Cómo regenerar todas y cada una de sus células

¿Por qué limitarse simplemente a querer parecer más joven cuando podría regenerar todas y cada una de las células de su cuerpo?

En 2010, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Davis hizo un descubrimiento inesperado. (1)

Sus investigaciones sobre la pirroloquinolina quinona (PQQ), una sustancia que se descubrió en los albores del siglo XXI, podrían desencadenar toda una revolución en materia de tratamientos antienvejecimiento.

Gracias a la PQQ, usted podría activar el rejuvenecimiento de todas sus células y así lograr que su cuerpo volviera a rendir al máximo.

Ni siquiera los antioxidantes más potentes le protegen por completo.

Estoy seguro de que ha oído hablar de los radicales libres. Se trata de sustancias nocivas que se acumulan en el cuerpo y que producen estrés oxidativo. Este tipo de estrés provoca estragos en las células, incluido el ADN, que sufre lesiones y mutaciones que pueden resultar cancerígenas.

Los radicales libres pueden provocar que las células envejezcan prematuramente hasta provocar su degeneración.

Cuando las células se degradan con rapidez, todo el organismo se vuelve vulnerable: cáncer, enfermedades cardíacas, alzheimer, envejecimiento prematuro de la piel, cataratas… (2)

Los radicales libres surgen al respirar, es decir, en todo momento, pero todavía más cuando se respira aire contaminado o el humo de un cigarrillo. También se forman bajo el efecto de los rayos del sol y por culpa de una alimentación demasiado rica en omega 6, y por tanto, desequilibrada. Los radicales libres tienen la capacidad de propagarse con mucha rapidez de célula en célula. (3)

Frenar el avance de los radicales libres

Para luchar contra el avance de los radicales libres, los investigadores han demostrado que, además de las enzimas antioxidantes que el cuerpo produce de manera natural, conviene seguir una dieta rica en antioxidantes, como son las vitaminas A (betacarotenos), C y E, los flavonoides, los polifenoles o el selenio, entre otros. (4)

En definitiva, los antioxidantes constituyen la base de todo tratamiento antienvejecimiento. Podrá obtenerlos en los pimientos, el brócoli, las berenjenas, los corazones de alcachofa, el perejil, las coles de Bruselas, los frutos con cáscara (nuez o avellanas), las fresas, el té verde, el marisco y la carne roja, así como en forma de complementos alimenticios concentrados.

No obstante, el trabajo que realizan los antioxidantes es titánico. Les es imposible neutralizar la masa de radicales libres que surge de todas partes, y es que los radicales libres llegan incluso a asaltar el ADN de las células oxidándolo y provocando lesiones.

Entonces unas enzimas toman el relevo con el fin de reparar estas lesiones. Como unas tijeras, las enzimas cortan las partes del ADN dañadas y luego las expulsan a través de la orina.

Pero, de nuevo, las enzimas encargadas de reparar el ADN se ven desbordadas por la gran cantidad de nuevas lesiones. (5)

Según Bruce Maes, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de California en Berkeley, un ser humano tiene 100.000 lesiones oxidativas en el ADN de cada una de las células. Todos los días se le producen 10.000 nuevas lesiones oxidativas en todo el cuerpo, como si sufriera un bombardeo continuo de radicales libres. (5)

Está claro que los antioxidantes no pueden apañárselas solos, sin ayuda; no son capaces de garantizarle que vaya a estar protegido.

Impida que se formen los radicales libres

La estrategia ganadora consiste en atacar la causa de raíz más que centrarse en las consecuencias.

Más que pretender seguir neutralizando con antioxidantes a los radicales libres, lo primero es tratar de evitar que se formen los radicales libres. Atacar el problema en su origen puede facilitar el trabajo de los antioxidantes después.

Como ya sabe, en gran parte los radicales libres son la consecuencia de un modo de vida inapropiado: exceso de comida, cigarrillos, contaminación, etc.

