Nuestra vigilada sociedad necesita una dosis de integridad para ser confiable

En este momento, es probable que muchos ojos estén sobre ti. Si usted está leyendo este artículo en un lugar público, una cámara de vigilancia podría estar registrando sus acciones e incluso viendo introducir su información de acceso y contraseña. Es suficiente con decir que ser observado es parte de la vida de hoy.

Nuestros gobiernos y líderes de la industria ocultan sus cámaras dentro de cúpulas opacas y oscuras, así que no podamos ver de qué manera la cámara está mirando, o incluso creer que no hay una cámara en la cúpula. Están rodeadas de secreto. Pero, ¿quién los está viendo a ellos y puedan certificar que la información que recogen como prueba contra nosotros es confiable?

Estás siendo observado

Todos tenemos diferentes opiniones sobre cómo nos sentimos acerca de esta vigilancia omnipresente. Sentirse observado da miedo, pero si la vigilancia es en un lugar público, otros están siendo observados también, con posibles beneficios de seguridad para todos nosotros. A menudo somos vigilados por socorristas en una playa o en la piscina, y los beneficios son a menudo reconfortantes. Así que, si bien puede ser fácil reclamar que no le gusta ser observado, a veces es el caso de que en realidad quieres que alguien te esté vigilando.

El permiso juega un papel importante en nuestras actitudes acerca de ser observado. No nos importa que nos observen si hemos dado nuestro consentimiento para hacerlo. Sin embargo, muchas cámaras de vigilancia pública se están utilizando sin nuestro consentimiento. Y otras personas pueden simplemente comenzar a grabarnos sin nuestro permiso. Además, la policía individual, así como las fuerzas policiales de Norteamérica están siendo equipadas con cámaras llevadas en el cuerpo. La policía y los ciudadanos por igual han hablado con frecuencia a favor de esta práctica.

Pero, ¿a quién protege realmente? ¿El vídeo sólo estará disponible en situaciones en las que apoya la historia  por parte del oficial? Se dirá que la cámara misteriosamente funcionó mal cuando el video hubiera apoyado un lado sospechoso de la historia? ¿No hay un conflicto de interés inherente a una de las partes siendo los comisarios de las grabaciones los que hacen las controversias altamente polémicas con los otros?

La vigilancia se convirtió en un «espejo en una sola dirección». Estamos siendo observados, pero no podemos hacer lo mismo con quién nos vigila.

Una pérdida de integridad

Nuestra discordia es que la palabra clave que falta en la mayoría de las discusiones sobre vigilancia es “integridad”. Para comprender esta controversia, es útil pensar en su contrario: la hipocresía. En muchos establecimientos a menudo hay una cámara de vigilancia dirigida a usted, mientras que, al mismo tiempo, se le prohíbe la utilización de su propia cámara. Vemos esto, por ejemplo, en los centros comerciales, tiendas, e incluso en espacios supuestamente públicos.

Propietarios están grabando sus acciones para que tengan constancia si te acusan de haber hecho algo malo, como el hurto. Pero si usted descubre que ellos están haciendo algo mal, como tener sus salidas para incendio ilegalmente cerradas y con cadenas, o si simplemente quieres demostrar tu inocencia de sus denuncias de irregularidades, es posible que quieras grabarlos. Si hay una disputa, las dos grabaciones podrían hacer más difícil para que cualquiera de las partes falsifique su grabación.

Una razón plausible que un vigilante, ya sea un comerciante, corporación o gobierno pueda tratar de imponer un enfoque unilateral en su vigilancia, es el tema del control. Si hacen algo malo, pueden optar por no utilizar o conservar sus grabaciones. Esta preservación de la memoria de un solo lado  es un duro golpe a la integridad de la vigilancia.

Quién controla la cámara

Consideremos el caso en julio de 2005 en la estación de metro Stockwell en Londres. La policía metropolitana de Londres le disparó a Jean Charles de Menezes siete veces en la cabeza con balas de punta hueca, lo que hizo que su cuerpo fuera «irreconocible». Balas de punta hueca son utilizados para aplicar la ley, pero ilegales en la guerra. Resultó que la policía le disparó a la persona equivocada (parecía similar a un sospechoso que estaban buscando). Fue un caso de identidad equivocada. Después del tiroteo, la policía incautó las cuatro grabaciones del evento e informó que todas estaban en blanco, a pesar de que los funcionarios de tránsito ya habían visto el tiroteo.

El mismo problema está en juego en cualquier forma de vigilancia: Los vigilantes tienen control sobre sus grabaciones, y si estas son las únicas, la conservación de un solo lado de la evidencia socava su integridad.

