Aida. Sal de la celda del Miedo.

Habitualmente he comentado sobre la necesidad de quitarnos todas las capas de creencias, lo importante que es dejar de creer y empezar a saber, a conocer, a tener curiosidad o interés, por todo lo que te rodea y tiene influencia directa sobre ti, quien se beneficia de tu ignorancia y quien se alimenta de ella, pero también creo necesario e igual de importante, quitarse todos los miedos. El miedo es un sentimiento vicioso y viciante, es difícil deshacerse de el, por que esta impreso, en nuestra parte mas primaria e instintiva, aprendemos a base de prueba y error, y en ese proceso, hemos adquirido una gran cantidad de miedos, que hemos abrazado como algo necesario por puro instinto de supervivencia. Una vez cubiertas todas nuestras necesidades primarias, nuestros horizontes se amplían, pero también lo hacen con el, los miedos. En entornos sociales donde lo que aparentas es mas importante que lo que eres, son los miedos los que nos marcan las pautas, y las fronteras que no podemos cruzar. Miedo al fracaso, al ridículo, al rechazo, a la exclusión…

Los miedos se multiplican exponencialmente según crecemos y enfrentamos retos mas complicados, mezclándose con los sentimientos y provocando miedos insuperables, depresiones o fobias. El miedo es una barrera que constantemente esta ahí, pidiendo que la saltes, es un obstáculo por superar, una lección. Antiguamente el miedo podía salvarte la vida en ocasiones y en otras quitártela, era a base de ese ten con ten, como se equilibraban las fuerzas, y como hemos llegado a sobrevivir hasta nuestros días. Hoy la lucha por la supervivencia no es tan evidente, no vivimos bajo las inclemencias de la naturaleza, si no bajo otras inclemencias mas brutales e inhumanas, por eso quien no supera sus miedos queda en la cuneta, lastrado y tarado. Esta sociedad esta diseñada para la constante competitividad y la producción imparable, y el miedo se convierte en la celda de una prisión sin barrotes. Uno de los miedos mas ancestrales es el miedo a lo desconocido, gracias a ese miedo no nos quemamos cuando descubrimos el fuego, pero ahora ese miedo se volvió en nuestra contra, juzga y sentencia por nosotros en nuestro día a día, dejamos que nuestro miedo, limite nuestras relaciones, esquematice nuestras emociones y reduzca ostensiblemente nuestros sentimientos. Nuestros miedos nos convierten en seres insensibles e impermeables al dolor ajeno, castra nuestra empatía y empaña nuestro reflejo en el otro. Gracias al miedo, somos esclavos, somos presos, somos seres mermados de nuestra capacidad para expresarnos y mostrarnos tal cual somos. Gracias al miedo, el sistema nos utiliza como recurso, como ganado, gracias al miedo somos manejables, influenciables y manipulables, gracias al miedo, somos crédulos en vez de sabios, gracias a el y por culpa de el, somos como somos y estamos como estamos.

Nos parapetamos en nuestra reducida zona de seguridad, nuestro metro cuadrado que ocupa esa zona de confort, donde nos definimos como seres, pero no somos capaces de romper nuestra burbuja, nos quedamos bajo nuestra cúpula llena de temores y miramos a través del poco espacio que nos dejan, ese mundo inhóspito, lleno de incertezas que se despliega a nuestro paso. Es mejor lo malo conocido… esa sentencia popular, define perfectamente la sociedad miedosa que construimos, la sociedad imperfecta y plagada de injusticia y desigualdad. Por culpa de ese conformismo miedoso, somos considerados borregos, a causa de nuestra incapacidad de enfrentar ese miedo al cambio, a lo nuevo, a lo incierto, seguimos esclavos en la celda que nosotros mismos construimos con nuestros miedos.

El que dirán, el como me verán, que pensaran… Pensamientos paranoicos infundidos por miedo, inseguridad transformada por la insana necesidad de agrado. Es imposible caer bien a todo el mundo, por lógica, adaptar nuestro estado emocional, al estado que proyecta el otro o que proyecta la situación, nos desgasta y nos consume, nos disocia de nosotros y nos crea un pozo negro de miedos en nuestro ser. Un paso, solo hace falta un paso, para vencer el miedo, cualquier miedo, afrontar ese leve movimiento debe salir desde nuestro interior, sin interferencias mentales, sin cortapisas sociales o creencias grupales. El enfrentamiento a esa situación de miedo, provoca que este desaparezca, da igual si esa situación es superable o no, hasta que no lo intentas no sabrás si es posible lograrlo, si es posible avanzar. Cruzar ese umbral te transforma, salir de ese miedo te transmuta y te convierte en sabio, te ayuda a conocerte y a conocer tus posibilidades, descubrir tus dones, hasta que no superas el miedo, tu oscuridad supera tu luz, eres ganado, eres un recurso, una materia prima.

Tu miedo da poder a los que se sirven de él. No solo te mantiene inmóvil y preso en un espacio mental, un espacio sin muros, ni barrotes, una celda de la que no es fácil escapar. Tu miedo sirve a los propósitos de tus enemigos, autorizas con tu miedo a que te exploten, es el permiso que otorgas para que te manipulen, ellos huelen tu miedo y saben que estas listo para ser depredado. Eres lo que proyectas que eres, el miedo apesta, y tus predadores lo rastrean sin esfuerzo. Tu miedo te pone en inferioridad y da la clave al predador para que te ataque y te consuma. Da igual si es familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo… Sin son físicos o no, si son enemigos o no, tu miedo es detectado instantáneamente y te hace vulnerable. Cuanto tiempo deseas seguir preso, dudando de ti mismo, dudando de tu capacidad de superación, tomando modelos externos y copiando modos, a los que te tienes que amoldar, tú eres tu propio modelo a seguir, tu propio patrón, tu propio amo. Llego el momento de elegir si aplicamos lo aprendido a nuestra realidad cotidiana, si los conocimientos que adquirimos los ponemos en práctica, para propiciar el cambio o si el miedo vuelve a ser nuestro recurso defensivo y conformista, y nos quedamos como estamos. Ya se acabo el tiempo en que creíamos que nos salvarían, ahora sabemos que estamos solos ante el peligro, ante lo incierto. Si queremos cambio, debemos empezar por nosotros, sin miedo, libres, conscientes y responsables. Nuestra realidad cambiara cuando dejemos de dudar de nosotros y empecemos a confiar en el poder que tenemos.

Nuestra voluntad y nuestra  intención son los combustibles que inician el movimiento hacia la salida. Solo proponerlo y poner nuestra intención en llevarlo a cabo será suficiente para que no haya mas miedo en tu vida, y dejar que esas dudas que descansan sobre tus hombros, descargando en ellos la plomiza losa del miedo, acaben impidiéndote ese paso decisivo en tu progreso y tu crecimiento. Es importante saber de lo que eres capaz y no infravalorarnos, no caer en prejuicios ni valoraciones de terceros, que nos programan para el fracaso. Tu éxito depende de tu voluntad ara lograrlo, es el único escalón que debes superar en una extensa planicie libre de obstáculos que es la vida sin miedos.

Publicado por Ruben Torres

by Las Tinieblas de la Mente

Un comentario en “Aida. Sal de la celda del Miedo.

  1. Tenemos tendencia a dramatizar y a dejarnos envolver por el miedo, ¿por qué no dejar simplemente fluir y vivir momento a momento?

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