Por lo tanto, ante todo es necesario llevar una vida lo más sana posible.

Para ello, controle sus comidas y, antes de servirse, asegúrese de que no está ya saciado. Recuerde que transcurren 20 minutos entre el momento en el que el estómago dice “basta” y el momento en el que el cerebro recibe ese mensaje. Téngalo siempre en cuenta cuando coma.

Elija con cuidado los alimentos que va a ingerir. Aprenda a diferenciar entre los alimentos que sacian rápido pero durante poco tiempo, como los glúcidos (pan, pasta, patatas…), y los alimentos que sacian con menos rapidez pero durante más tiempo, como las proteínas (carnes, pescados, huevos, leguminosas…).

Reduzca el consumo de café y de alcohol. Deje de fumar. Haga ejercicio al aire libre, pues la oxidación producida por la respiración se verá compensada por una mejor regeneración de las células.

Lo que debe saber sobre la respiración

Entremos ahora más en detalle.

Hemos dicho que los radicales libres llegan al cuerpo por diferentes medios: la alimentación, los rayos ultravioleta del sol, la contaminación y la respiración.

Conviene recordar que el oxígeno que absorbemos se quema en unas “minicentrales energéticas” que se encuentran dentro de las células, a las que llamamos mitocondrias. A partir de la glucosa, las grasas y el oxígeno, las mitocondrias producen la energía que necesita la célula para funcionar a pleno rendimiento.

Esta combustión, como toda combustión, no siempre es perfecta. Si funcionan con normalidad, las mitocondrias expulsan los radicales libres en forma de residuos.

Las mitocondrias están presentes en grandes cantidades en los jóvenes (entre 2.000 y 2.500 por célula). Su cantidad depende también de las necesidades energéticas de las células y así, por ejemplo, una célula muscular producirá más mitocondrias para responder a sus elevadas necesidades de energía.

Con la edad, las mitocondrias van desapareciendo poco a poco y las que resisten son menos eficaces y producen más residuos (radicales libres).

Por su parte, los radicales obstaculizan también el funcionamiento de las mitocondrias, provocando lesiones en su ADN. Tenga en cuenta que el ADN de las mitocondrias es diferente del de las células.

Las mitocondrias cuyo ADN ha sufrido lesiones pierden una buena parte de su eficacia y dejan de aportar a la célula tanta energía como antes. Y esto es un círculo vicioso: cuanto peor funcionan las mitocondrias y más radicales libres producen, más empeora el problema.

A gran escala, a todo el cuerpo le va a faltar energía y va a ir más lento.

Si llegáramos a optimizar el funcionamiento de las mitocondrias, éstas podrían suministrar mucha más energía a la célula y producir menos radicales libres como residuos.

Aquí es cuando comprendemos por qué el descubrimiento de los investigadores de la Universidad de California en Davis de 2010 es prometedor.

El poder antioxidante de la PQQ

Recuerde: estudiaban el potencial de la PQQ para regenerar todas las células del cuerpo e incrementar los niveles de energía.

No importa qué edad tenga, la PQQ protege y regenera las células y sus mitocondrias, pues es un arma antioxidante muy potente para proteger el ADN mitocondrial, mucho mejor que los antioxidantes clásicos. Al transferir una inmensa cantidad de electrones, neutraliza los principales radicales libres que obstaculizan el buen funcionamiento de las mitocondrias sin sufrir degradación molecular. (6)

La PQQ también tiene la particularidad de reactivar la biogénesis mitocondrial, es decir, hacer crecer el número de mitocondrias. Hasta ahora, tan sólo la restricción calórica y los ejercicios aeróbicos permiten aumentar el número de mitocondrias.

Por el momento, tan sólo se ha llegado a estas sorprendentes conclusiones en laboratorio y en cultivos de células. Los ensayos clínicos en individuos siguen siendo escasos.

No obstante, el potencial de la PQQ es tan grande que varios laboratorios han desarrollado su propia formulación.

