Aida. Niños inseguros y temerosos: cómo ayudarlos a despegar

La inseguridad o temor en los niños son emociones hasta cierto punto  normales, son reacciones espontáneas que incluso los adultos sentimos cuando hay alguna situación que no manejamos o conocemos del todo, o ante aquello que nos representa algo nuevo o desconocido, o ante una amenaza a nuestros intereses o integridad. Sin embargo, la inseguridad y el temor pueden empezar a rebasar ciertos límites, y a afectar de modos no positivos la actitud y disfrute de la vida de los pequeños, provocando no sólo una personalidad reservada o poco participativa, sino afecciones de todo tipo debido a la gran tensión interior que padecen órganos y sistemas  cuando el cuerpo esta soetido al temor de forma constante y prolongada.

¿Qué es lo que causa la inseguridad y el temor en los pequeños?

En realidad hay muchas cosas que pueden hacer sentir a un pequeño inseguro o temeroso. Pero hay una causa fundamental: el ambiente alrededor del niño. Un ambiente no propicio para fomentar la seguridad en los niños es hasta cierto punto fácil de detectar: cuando hay adultos en su convivencia cotidiana que le exigen demasiado a los pequeños, que son intolerantes o poco pacientes ante los errores o el ritmo o tiempo con el que cada niño aprende y asimila ya sea una instrucción o u nuevo conocimiento. La reprobación o crítica constante a los pequeños puedes generarles una verdadera desconfianza en si mismos y un dolor emocional fuerte, privándoles poco a poco de la espontaneidad para acercarse al mundo y descubrirlo, y aprender a convivir con él, tan sólo porque corren el riesgo de equivocarse o ser rechazados, juzgados o mensopreciados. La constante corrección de los adultos a los pequeños va minando poco a poco la intuitiva exploración de los niños y su brillante personalidad inquisitiva y creadora que a esta edad esta fresca y llena de fuerza, llenándolos a la larga de mucha frustración, inconformidad y desesperación cuando no saben que exactamente hacer para conciliar el sentimiento de lo que quieren y desean expresar con ese agresivo mundo de afuera como bien lo perciben.

Cabe valorar, además, que un niño intimidado puede ir escondiéndose del mundo de una forma que muchas veces no nota el adulto, es decir, puede ir formando una serie de defensas, actitudes y reacciones para no ser “atacado”, es decir, se esconde del adulto que le representa una amenaza bajo una serie de defensas cómo hacerse el fuerte (cuando se siente muy vulnerable, o  no contestar (y guardarse) lo que en verdad siente, o fingir que no le importa o que ha comprendido (cuando no ha comprendido ni quiere hacerlo), etc. Todas estas defensas y emociones contenidas son pequeños puños de arena que van llenando un costal en su interior de disconformidad que no tardará en saturarse, sobrecargarse y “explotar”, causando entonces una serie actitudes ya sea de rebeldía, de frutración o una personalidad acorazada, es decir, constantemente a la defensiva o una serie de reservas que le impediran acercarse o relacionarse  emocionalmente con las personas, experiencias y/o circunstancias, lo cual podría construir en el futuro adulto una personalidad frívola, distante, “actuada”, etc., el “niño” estará impedido a gozar, crear y experimentar la vida de formas plenas.

Reacciones que genera el temor en el cuerpo y soluciones

Además de las consecuencias a nivel psicológico y conductual, es muy interesante observar como la tensión que genera origina la inseguridad o el temor va creando cantidad de tensiones que se van asentando poco a poco en los músculos, órganos y sistemas del cuerpo, provocando toda una serie de reacciones no positivas que a la larga pudieran derivar en enfermedades o malestares.