¿Cómo podemos resolver este problema de integridad en la vigilancia? Algunas soluciones están surtiendo efecto en estos momentos, mientras que otras requieren un cambio gradual en las leyes o las actitudes del público. Y algunas incluso crearán nuevas oportunidades económicas y de negocios en nuevos mercados para soluciones que se basen en la integridad.

El que es grabado se convierte en el que graba

El aumento en las llamadas tecnologías ciborg, en el que la ineficiencia de la vista o la memoria  de una persona se ven aumentadas con un sistema de visión por computador que se lleva en el cuerpo podría ayudar a resolver el problema de los vigilantes unilaterales falsificando sus grabaciones. Un dueño de tienda no podría negar legalmente la entrada a una persona con un dispositivo de este tipo, y que la grabación o un archivo de registro de eso podría convertirse en la evidencia de que la propia grabación en la tienda sobre un incidente fue manipulado. Los problemas de visión y  memoria entre la población que envejece, junto con los avances tecnológicos, dan a entender que vamos a ver más y más casos de personas con cámaras que se llevan al cuerpo o implantadas para ayudarles a ver y recordar mejor.

Del mismo modo, la creciente prevalencia de los teléfonos inteligentes y computadoras portátiles con cámaras significa que estamos entrando en una era de vigilancia inversa en la que, por mero número, la gente tiende a registrar los eventos, incluso si hay una regla en contra de grabar. Por ejemplo, la brutalidad policial es a menudo capturada por un gran número de individuos con diferentes ángulos de grabación. Incluso cuando la policía intenta y prohíbe o destruye las grabaciones, es difícil para ellos garantizar que todas las grabaciones han sido destruidas, especialmente en la era de las comunicaciones inalámbricas y transmisiones en vivo.

Una mejor oficina de vigilancia

Más allá de eso, se propone un modelo completamente nuevo o alianza (que llamamos el «Instituto Priveillance») para resolver la falta de integridad en nuestra vigilada sociedad. Es decir,  forzar a los vigilantes (como comerciantes o empresas) soportar un costo si prohíben al  resto de nosotros grabarlos a ellos a cambio.

Un «Contrato de vigilancia», por ejemplo, le negaría al vigilante el  derecho a utilizar sus grabaciones como evidencia si no permite a otros el derecho de tomar sus propias grabaciones, o si el vigilante le destruye a alguien cintas o archivos de un incidente. Al prohibir a otros de la grabación, el vigilante aumenta el costo económico de un tribunal para determinar lo que realmente ocurrió, haciendo así de la justicia algo más costoso de administrar.

Otra forma de promover la integridad en la vigilancia sería hacer algo análogo a la forma en que las empresas de medios de comunicación utilizan la participación colectiva para evaluar todo, desde los médicos a los taxistas. De esta manera se propone la creación de una validación por terceros para las grabaciones de vigilancia.

De una manera que es análoga a la Better Business Bureau (oficina para la mejora de los negocios), las organizaciones participantes podrían tener su vigilancia transmitida en tiempo real a un grupo de terceros confiable para la verificación, que nosotros llamaríamos «Videscrow» o Video Escrow (depositadas en video), de esta manera reduce su capacidad para falsificar o negar la existencia de las grabaciones. La confidencialidad podría  ser integrada en el sistema, según sea necesario, y estas organizaciones, ya sean comerciantes o departamentos policiales, se les permitiría que mostraran un logo certificando su participación en Videscrow. Establecimientos con vigilancia potencialmente corrupta se enumerarían en una base de datos como tal hasta que no se retractaran de sus políticas de no grabar o se sometieran a verificación por terceros, tales como Videscrow.

Estas sugerencias sirven como un buen punto de partida para garantizar que la integridad se convierta en una parte integral de la vigilancia a fin de que las grabaciones puedan ser confiables como evidencia y no estar bajo el control exclusivo de una de las partes. Hay muchos caminos para hacer esto, todos los cuales conducen a otras opciones y cuestiones que deben tenerse en cuenta. Pero a menos que empecemos a establecer principios sobre estos asuntos, estaremos perpetuando una falta de integridad en relación con las tecnologías de vigilancia y sus usos.

Joshua Gans es profesor de gestión estratégica en la Universidad de Toronto. Steve Mann es un profesor de ingeniería eléctrica e informática en la Universidad de Toronto. Este artículo se publicó anteriormente enTheConversation.com.

Las opiniones expresadas en este artículo son las opiniones del autor (s) y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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