La cremación de los cadáveres es la más sana medida después de la muerte. El cuerpo etérico se descompone en simultaneidad con el denso. La calcinación del físico genera la inmediata descomposición de su contraparte etérica, la cual ya no es útil en la existencia post mortem una vez grabada la película de la vida en el astral. Es importante cerciorarse de que ha transcurrido el tiempo suficiente para este traspaso de los registros de vida, Este tiempo suele variar de acuerdo con ciertos aspectos:
1. La edad vivida: un día es suficiente por cada 30 años de existencia, en el caso del individuo promedio que hizo poco o ningún trabajo espiritual en la encarnación. Los niños que mueren antes de 7 años van directo al astral superior o primer cielo. No necesitan tiempo de espera.
2. El tiempo se reduce si hubo una larga agonía o un periodo de larga inconsciencia previo a la muerte. Los éteres superiores suelen abandonar al cuerpo etérico durante las muertes de larga agonía. Esto se sabe por el delirio y aparente confusión del tiempo del sujeto quien suele narrar escenas del pasado a sus familiares. En la mayoría de estos casos el individuo ha grabado la totalidad de la película antes de la ruptura del átomo simiente en el corazón. Si hay un período de inconsciencia como en el caso de personas con daño cerebral que lleva al coma o personas sometidas a coma inducido, los éteres superiores están fuera y la grabación se da espontáneamente si es el tiempo de morir. La debilidad del arquetipo de los cuerpos determina el tiempo de muerte y cuando el final programado se acerca y no hay distracción sensorial, la película se graba espontáneamente, antes de la muerte. Cada día de inconsciencia permite un día de grabación, así que más de tres días aseguran que la película ya se grabó totalmente.
3. El tiempo se reduce notoriamente si la persona ha hecho un trabajo espiritual genuino, viviendo en vida su purgatorio y primer cielo. Esto se logra mediante el ejercicio de retrospección hecho diariamente o mediante ejercicios de retrospección más duraderos que cubran largos periodos de vida. La comprensión consciente y el buen obrar, así como la meditación verdadera queman el Karma y anulan los registros del éter reflector. En estos casos la espera antes de la cremación puede ser de apenas un día y es más que suficiente. Si la persona lleva una vida de devoción, amor, servicio y pureza de mente y emociones, un día es suficiente y demás. Igual ocurre en el caso de discípulos e iniciados. La mayoría de estas personas van directamente al segundo y tercer cielo según la terminología Rosacruz, es decir entran al mundo mental.
4. La mayoría de las personas necesitan ahora de menos tiempo de espera si no son alterados por las demostraciones emocionales dramáticas de sus allegados. En la mayoría de los casos ahora la llamado velación se hace en salas funerarias donde no se permite el acceso al público en la noche. Aquí el ser aprovecha el descanso y casi que graba la película en ese corto tiempo.
En cuanto a las manipulaciones que se hacen al cuerpo denso como preparación funeraria del cuerpo (extracción de fluidos y aplicación de sustancias que evitan putrefacción), exámenes postmortem o autopsias, mutilaciones o procedimientos quirúrgicos para donación de órganos, es en realidad más el efecto traumático vivido por quien no es consciente del proceso de muerte lo que genera la sensación de dolor. Después de la ruptura del punto de unión del cordón de plata al corazón, la sensibilidad del cuerpo físico se pierde por el abandono o salida del vehículo etérico. El caso es similar al de un paciente anestesiado. Los químicos que suprimen el dolor en este caso provocan la salida de los éteres luminoso y reflector los cuales están asociados directamente a sistema nervioso. El éter lumínico es el encargado de la percepción sensorial y al estar fuera suprime la sensación táctil y la acción de los nervios sensoriales. Una vez desconectado el átomo simiente, los 4 éteres salen del cuerpo denso y no hay sensibilidad real, pero sí puede darse un efecto mental traumático si no se es consciente de que se ha muerto. El hábito de experimentar dolor frente a estas manipulaciones en el cuerpo denso hará pensar que aún muerto se seguirá sintiendo. Si el desencarnado tiene real consciencia de que ha muerto el dolor desaparece ya que solo estaba en su mente. Estas sensaciones suelen ser más frecuentes en casos de muerte súbita, no esperada o en pacientes que no aceptan morir. Este fue el caso comentado por el autor en el libro de su autoría. El espíritu del fallecido manifestó la sensación de dolor por la autopsia y lo tomó como experiencia kármica pero en realidad lo vivió solo en su mente y no en su cuerpo biológico. Investigaciones posteriores que han permitido al autor de estas aclaraciones entrar en contacto directo con varios fallecidos cercanos ( primos, tíos, madre, padre, abuela, sobrino y otros) han permitido corroborar que no se experimenta dolor ni perturbación por las manipulaciones postmortem si hay consciencia real de haber muerto. La mayoría ni siquiera eran conscientes de estas operaciones pues ahora la consciencia se había enfocado en los vehículos sutiles. Estaban más pendientes de su proceso que de lo que pudiera haber ocurrido con su vehículo denso abandonado.