La incontinencia infantil, por ejemplo, se debe en gran parte a que el niño se siente amenazado o intimidado constantemete (y por lo general) por uno de los padres; el bajo rendimiento escolar, las contracturas y tensiones musculares, los problemas digestivos, articulares, mala circulación, dolores de cabeza, tartamudeo, problemas de aprendizaje, miopía (por la tensión acumulada en el globo ocular), calambres, problemas cardiacos, etc. son algunos de los malestares que pueden derivar del temor o la constante inseguridad.

¿Qué hacer con los niños inseguros y temerosos?

Los niños que son  reservados y que tienden a que los demás abusen de ellos, que no participan y poco se relacionan con los demás o lo hacen con mucha dificultad, son niños que sin duda se sienten constantemente agredidos o criticados. Hay que vigilar el mundo emocional de estos pequeños y encontrar la causa que puede estar haciéndoles sentirse retraidos o contenidos emocionalmente, intentar crearles, antes que nada, un espacio de exploración ya sea en la casa o escuela que les permita equivocarse “sin que el mundo se les venga encima”, darles confianza en que se expresen y digan lo que sienten y piensan, formar diálogos constructivos con ellos, darles paciencia e incitarles su creatividad. Esto, sin duda, requiere de mucho amor y entendimeinto por parte del adulto, el cual, muchas veces carece de la paciencia, tiempo o comprensión que son claves necesarias para cultivar la confianza y seguridad en los niños. Sin embaro, debe valorarse indiscutiblemente estos tres puntos si en verdad se desea cultivar un mundo saludable y fuerte en los niños.

Niños violentos-inseguros

Los niños violentos en las escuelas pueden también ser una muestra de la inseguridad o temor que sienten en casa o en la misma escuela. Un niño prepotente, por ejemplo, que parece muy seguro de si, puede haber transformado su inseguridad, temor o incluso miedo en una actitud contraria pero forzada, es decir, una personalidad que parece segura pero que por otro lado es abusiva o desconsiderada con los demás, lo cual demuestra que el niño se ha formado un escudo de frialdad para no demostrar su inseguridad y no parecer vulnerable antes los demás, asi que intimida con su actitud, esa es su defensa. Un niño que parece muy confiado pero que abusa de los demás puede estar sufriendo de una terrible inseguridad o temor, y es necesario no rezagarlo ni discriminarlo o hacerlo sentir culpable por como actúa o se coporta, esto sólo fomentara su defensa y no se construirá nada positivo con el castigo o el rezago. Antes que nada, se debe atender, como en el caso anterior, la causa que esta generando que el pequeño sea violento o se sienta aislado emocionalmente de los demás. Si un adulto se acerca a un niño violento con un diálogo amigable, firme y prudente, que estimule la confianza del  niño, sin duda puede romper en un momento o poco a poco las corazas que ha cosntruido el pequeño, el tiep dependerá de que tanto el niño haya aprendido a estar a la defensiva, no se abrirá tan fácilmente si siente cualquier amenaza a lo que es y siente.

Niños sin limites

Debe acentuarse también que la falta de límites puede volver a un  niñoinseguro y temeroso, pues al no tener limites interiores podria sentirse «débil» a la hora de actuar, confundido al no saber exactamente qué hacer o cómo actuar en determinados momento. Es importante marcar límites al niño, evitar la indulgencia y hacerlo que experimente las consecuencias de las cosas, pero no de forma discriminativa sino siempre de forma que el pequeño pueda aprender en base a la causa y el efecto, y no a la reprobación y el castigo.

Es necesario que el adulto que se relaciona cotidianamente con un niño inseguro, y que tiene el interés de ayudarle, se autobserve y aprenda a reconcoer actitudes en el mismo que sean impacientes, intolerantes y hasta perfeccionistas o exigentes, que escuhe su tono de voz cuando habla, que observe las palabras que usa y observe su modo de dirigirse al pequeño. Muchas veces con este reconocimiento y con un cambio positivo en la actitud o actitudes en los adultos alrededor, el niño simplemente empieza a sentirse más confiado, y poco a poco modificaría su actitud sin necesidad de ir a terapia especial.

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