Imagine que, gracias a una pequeña cápsula de PQQ, pudiera impulsar la regeneración de las mitocondrias, incluida las de las células senescentes (las viejas células que han dejado de multiplicarse).

La PQQ protegería y repararía el ADN de las mitocondrias y de las células. Luego, activaría los genes responsables de la respiración, del crecimiento y de la reproducción tanto de las mitocondrias como de las células. De este modo llevaría a regenerar y proteger las mitocondrias, las células, y por consiguiente, todo el cuerpo. En teoría, ¡permitiría revertir por completo el envejecimiento celular!

Mejore sus funciones mentales y proteja su corazón

Según los estudios realizados hasta el momento, la PQQ podría ser eficaz en la lucha contra las enfermedades degenerativas ligadas a la edad, así como contra los descensos de energía de los dos órganos más importantes del cuerpo: el cerebro y el corazón.

La PQQ protegería sorprendentemente bien a las células del cerebro contra los daños oxidativos y la neurotoxicidad inducida por toxinas, incluido el mercurio. Asimismo, permitiría mejorar el rendimiento en las pruebas de memoria e interactuaría positivamente con los sistemas de neurotransmisores del cerebro. También mejoraría las funciones mentales superiores: la atención, el reconocimiento y el tratamiento de la información. (7) (8)

Un estudio reciente, en doble ciego y con placebo, ha demostrado que una dosis diaria de 10 a 20 mg de PQQ mejoraría considerablemente la memoria a corto plazo, así como la concentración en los adultos jóvenes en comparación con el grupo de control que sólo recibió el placebo. Según algunos estudios, impediría el desarrollo de una proteína asociada a la enfermedad de Parkinson y protegería las células nerviosas de los estragos oxidativos de la proteína beta amiloide, asociada a la enfermedad de Alzheimer.

De esta disfunción surge un déficit energético importante que se encuentra implicado en la mayor parte de enfermedades degenerativas ligadas al envejecimiento: problemas físicos y cognitivos, degradación celular acelerada y problemas cardiovasculares.

¿Dónde puede encontrar la PQQ?

La PQQ se encuentra en todas partes en la naturaleza, desde especies vegetales hasta el polvo interestelar. Es un factor de crecimiento potente en los organismos vivos. Algunos investigadores piensan que la PQQ tendría un papel central en la evolución de la vida sobre la Tierra. (9) (10) (11).

Por desgracia, ni los seres humanos ni las bacterias de la flora intestinal son capaces de sintetizar la PQQ. (12)

Por eso, la manera más segura de aumentar el aporte de PQQ es tomando un complemento. Si desea una buena formulación de PQQ, sepa que hay un producto interesante llamado Mitochondrial Formula.

PQQ + acetil L-carnitina + ácido R-lipoico

Este producto integra dos nutrientes que trabajan en sinergia con la PQQ para mejorar el funcionamiento de las mitocondrias: la acetil L-carnitina y el ácido R-lipoico.

Gracias a la acetil L-carnitina, las mitocondrias convierten con más facilidad las grasas en energía, es decir, que actúa rejuveneciéndolas.

Por su parte, al ácido R-lipoico se le conoce como “antioxidante universal”, ya que tiene la capacidad única de actuar a la vez sobre las grasas y los elementos que componen el citoplasma celular, protegiendo así a las mitocondrias del deterioro que inducen los radicales libres de oxígeno.

Actuando en conjunto, permiten reducir el número de lesiones oxidativas, mejoran la memoria y frenan la pérdida auditiva ligada al envejecimiento (13) (14).

La acetil L-carnitina y el ácido R-lipoico suponen un buen apoyo para la acción de la PQQ a la hora de rejuvenecer las células del cuerpo.

Pero tenga en cuenta que someterse a una cura de PQQ sólo tiene sentido si va acompañada de un cambio radical que redunde en una alimentación y un modo de vida más sanos.

 

Cómo regenerar todas y cada una de sus células

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