Hace apenas una semana, había esperanzas de una cumbre internacional de paz para el este de Ucrania.
Ahora, con los combates alrededor de Donetsk alcanzando una intensidad que no se veía desde hace mucho tiempo, las posibilidades de un avance parecen cada vez más escasas.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia habló el lunes de «graves consecuencias para la categoría de Estado de Ucrania», a raíz de una ola de violencia está cobrando cada vez más víctimas.
Y algunos interpretaron sus palabras como una advertencia de una mayor intervención militar de Moscú.
Rusia ya ha sido acusada por la OTAN y por Kiev de armar y apoyar a los rebeldes separatistas en el este de Ucrania, una afirmación que niega con vehemencia.
Pero otros sugieren que el aluvión de declaraciones oficiales recientes pueden ser un indicio de que el deseo de Moscú es evitar que la crisis siga escalando.
«Si Ucrania presiona aún más y, por ejemplo, entra en Donetsk, entonces el presidente Putin tendrá que responder, y eso es un dilema», argumenta Dmitry Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú.
«Si trata de revertir la situación, eso significará una mayor participación militar, y podría ser un desastre. No es lo que quería», argumentaTrenin.
En tal escenario, el abandono de los separatistas prorrusos a su suerte no es una opción para el presidente de Rusia.
Durante meses, Moscú ha acusado al gobierno «fascista» de Kiev de llevar a cabo una operación «punitiva» –incluso, genocidio- en contra de personas de habla rusa en Donetsk y Luhansk.
Ese mensaje, que retrata a los guerreros rebeldes patrióticos junto a civiles indefensos bajo el ataque de artillería ucraniana indiscriminada, se repite todos los días por la televisión rusa controlada por el Estado.
El hecho de que los insurgentes suelen disparar desde zonas residenciales nunca se menciona.
«Estatus especial»
Formalmente, Moscú aboga por «estatus especial» para las regiones ocupadas del este de Ucrania, un enclave prorruso dentro de una Ucrania unida.
Pero observadores rusos han sugerido que el verdadero objetivo es otro conflicto congelado: una herida abierta en la que Moscú pueda meter el dedo y mover cuando sea necesario, y así retener su influencia en Kiev.
Para las autoridades de Ucrania, que ya han visto Crimea anexado por su vecino, la integridad territorial y la soberanía son clave.
El presidente Petro Poroshenko prometió de nuevo el fin de semana pasado no ceder ni un trozo de suelo ucraniano.
El campo de batalla clave por ahora es el aeropuerto de Donetsk. Aunque su valor ahora es poco más que simbólico, el que lo controla finalmente afirma su supremacía.
Así que cuando las fuerzas prorrusos avanzaron sorpresivamente hacia él la semana pasada para apoderarse de nuevos caminos, Kiev devolvió el golpe con fuerza similar.
El jueves, eso sí, Ucrania confirmó que retiraba sus tropas militares del principal terminal del aeropuerto.
El editor de Rusia en Asuntos Globales, Fyodor Lukyanov, cree que Ucrania está demostrando una energía renovada, maniobrando para fortalecer su mano en potenciales futuras conversaciones de paz.
«El proceso de Minsk tuvo lugar porque Kiev fue casi derrotado», argumenta, refiriéndose al acuerdo de alto el fuego firmado en septiembre pasado. «No podía seguir luchando».
Desde esa tregua, más de 1.400 personas han sido asesinadas.
«Lo peor para Rusia es que Kiev continúe tratando de resolver esto por la vía militar. Rusia se verá obligada a responder militarmente, y ese sería un desastre para todos», advierte Lukyanov.
La semana pasada, un exprimer ministro de Rusia de fines de los 1990s planteó la pregunta retórica sobre si enviar tropas regulares a Ucrania -abiertamente, no furtivamente- empujaría a Kiev a seguir adelante con su ofensiva
Yevgeny Primakov se pronunció finalmente en contra esa medida, pero algunos sugieren que no habría planteado la opción si no tuviese voces cercanas al presidente Putin abogando ella.
La «rama de olivo» de Putin
A última hora de la noche del domingo, después de un día de fuertes enfrentamientos alrededor de Donetsk, el Kremlin reveló que el presidente Putin había extendido una aparente rama de olivo.
El jueves le había escrito al presidente Poroshenko para ofrecerle un «calendario concreto» para la ejecución del plan de paz existentes.
El presidente de Rusia aclaró que Moscú aceptó una línea de alto el fuego en Ucrania establecida por Kiev y estaba dispuesto a utilizar su influencia sobre los rebeldes para presionarlos a retirar su armamento pesado.
La línea de contacto, como se sabe, se estableció en septiembre pasado sobre la base de la posición de las fuerzas en ese momento. Pero el continuo conflicto ha hecho que las posiciones no sean las mismas y abrió una nueva controversia sobre su ubicación.
«Tal vez Rusia está dispuesta a presionar a los rebeldes ahora, para conseguir que se adhieran al acuerdo de Minsk, aunque muchos han dicho que no están contentos con él», sugiere Lukyanov, viendo una posible concesión desde Moscú.
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Pero eso todavía no se ha demostrado.
Mientras tanto, ha habido poco progreso en otros aspectos importantes, incluyendo que Ucrania reestablezca el control de un largo tramo de la frontera con Rusia, la supuesta ruta de entrada para los combatientes y armas.
Un portavoz del Ministerio de Exteriores ruso dijo que eso se estaba abordando como parte del proceso de Minsk.
Pero, evidentemente, el proceso se ha estancado.
Y con las bajas civiles, la necesidad de avanzar es urgente.