He venido para deciros que todas las despedidas y separaciones son solo temporales, amados hijos, ya que todos vosotros estáis en el mismo viaje ascendente. Si buscáis lo suficiente, siempre encontraréis algo que os separa y si buscáis lo suficiente, siempre encontraréis algo que os reúne. Así, la tristeza de la partida, seguida por la alegría del reencuentro, será una parte permanente de vuestra experiencia a lo largo del viaje al paraiso, hasta que aprendáis que este movimiento de alejarse y reunirse nuevamente, es superfluo, a partir de entonces, vais a vivir en un flujo constante de dicha y unidad.
Este hecho es la medida del progreso en vuestro camino espiritual: el tamaño de tus conflictos. A medida que, como individuos, logréis un equilibrio y estabilidad cada vez mayores, los conflictos armados que provocan tan gran pérdida de vidas, se reducirán a pequeñas peleas, lo cual traerá una disminución en los desacuerdos verbales, asimismo traerá una disminución en las desavenencias internas contenidas dentro de uno mismo, siendo resueltas dentro de uno mismo, y con el tiempo, disolviéndose todo en el mar de la Comprensión Universal. Este es el estado de «Luz y Vida», el inevitable resultado en vuestro planeta, tras una larga historia de conflictos.
Así que repito: todas las despedidas son temporales, todos los contactos son vinculantes, todo el progreso, eterno. Y en este viaje siempre descansaréis en nuestros brazos. Nosotros no abrazamos a una persona más que a otra. Nosotros lo abarcamos todo. No nos olvidamos de ningún alma individual en nuestro quehacer. Ni un solo instante os dejamos caer de nuestro abrazo. Todos estáis incluidos en nuestro eterno amor celestial, y todos os reuniréis en un mismo destino.
Vuestra Madre Amorosa, Nebadonia, que os apoya junto con vuestro amoroso Padre, Cristo Miguel de Nebadón.
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