Las calles de esta civilización, permanecen vacías de trascendencia. Todo el alrededor parece insinuar que aun nadie ha aprendido a vivir. La destrucción de los más hermosos paisajes  naturales, compite con  la  pulverización de sueños  y la expansión de epidemias depresivas, la gente, no sabe qué hacer con su vida.  Deambular transportando un vacío existencial, un  sinsentido, parece lo normal, mientras el alma permanece lacerada y el tiempo de cada uno, adherido a compromisos donde no pasa nada, solo el tiempo en forma de vida.

Soy testigo de este tiempo. He visto manos sin caricias y rostros sin ternura. He presenciado  cronocidios, es decir, gente matando su tiempo, que es la forma como se expresa la vida en este plano. He visto adicciones a lo frívolo, autoengaños galopantes;  ayer, encontré un antiguo amigo, había sido atropellado por la estupidez,  el llevaba los escombros de su vida  para guardarlos en la rutina conocida, desde la cual esperara la muerte, que en su caso, ya comenzó hace tiempo.

Sin embargo, es posible enterrar  al sinsentido, descartar al pesimismo, expulsar a la infelicidad,  enfrentar al miedo y vencerlo;  es posible vivir vivos, encarnando la plenitud, liberando el potencial que llevamos dentro,   es posible explorar los misterios y poderes escondidos en nuestro cerebro, incrementar la sensibilidad y recuperar el poder y traducirlos en autogobierno y realización personal.  Es posible vivir bien, esto es, desgranar felicidades  y alfombrar el vacío con conocimiento y ser manantial de  ternura, gestar  sueños inéditos, convirtiendo el crecimiento en estilo de vida.

Sabemos que las escuelas de sabiduría fueron llevadas al paredón, que racimos de conocimientos en forma de quipus incaicos fueron incinerados, que nunca hasta ahora  los secretos de los sabios  que iluminaron el pasado de la humanidad, fueron revelados.  El árbol de la lucidez fue cortado, la libertad fue encadenada, el amor fue desprestigiado, la felicidad fue barnizada de imposible, paz quedo a la intemperie, donde el caos de la violencia la humillo interminablemente, la salud fue triturada por un estilo de vida  donde solo importa la mercancía. Sabemos que los  sabios fueron golpeados por la ignorancia, empero, ellos están regresando, trayendo palabras que transportan  secretos iniciáticos, rituales de transformación que fundan nuevos amaneceres y curan heridas del alma, medicina invisible que despierta consciencias, silencios ceremoniales que dicen , tantas cosas.

Despertar es posible y al alcance de todos. Despertar es abrir los parpados del alma y enarbolando la inocencia, contener silencios que nos proveen las claves para  reconstruir zonas sagradas en nuestra propia vida. Despertar es permanecer a la altura del desafío evolucionario. El primer mandamiento del aprendiz  es permanecer atento, vigilando que  el tiempo no pase en vano. El segundo es garantizar que la evolución ocurra, que el milagro se manifieste, que la magia se presente, que el amor se  haga cargo de la vida. El resto, será la bienvenida  que el universo otorga a quienes se apunta a la vida, desde un despertar que comienza con una duda, una pregunta, una búsqueda y la toma de decisión, traducida en comenzar a formarse y transformarse, a buscar conocimiento y guía, a encontrarse y liberar el potencial interior. El resto, besar a la vida plena en la boca, pintar de colores nuestros átomos  y estallar de felicidad sin pedir permiso a  nadie, sabiendo que hay oportunidades que no se repiten y que cada día,  es por última vez.

CHAMALU