar en el misterio de la propia sexualidad y romper con estereotipos. Profundizar más en nuestro aspecto masculino y nuestro aspecto femenino nos puede ayudar a acercarnos a ese ser andrógino.

Si hay algo que sea verdad, en cualquier caso, es que las cuestiones sexuales son, como la mayor parte de las creencias druídicas, un catma y no responden a una Verdad Absoluta. Por lo tanto, lo único que debería ser recomendable es guiarse en ellas por el corazón. Eso es al fin lo mismo que buscar el camino espiritual: seguir el corazón. Entender las motivaciones de lo que hacemos, más allá de la propia acción en si.

Por Gaueko Bele

 

http://elquecorreconlobos.blogspot.com.es/2007/11/el-druidismo-y-otras-sexualidades.html

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