Eran dos amigos inseparables. Un día conocieron a una bellísima cantante. Era una mujer deliciosa y fascinante. Ambos amigos se enamoraron de ella y pasaban os días encantados a su lado. Transcurrieron meses de una satisfactoria y plena relación con la cantante. Los tres estaban muy dichosos, pero un día ella les comunicó que tenía que partir, pues le habían ofrecido un contrato para cantar en otro país. La cantante se despidió cariñosamente de los dos hombres y partió.
Entonces, uno de los amigos dijo:
-Estoy verdaderamente desolado. No podré vivir sin ella. Siento una angustia terrible e insuperable. Y tú, ¿qué tal estás?
-Bien, muy bien; sereno y ecuánime.
-¿Cómo es posible? Yo me estoy muriendo y tú estás bien. Acabas de perder una mujer maravillosa y no te sobrecoge.
El amigo dijo:
-Razona unos instantes conmigo. Antes de que esa fantástica mujer apareciera en mi vida, yo me sentía bien. Ella ha sido como un regalo del destino. Vino y la disfruté intensamente, amando su cuerpo y su alma. Mientras ella estuvo aquí no dejé ni por un instante de sentirla en lo más profundo de mí. Pero ella ha partido y yo vuelvo a estar como me encontraba antes de que apareciera. El destino la trajo y el destino se la ha llevado de nuevo. La he amado sin aferramiento.
Ramiro Calle – extracto de «Mis mejores cuentos de amor».
Muy buena sabiduría. Hay que saberla sentir.
Preciosa historia de amor.