España inicia un 2015 convulso con un poderoso calendario electoral que va a cambiar la manera de gobernar conocida hasta ahora con el fin del bipartidismo, un modelo anclado en el siglo XX y agotado, basado en dos grandes formaciones que se han repartido el poder en los últimos 40 años.
Una nueva forma de hacer política que va a convulsionar también a toda Europa, con elecciones en Grecia, Gran Bretaña, Polonia, Finlandia, Dinamarca, Portugal y Estonia previstas para este año que empieza.
Comicios en donde se jugará no solo el futuro de Europa y su política económica, sino también una estructura de poder basada en dos grandes partidos políticos, la derecha clásica y los socialdemócratas.
El primer embate se vivirá el próximo 25 de enero en Grecia con todos los sondeos dando la victoria a Syriza, la formación progresista surgida tras cinco años de brutal austeridad que ha dejado en la miseria a la democracia más antigua del mundo.
Ante este año trepidante, el presidente del Gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, se ha esforzado estas últimas semanas en presentar 2015 como el año de la recuperación económica, haciendo oídos sordos a voces como la de Podemos, partido hermano de Syriza, que recibe 2015 en las redes sociales con un @felizañodelcambio.
“España encara un año de combate político que puede dejar moratones por el camino, con varias elecciones que pueden desembocar en cambios importantes en la manera de gobernar del país. Concretamente la Constitución que ha apuntalado la democracia desde 1978, podría ser que no sobreviviera en su forma actual” alerta la conservadora revista The Economist sobre la situación en España.
Los españoles acudirán a las urnas el 24 de mayo para renovar ayuntamientos y gobiernos regionales y a finales de otoño en unas disputadísimas elecciones generales que, según todas las encuestas, darán paso a un nuevo escenario político mucho más fragmentado.
Ante este año electoral, Rajoy, un político que desde que asumió el cargo parece que no ha sabido qué hacer en el poder, se enfrenta a dos grandes preocupaciones.
La primera, la potente irrupción de Podemos, una formación nacida a principios de 2014 del movimiento de los indignados y que todas los sondeos sitúan en puestos decisivos, a pesar de que no se presenta con marca propia en las municipales y todavía no tiene estructura en algunas regiones de España.
La segunda preocupación es el desafío independentista de Cataluña, un proceso que ha perdido fuelle tras la consulta alternativa del 9 de noviembre por la disputa de sus dirigentes sobre las elecciones plebiscitarias, pero que puede volver a arrancar con fuerza en cualquier momento.
Rajoy, un político clásico del siglo XX poco amante de dar la cara, se enfrenta a este año decisivo con una credibilidad por los suelos y con la posibilidad de situar a su formación, el Partido Popular, en tercera posición tras los socialistas y Podemos, dos organizaciones en empate técnico según diferentes sondeos.
Por eso, se ha lanzado a reivindicar que la crisis “ya es historia” dando la espalda a que España tiene uno de los índices de paro más elevados de la Unión Europea, el 24%. A ellos hay que sumar que el 24,6% tiene empleos temporales y que otro 15% trabaja a tiempo parcial.
España es el país europeo que más puestos de trabajo ha perdido durante la crisis. Según un estudio de la consultora Ernst & Young, la crisis eliminó 3,3 millones de puestos de trabajo, un 16% de los que existían hace siete años.
La devastación que ha traído la larga crisis económica ha dejado una ciudadanía insegura y precaria, harta de una reforma laboral que ha socavado como nunca antes sus derechos como trabajadores y ha diezmado sus salarios.
E indignada ante los continuos escándalos de corrupción política que se han destapado este últimos años y que tendrían su origen en una forma de hacer negocios que se inició ya en la época de la transición a finales de los años 70 y que el poder silenció mientras se lucraba.
La crisis y la corrupción endémica del sistema que ha estallado con toda su virulencia en este año que acaba han llevado a que, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 85% de los españoles no confíen en Rajoy.
Ni la caída del precio del petróleo, ni la bajada del tipo de cambio del euro, ni las anunciadas medidas de estímulo del Banco Central Europeo serán suficientes para que la tan cacareada recuperación de la que alardean los dirigentes de la derecha española para volver a ganar las elecciones llegue en 2015 a los bolsillos de los ciudadanos de a pie.
Ante este panorama desmoralizante ha surgido una nueva izquierda, fortalecida en la desafección a la política tradicional, que presenta una enmienda a la totalidad no solo al actual sistema de partidos sino también a una economía de mercado que se basa en la desigualdad.
España se enfrenta en 2015 a un fin de régimen dominado por dos partidos que mandaron con mentalidad patrimonial, alejados de una ciudadanía que ahora quieren recuperar.
Los poderosos pretenden resolver la situación con el discurso del miedo y los recién llegados con un mensaje de ilusión y esperanza con el objetivo de «salvar de los mercados a la democracia» y con la bandera de que hay otra forma de hacer política.
2015 no será el año del miedo, será el año del cambio, de una revuelta pacífica que llegará a través de las urnas.
*Pilar Casanova (Lleida, 1957), corresponsal en Moscú (1986-1992) y en Washington (1992-1996), enviada especial en muchos conflictos internacionales (Tien’an’men, Camboya, Nagorno-Karabaj…). En más de 30 años de experiencia fundó dos periódicos (Diario de Sevilla y El Observador), dirigió la edición de otros tres, fue asesora de los gabinete de comunicación de la Generalitat de Catalunya y de la Comunidad de Madrid. Es autora de un libro sobre las repúblicas bálticas y la URSS. Ahora, inicia una etapa más en Nóvosti y la Voz de Rusia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE ESTA AGENCIA
http://mundo.sputniknews.com/firmas/20150107/1033077634.html