Todo lo anterior arroja luz acerca de la donación de órganos. Si hay consciencia real de muerte, no hay dolor físico en este proceso. La donación voluntaria es lo mejor y de hecho ha permitido salvar muchas vidas a personas que generalmente experimentan la sensación de haber recibido una segunda oportunidad. Hay un cambio de perspectiva y esto les permite subsistir. Sin embargo, si el karma aún no ha sido saldado o si se reincide en la causa que generó el daño orgánico, la alteración arquetípica replicará el daño biológico con toda seguridad. No se puede evadir el necesario equilibrio kármico. Los órganos trasplantados se reacomodan al cuerpo del receptor pero conservan ciertas tendencias de su antiguo poseedor y tienden naturalmente a la desintegración. Los nutrientes del nuevo cuerpo los mantienen vivos pero el arquetipo físico del receptor los reconocerá como extraños. Estos pacientes deben permanecer inmuno suprimidos para evitar que su propio sistema destruya al órgano intruso. Solo una regeneración completa del karma hará que el arquetipo reinstale el patrón de organización original perfecto y reinstale el órgano, ayudado por el material biológico que le aportó el órgano transplantado. De hecho si el arquetipo del donante tenía un alto grado de incompatibilidad evolutiva con el donante, o si el receptor continúa su vida sin el correspondiente equilibrio kármico, el órgano será rechazado aún con inmunosupresión.
En relación con la experiencia del túnel es necesario aclararar que esta es más una sensación que una realidad, generada por el movimiento en espiral del paquete de información y la fuerza de kundalini que sale a través de la columna vertebral al abrirse el chakra de la corona cuando el átomo simiente atraviesa el punto en la coronilla. El individuo suele experimentarlo como el paso de una dimensión o realidad a otra más sutil a través de un pasadizo. Esta sensación suele ser experimentada también en algunas fases primarias de la meditación o en experiencias astrales de salida consciente o de retorno de momentos cercanos a la muerte que no corresponden a salida de encarnación por no haber colapso del arquetipo.
En cuanto a los fantasmas visibles en cuerpos etéricos, puede tratarse de espíritus apegados, vampiros o suicidas. En ningún caso deben alimentarse. Físicamente hay incapacidad para asimilar alimento físico, y en cuanto al éter de los alimentos sólo puede ser asimilado cuando hay simultaneidad de existencia física y etérica. En cuanto que el etérico se libera del físico recupera su capacidad de alimentarse exclusivamente de las corrientes etéricas del cuerpo vital planetario y no tiene necesidad de alimento extra. Aunque podría hacerlo, sería un esfuerzo adicional que impide la desintegración del vehículo a fuerzas y prolonga más la vida de quien está en esta condición. Si es un espíritu apegado o un vampiro solo estaríamos favoreciendo su ilícita acción y generando un karma por actuar en contravía del proceso natural de desprendimiento y retorno. Los médiums y la mayoría de los llamados canalizadores que suponen que algún maestro habla a través de ellos, cuando en realidad se trata de este tipo de espíritus expertos en el arte del camuflaje astral, están en esta condición. En el caso de cuerpos etéricos de fallecidos que no han sido cremados, debe permitirse el proceso de descomposición y no favorecer la supervivencia de estos cascarones que pueden ser animados por otros espíritus apegados, por elementales o por vampiros o magos negros para prácticas oscuras o de mediumnidad. Por eso es sano cremar el físico ya que esto causa la muerte instantánea de la envoltura etérica abandonada.
En el caso de los suicidas es necesario aclarar que si el método elegido para auto eliminarse no destruyó el vehículo etérico, este subsistirá hasta que el arquetipo colapse según fue programado originalmente. Solo un ser de alta vibración, un iniciado o un Maestro puede ayudar a que el arquetipo sea desconectado por los Angeles Constructores pero por lo general permanecer en el limbo es parte de la experiencia del suicida. Si el cuerpo físico se crema rápidamente, antes de que haya una total desconexión, puede lograrse que el vital se destruya, enviando al desencarnado directamente al astral e impidiendo apariciones e interferencias que en nada le ayudarán. Igual debe esperar el colapso de los otros arquetipos de vehículos y repetir experiencias de las que trató de evadirse en un alrededor ambiente similar, lo cual dependerá del proceso realizado una vez ocurra el colapso real del arquetipo denso y vital.
Alipur Karim
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(José Vicente Ortíz Zárate)