En ningún lugar del mundo cuesta tanto ir a la universidad como en Estados Unidos.
Algunas universidades privadas aquí cuestan más de US$50.000 al año, sólo en costo de matrícula, o sea que eso no cubre hospedaje, alimentos, ni libros (¿se acuerdan de esos?).
Yo quería investigar si un título de una universidad estadounidense vale eso. ¿Qué es lo que en realidad compras con esas matrículas exhorbitantes?
Cerca de la oficina de la BBC en Washington, D.C., está una de las universiades más caras del país, la Universidad de George Washington.
Bajo su expresidente Stephen Trachtenberg, los precios en la GW -como se le conoce aquí- se duplicaron en el curso de las décadas pasadas.
Trachtenberg invirtió en dormitorios sofisticados, costosas instalaciones deportivas y salones de clase con la más avanzada tecnología en una estrategia deliberada para hacer más atractiva a la universidad.
Funcionó: entre más gastó, más se elevaron las matrículas y más estudiantes quisieron estudiar allí.
No se arrepiente de la masiva inflación en los costos de las matrículas porque esto conduce a mejores empleos.
Si un estudiante puede encontrar trabajo después de su graduación, «entonces se presume que la universidad -dice el expresidente de la universidad- cumplió el propósito que deseaba, que la sociedad deseaba y si ellos pueden pagar la deuda, eso no es un problema».
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Pero si tu no provienes de una familia rica, esas deudas pueden ser enormes. El alto costo de las matrículas crea una clara división entre los estudiantes que tienen y los que no tienen y, de hecho, en el país como un todo.
Sobreviviendo
Me senté a tomar café con tres estudiantes de la GW en un reciento local.
Cada uno tabaja por lo menos en un empleo a tiempo parcial para pagar sus matrículas universitarias y cada uno está adquiriendo cierto nivel de deuda.
Cindy Zhang está estudiando asuntos internacionales y trabaja dos empleos a tiempo parcial para sobrevivir. Sus padres ayudan un poco, pero tiene préstamos de US$10.000 por año.
Shanil Jiwani actualmente debe US$60.000 en préstamos y cree que la cifra se duplicará para cuando se gradúe. Para cuando se enfrente al mundo real tendrá una deuda de US$120.000.
Los días universitarios de Silvia Zenteno están a punto de terminar. Pero incluso cuando la universidad le otorga la cantidad máxima de ayuda financiera, tiene que trabajar 30 horas a la semana y planea graduarse con una deuda de US$40.000 en préstamos.
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Entonces, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué sacrificar todo ese tiempo, dinero y esfuerzo? Quizás los estudiantes aquí no tienen muchas alternativas.
«Cuando hablas sobre tu carrera y cuánto dinero vas a ganar, tu inversión universitaria básicamente es tu pago inicial», me dijo Anthony Carnevale, director del Centro de Educación y Fuerza Laboral de la Universidad de Georgetown.
Y debido a que los estadounidenses no pueden contar con programas de protección social, como muchos países europeos, los títulos universitarios de Estados Unidos son «más valiosos que los títulos de otros países» dice Carnevale.
Así que pagas mucho dinero para obtener un título de una buena universidad, para conseguir un buen empleo y pagar los préstamos de ir a una buena escuela.
Es un círculo vicioso de inflación que no da señales de estarse deteniendo.
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La GW acaba de publicar sus costos de matrícula para el próximo año: US$50.367, un incremento de 3,4% desde el año pasado.
Lo que podría poner un límite a los crecientes costos es esa institutción hemosamente igualitaria: internet.
Cada vez más universidades estadounidenses están ofreciente cursos virtuales gratuitos.
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Con estos no tienes los modernos campus ni la interacción cara a cara, pero sí puedes conseguir una buena educación.
Y si los costos continúan incrementándose a la velocidad que lo han hecho, llegará un punto en que los estudiantes estadounidenses dirán que eso es un buen negocio.
Lo que Natura non da Salamanca non presta. Participé en un congreso en George Washington University allá por los años 90.