En 2009, la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) y la Fundación Patentes Públicas (PUBPAT), ambas de EEUU, demandaron a la empresa Myriad Genetics por patentar dos genes, el BRCA1 y BRCA2, cuyas mutaciones se asocian a la aparición de cáncer de mama, ovarios y, en menor medida, de próstata. Con esa cobertura legal, la compañía vendía un test que, por 3.000 dólares (unos 2.100 euros), permitía saber a una mujer si portaba la mutación.
Para ACLU y PUBPAT, que representan a colectivos de mujeres, asociaciones de investigadores y de laboratorios, las patentes estaban perjudicando la salud de las primeras y la investigación de los segundos. En 2010, un juez de Nueva York dictaminó que las patentes eran inválidas. Su decisión, que suponía un riesgo para una industria que ya ha patentado 4.000 genes humanos, fue inmediatamente recurrida.
Ahora, en una sentencia conocida el viernes, un tribunal de apelaciones federal ha anulado la decisión anterior. Para los jueces, una porción de ADN aislada del cuerpo es sólo información y puede ser patentada. La legislación estadounidense no permite patentar elementos existentes en la naturaleza. Pero la sentencia considera que las patentes de Myriad no protegen material natural, sino artefactos obtenidos por el hombre. La ACLU recurrirá al Tribunal Supremo, que tiene la última palabra.