Hace días que no dejan de llegar al hospital de Artemivsk heridos de la última escalada en el conflicto de Ucrania.
Unos en ambulancia, otros en camilla y hasta algunos caminando pese a las heridas, todos vienen de la batalla por Debaltseve, la ciudad vecina que los separatistas rebeldes están intentando tomar.
«Se pasan el día disparando, cohetes o cualquier munición que tengan», comenta Alexander Verushkin, soldado herido que describe la feroz batalla de los últimos días.
Las tropas ucranianas responden aunque Alexander reconoce que ha visto señales de que están teniendo dificultades.
«Si nos dieran el equipamiento, ganaríamos», asegura. Pero donde fue desplegado, sólo disponían de un vehículo, el resto estaba averiado.
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«Necesitamos repuestos. Todo está roto», lamenta al tiempo que baja la cabeza por el dolor de su brazo herido.
Los rebeldes prorrusos no parecen tener el mismo problema de suministros.
La OTAN cree que la ofensiva actual coincide con el reabastecimiento de tropas y armas por parte de Rusia.
Moscú lo niega. El presidente Vladimir Putin de hecho habla de que en el lado ucraniano está lo que llama «Legión extrajera de la OTAN».
Sin solución
Para darse cuenta de la importancia estratégica de Debaltseve basta mirar un mapa del frente.
Está justo en la intersección de la zona controlada por el gobierno enclavada en territorio rebelde y los separatistas quieren cerrar la línea.
Es un centro de comunicaciones por tren y, vista la intensidad de los meses que ya dura la batalla, se está convirtiendo en un nuevo símbolo después del aeropuerto de Donetsk.
Mientras la guerra en el terreno se vuelve a intensificar, los civiles también sufren.
Los médicos tardaron cuatro horas en limpiar la metralla de Irina Ivanova después de que un mortero cayera cerca de su casa.
Ivanova se había ido al este y acababa de regresar a Svitlodarsk, cerca de Debaltseve, porque se suponía que había un alto el fuego.
Todavía está débil como para hablar mucho, pero junto a su cama su padre se refiere a ella como un milagro.
«Quiero tener esperanza de que ambos bandos puedan ponerse de acuerdo para terminar con esto», dice Alexei Ivanov.
Fuera, se oyen las explosiones en la distancia. «No van a arreglarlo con violencia, la guerra no es solución», agrega.
Hospital como objetivo
La escalada del conflicto ha puesto las instalaciones médicas bajo presión.
La demanda de servicios se ha disparado y las líneas de suministro se han visto interrumpidas. Cada vez hay menos médicos, muchos han huido.
El peligro es real: una enfermera murió cerca de Debaltseve esta semana cuando una bomba cayó en su clínica.
«Es inaceptable, los hospitales no pueden ser un objetivo», dice Adreas Koutepas, de Médicos sin Fronteras (MSF).
Koutepas transporta suministros médicos, equipamiento para heridas de guerra pero también para el tratamiento de enfermedades corrientes.
Pero la reciente escalada ha hecho imposible llegar a algunas localidades en las cercanías de la línea del frente, justo las que necesitan más apoyo.
«No podemos llegar ahí por la inseguridad», explica Koutepas. «Estamos preocupados. Sabemos que la gente no tiene acceso a atención médica y no pueden salir».
Atrapados
En otras áreas, el resurgimiento de los combates ha creado una nueva ola de refugiados.
El número de personas que buscan ayuda se multiplica con el incremento de los que huyen por miedo a que el frente se vuelva a mover.
Las autoridades locales han empezado a evacuar a los habitantes de Debaltseve y sus alrededores, pero muchos están atrapados.
«Mi madre está en el sótano todo el tiempo», dice Marina Kiptilova, quien huyó de su pueblo en las afueras de Debaltseve hace meses.
Su madre se quedó pero ahora está aterrorizada.
«Dice que no lo puede soportar más, el bombardeo es constante. Quiere ahorcarse o tomarse unas píldoras».
Kiptilova agrega que además se están quedando sin comida: «Da miedo».
Con la guerra de nuevo en escalada, su ciudad se ha vuelto un campo de batalla crucial.
Las tropas del gobierno insisten en que mantendrán la línea y detendrán el avance rebelde sobre Debaltseve.
Pero el costo en soldados y civiles se está disparando.
Gracias domi, que terrible realidad viven estas personas, mientras los gobiernos tiran por el poder, las guerras son como rituales, de sangre, miedo y muerte, creando bajas energias, en nuestro planeta, confiemos que estas penurias y sufrimientos, acaben pronto.