Aunque muchas de las grandes historias tienen su versión oficial, eso no impide que otros relatos las acompañen en las sombras. Y una de las grandes historias de la civilización es la del descubrimiento de América.
Bien sabido es que el mismo título de la historia causa controversia: la palabra «descubrimiento» ha sido reconsiderada y en algunos círculos se la tilda de políticamente incorrecta.
Hay también quienes ponen en duda el hecho de que el explorador Cristóbal Colón fuera italiano, alegando que hay pruebas de que era catalán, gallego o, sencillamente, español.
Y, aunque muchos piensan que el primer europeo en descubrir la existencia de un nuevo continente fue Colón, quien zarpó de España en 1492, se puntualiza que él no llegó precisamente al continente, sino a unas islas del Caribe.
Se sabe que un vikingo, Leir Erikson, fue el primer europeo en poner sus pies en el Nuevo Mundo al desembarcar en la costa este de Canadá, en el siglo XI.
Sin embargo, ¿será posible que en 1170 un príncipe galés, Madog ab Owain Gwynedd, haya navegado desde Gales y se haya bajado del barco en lo que hoy es Estados Unidos, más de 300 años antes de que Colón zarpara de España?
El príncipe marinero
Según la leyenda, el príncipe Madog desembarcó en la Bahía Mobile, Alabama, y la historia quedó labrada en esta placa fijada en el antiguo muro del puerto de Llandrillo-yn-Rhos.
Pero, ¿un galés descubriendo América?… ¿en serio?
Le decimos «leyenda» pues aunque sabemos que efectivamente hubo un rey llamado Owain Gwynedd que tuvo más de 20 hijos, y se cree que uno de ellos fue Madog, no hay mucha evidencia histórica para establecer si Madog mismo existió o no.
Maredudd ap Rhys, un poeta del siglo XV, hace una de las primeras referencias al intrépido príncipe.
Alude a las conexiones náuticas de Madog en un verso que a grandes rasgos se traducen como…
Madog espléndido, de mucha fama
Verdadero hijo de Owain Gwynedd,
Él no quería tierra, era mi amigo,
Tampoco grandes riquezas, sólo el mar
Hasta la corte inglesa se interesó por la historia de Madog cuando los cortesanos de Isabel I la usaron como propaganda para reclamar América del Norte.
Pero la evidencia más convincente del descubrimiento de América viene de los relatos del siglo XVIII de la tribu amerindia Mandan.
A los primeros exploradores les llamó la atención cuán diferente era de las otras tribus, tanto culturalmente como en su apariencia.
Y lo más asombroso era que parecía como si los mandan podían hablar galés.
¿Se habrá asentado Madog con su tripulación en América y dejado su lenguaje y cultura, o la idea de que había unos «indios galeses» está basada en pura coincidencia?
¡Quién sabe! Pero lo que sí es cierto es que es una buena historia.
Los «indígenas galeses»
Aunque la conexión lingüística entre los galeses y los mandan más tarde fue descontada, las similitudes con el lenguaje galés son bastante notorias.
En el siglo XVIII, un hombre llamado James Girty hizo una lista de comparaciones entre los dos idiomas en la que incluyó aproximadamente 350 palabras y frases.
Notó, por ejemplo, que la palabra para viejo era «hen» tanto en mandan como en galés; en ambos idiomas «bara» significaba pan y «nant», arroyo.
El explorador galés John Evans (1770-1799) llegó después, muy inspirado por los relatos de Girty, pero no encontró evidencia de que hubiera indígenas que hablaran galés entre los mandan.
A diferencia de Evans, unos años después George Catlin, un pintor estadounidense que también vivió entre las tribus amerindias para observar sus costumbres, notó lo mismo que Girty.
Catlin concluyó que los miembros de la tribu mandan eran descendientes de las uniones mixtas entre sus ancestros y quienes llegaron en la expedición pionera de Madog, quienes les pasaron su lenguaje y cultura.
Los mandan mismos reconocieron a sus ancestros galeses, diciendo que venían de un lugar lejano al otro lado de las grandes aguas.
Como guía espiritual tenían al Gran Espíritu de la Raza: «Madoc Maha Paneta am byd». La similitud con la frase en galés «Madog Mawr Penarthur am byth» –Madog el gran espíritu para siempre- convenció a Catlin y otros de que su teoría era correcta.
Catlin señaló que «a menudo encuentro que cuando hay dos o más palabras con el mismo significado, una de esas palabras tiene un equivalente en galés».
¿Hasta el nombre?
La teoría al final fue desestimada, aunque hay quienes dejan en «quizás» el que un galés haya llegado primero al continente.
El caso es que una vez los europeos se dieron cuenta que existía otro continente, cuando sea que esto haya sido, tenían que nombrarlo.
El consenso es que «América» viene del nombre de pila del italiano Amerigo Vespucci, quien exploró partes de Sudamérica entre 1497 y 1502.
Pero, ¿podría haber sido nombrado en honor a otro galés, o al menos de un descendiente galés?
¿Tal vez Richard Amerike?
Amerike nació en 1445 y era descendiente del reino de Gwent. Su cargo era el de Comisario Máximo y Oficial de Aduanas del Rey en Bristol, que era el principal puerto para varios de los viajes de descubrimiento en el siglo XV.
Fue uno de los patrocinadores del viaje del italiano Juan Caboto, otro candidato a ser el descubridor del Nuevo Continente, con más credibilidad que la que se le confiere al explorador galés.
Caboto zarpó en dirección a lo que sería América del norte en mayo de 1497.
Algunos historiadores creen que es posible que Amerike le haya pedido a Caboto que nombrara algún lugar que descubriera en su honor, como agradecimiento por su generosidad.
Es más, el escudo de armas de su familia lleva un diseño de estrellas y barras que en algún momento se especuló que pudo haber inspirado la bandera estrellada de EE.UU.
Pero esta historia también fue desestimada… lo que no implica que se haya dejado de contar.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/01/150127_descubrimiento_america_gales_finde_dv
No se ha podido conspirar más, que con el Descubrimiento de América y sus autores, España y Cristóbal Colón. Eso sí que es pretender tapar con un dedo al sol.