Pase lo que pase todo siempre va a estar bien…
Esta frase, tan simple y a su vez, tan llena de fe y esperanza es nada más y nada menos que una gran fuente de inspiración…
Inspiración que nace cuando me encuentro nuevamente frente a una hoja en blanco con un puñado de ideas para expresar en cada línea…
Ideas que se vuelven reflexiones, como comprender que pase lo que pase, siempre todo estará bien…
Esta reflexión, portadora de una sutil sencillez, representa y sintetiza un gran desafío…
Darle vida y significado a estas palabras implica asumir la responsabilidad de creer en ellas…
Esa fe tácita y manifiesta que esta frase representa se convierte en una creencia, una certeza interior que anhela encontrar la integridad y fortaleza suficientes para poder expresarse, reflejando en mí, la necesidad interior de buscar y encontrar esa convicción…
Una convicción que nace cuando vienen a mi mente aquellas pequeñas cosas que nos recuerdan la grandeza de la vida…
Una vida que es rica en experiencias y aprendizajes, donde cada proceso deja en mí una enseñanza que me abre las puertas de la transformación y que tienen como resultado un triunfo más en el camino del aspirante para alcanzar su más sagrada evolución.
Pero reconozco las batallas que nacen en mi mente cuando mi convicción es puesta a prueba por una gran oponente; la incertidumbre.
La incertidumbre que cada proceso dispara…
El no saber que pasara, el no poder manejar y controlar cada situación vivida y el no conocer el resultado que nos espera son los mecanismos que utiliza la incertidumbre con gran habilidad, desafiándonos a encontrar en ella un gran aprendizaje…
La incertidumbre es aquella que genera el desafío, plantea el escenario apto para trascender nuestras debilidades…
Es aquella que viene hacia nosotros para que aprendamos a trascender y erradicar las dificultades que habitan en nuestro interior…
Ante lo incierto, la duda se hace presente y sólo la certeza de un corazón íntegro encuentra el camino para liberarse de ella.
Cuando la incertidumbre da lugar al temor; cuando el no saber nos llena de miedo, es la fé en su carácter más puro y en su esencia más real la herramienta más sagrada para poder trascenderlo…
Cuando la misma incertidumbre nos llena de desconfianza o escepticismo, justamente el creer y confiar en todo aquello que nos ampara es lo que nos permite liberarnos toda sensación y emoción que lo incierto nos genera…
La incertidumbre lejos esta de ser nuestro enemigo, sólo es aquello que experimentamos cuando nuestra fe es puesta a prueba…
¿Pero qué en nosotros duda, siente miedo y desconfianza?
¿Y qué en nosotros puede creer y confiar con certeza y convicción?
La incertidumbre refleja y da luz a aquellos aspectos de nuestro interior que necesitamos abordar para transformarnos, para transcender las dificultades que nos detienen y aspirar a la libertad de cada una de ellas.
Todos aspiramos a la libertad, todos queremos ser libres de miedos, dudas, angustias, pero no siempre tomamos la actitud correcta a la hora de justamente transitar el camino que nos arribaría a ese destino…
Cuando nos dejamos vencer por la incertidumbre perdemos de vista su enseñanza, nos dejamos arrastrar por nuestras propias debilidades y sucumbimos ante el desafío que propone cada experiencia.
Pero somos seres conscientes, somos seres capacitados para que ningún proceso pase de largo por nuestras vidas. La conciencia con la que abordamos cada situación es la clave para transformar nuestras dificultades en nuevos desafíos y oportunidades.
Aunque hoy le ponga voz a este montón de ideas, confieso que hay una pregunta que resuena constantemente en mi interior…
¿Qué pasará?
Y la única certeza que encuentro a la hora de responderme es la incertidumbre…
No sé que pasara, solo sé que pase lo que pase, todo siempre va a estar bien…
Porque elijo confiar en lo aprendido…
Confiar en lo ganado y transitado en el desafío de conocerme…
Confiar en que no estoy sola y muchos son los maestros que protegen mi camino…
Confiar en mi conexión con la vida agradeciendo cada oportunidad que ella me regala para seguir aprendiendo…
Confiar en mi propia transformación, en lo que soy y en lo que tengo para dar…
Confiar en la enseñanza que mora en mi interior…
Cuando la incertidumbre se hace presente puedo elegir la duda, el miedo y la desconfianza, o puedo animarme a creer…
A creer para crear…
A creer para auto desafiarme…
A creer para arriesgarme y seguir adelante…
A creer para encontrar en mi la convicción y la certeza de aquellas almas que trascienden la incertidumbre de forma estoica y vencedora…
La incertidumbre es sólo un momento, un tiempo en el que la vida nos prepara para que descubramos nuevos desafíos que nos están esperando, una vez que aprendamos a creer y confiar en ella…
Creer y confiar en la vida, asumiendo con valentía el desafío de la incertidumbre, con la fé y la convicción que habita en lo profundo de nuestro corazón.
Una vida rica en fé y esperanza es aquella en donde la realidad vivida es la que alguna vez fue soñada, donde el amor es el lenguaje universal de todas las cosas, es la fuerza primera para despertar la valentía de aceptar cada uno de los desafíos que la vida propone…
En una vida llena de esperanza, hay lugar para la magia…
Magia en todo lo que nos rodea, magia en lo que se ve y más aún, magia en aquello que solo es visible ante los ojos del alma…
La incertidumbre esconde en sí misma, la oportunidad de encontrar en nosotros la convicción y la integridad de un corazón lleno de fe y esperanza…
Un corazón que ha de guiarnos para descubrir cada una de las respuestas que marcan nuestro rumbo y nuestro destino…
La fé es creer íntegra y convincentemente en que pase lo que pase, todo siempre en nuestra vida, va a estar bien…
Por Karina Zullo
Muy buen post.