Grecia necesita ya la movilización masiva de las izquierdas y de las clases trabajadoras de la Unión Europea

Los bancos alemanes y las elites financieras europeas y mundiales no van a claudicar o moderar sus posturas depredadoras así como así con Grecia y los millones de votantes de Syriza. Será necesario una movilización conjunta de las clases trabajadoras de toda la Unión Europea para obligar a los mandatarios de la troika (Bruselas, FMI y BCE) a que cesen en sus políticas neoliberales de acoso y derribo sostenido de los derechos sociales básicos de las capas populares de la UE en su conjunto.

El discurso mediático preponderante se refiere siempre a países como entes o sujetos con personalidad propia indiscutible. Sin embargo, “Alemania”, “Grecia” o “España” son términos de conveniencia con realidades múltiples y enfrentadas en su seno idealizado por la propaganda mediática.

Merkel, y Hollande, y Cameron, y Rajoy, representan los intereses de la clase dominante: las multinacionales, los empresarios y los poderes fácticos financieros y bancarios. Aunque los cuatro hablen en nombre del pueblo (alemán, francés, británico o español) sus palabras no son más que eufemismos para esconder a los verdaderos agentes o actores que subvencionan sus discursos nacionalistas de derechas.

Grecia se verá incapaz de negociar un acuerdo justo y ponderado con la troika sin el aliento y el apoyo efectivo, emocional y simbólico de las clases trabajadoras del resto de los territorios europeos. O el problema se internacionaliza políticamente entendiendo los partidos de izquierda que solo existe una clase trabajadora con diferentes acentos o una vez más se llevará el gato al agua la parte más fuerte: los bancos y sus aliados los magnates y empresarios.

Tres datos para sostener nuestra tesis. Alemania registra un número récord de pobres: 12,5 millones de personas, según datos de la Asociación de Servicios a la Beneficencia germana. Es decir, 15 de cada 100 residentes en suelo teutón de una población de 80 millones viven en la pobreza en la primera economía de la UE. Un país entero (fundamentalmente madres y padres solteros, personas jubiladas y menores de edad) dentro de Alemania son pobres, por tanto el término “Alemania” no es más que una tapadera de la auténtica y compleja realidad germana.

En Grecia son 3,6 millones los trabajadores y trabajadoras desempleados, o sea, una de cada cuatro personas en edad laboral, una de cada tres mujeres y una de cada dos personas con menos de 25 años. Las cifras de Elstat hablan por si solas.

Entremos en España y detengámonos en el capítulo de desahucios. El Consejo General del Poder Judicial afirma que desde 2008 hasta 2014 se han producido 360.000 desalojos judiciales, cerca de 150 al día. Pongamos que por cada desahucio se arroja a la calle a 3 personas: el total desde 2008 sería de más de un millón de personas a la intemperie.

Hemos escogido datos distintos para cada país adrede, para observar como la pobreza tiene caras muy dispares. Y no son pobres los países sino las personas concretas.

Si sumamos los fríos datos estadísticos referidos, el resultado nos da “un país sin nombre” (como Holanda) de 17 millones de residentes instalados en la marginalidad casi absoluta.

Sigamos con guarismos altamente significativos. Los datos de Eurostat indican que en la UE malviven 125 millones de personas clasificadas como pobres o en distintos niveles de riesgo de exclusión social (tantos como las poblaciones de Francia e Italia juntas) y en la Eurozona se contabilizan alrededor de 20 millones de parados (un país imaginario del mismo peso demográfico que Rumania).

Como hemos visto, la realidad nada tiene que ver con la que nos trasladan los líderes políticos de los países de la Unión Europea. Hay pobres en todos los territorios. Existe precariedad laboral y paro en todos ellos. Los desahucios solo afectan a las clases trabajadoras.

La contrapartida es que cada país tiene una elite autóctona con intereses idénticos o similares a las elites multinacionales o transnacionales. El dinero no tiene nacionalidad ni tampoco la mano de obra ni los inmigrantes explotados en la economía sumergida o irregular.

En resumidas cuentas, Grecia ahora mismo y mañana tal vez España o Portugal precisarán de políticas concertadas por sus izquierdas respectivas, con consensos abiertos en el resto de países europeos con fuerzas sociopolíticas de la misma ideología, para hacer frente solidariamente al embate neoliberal de Bruselas y la troika.

Syriza contra Alemania, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional tiene todas las papeletas para perder en sus justas reclamaciones políticas. Por mucho que retuerza su discurso, la semántica no podrá convencer a medio plazo a sus votantes y seguidores de que hacer frente al gigante capitalista mundial en solitario es una aventura quijotesca sin visos de victoria.

Para que el poder se siente de verdad a negociar antes hay que haberle presentado “armas” convincentespara que recule en su chulería y prepotencia histórica. Sin una amplia movilización de las clase trabajadoras europeas contra la troika ni Syriza ni Podemos pasarán de un radicalismo verbal que morirá en las orillas del posibilismo socialdemócrata. Y no olvidemos jamás que los nacionalismos instrumentales, grandes y pequeños, siempre juegan a favor de las clases propietarias y de los acreedores privados de las deudas públicas en general.

http://www.diario-octubre.com/2015/02/20/grecia-necesita-ya-la-movilizacion-masiva-de-las-izquierdas-y-de-las-clases-trabajadoras-de-la-union-europea/

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